Zaragoza, 17 de abril a las 14:30…
<<Piiiiii>> Se oye de fondo. El
timbre ha anunciado el final de un día de colegio. Todos los alumnos salen
impacientes deseando volver a ver sus amigos de otras clases o incluso a sus
novios y novias.
Lucas parece tranquilo, no le apetece
volver a casa, pero si quiere ver a alguien con la cual tiene una conversación
pendiente.
Le duele que no quiera escucharlo, pero
tiene razón, debió haberle avisado antes y no correr riesgos. Si antes tenía
una oportunidad ahora ya no tiene ni una remota esperanza de tener algo más con
Sara. Le quiere, mucho, pero hay demasiados impedimentos para que su relación
sea más que una buena amistad.
Sale por la puerta y observa que Rubén le
está saludando.
-
Tío ¿dónde te habías metido?
-
Me había quedado a apuntar los deberes para
mañana. –miente.
-
¿Desde cuándo te importa hacer los deberes?
-
Estamos cerca de fin de curso y quiero ponerme
las pilas o sino volveré a repetir.
-
Tampoco pasaría nada. –Le saca la lengua en tono
burlesco.
-
Tonto.
-
Lo sé.
Los dos ríen. Son buenos amigos desde que
nacieron. Sus familias tenían una gran amistad antes de que ellos nacieran y
así terminaron juntándose.
Rubén es el mejor amigo de Lucas y Lucas es
el mejor amigo de Rubén. Se tienen confianza el uno en el otro, pero hay cosas
que ni siquiera los mejores amigos deberían saber.
-
¿Te apetece venirte al Telepizza y nos cogemos
una familiar?
-
No puedo, tengo que irme a casa, no he avisado a
mi madre.
-
No pasa nada, coge tu móvil y se lo dices.
-
Te he dicho que no puedo. Quizás otro día.
-
Vale, vale.
Lucas sabe que eso le ha molestado, pero no
le apetece ir con Rubén hoy. Quiere terminar la conversación que un día empezó
y nunca acabó.
A pocos metros de ellos se encuentran Sara
y sus amigas. Son todas muy guapas, o casi todas, pero sin duda alguna; Sara es
la que más le atrae, tanto físicamente como sentimentalmente. Le quiere, de eso
no hay duda, y ella también, de eso tampoco hay duda. Ya se lo demostró un 5 de
marzo en aquel lugar tan peculiar…
Zaragoza, 5 de marzo a las 18:25…
Otra vez llega tarde. Parece que la
impuntualidad se está convirtiendo en una de sus características. Observa a lo
lejos a ver si por algún casual la ve. Sus esfuerzos son en balde, no hay
rastro de ella.
Ya le ha preguntado hace un rato a Pilar y
tampoco le ha ayudado mucho. Necesita verla, tiene muchas ganas de tocarle, de
mirarle, de besarle… Aunque sabe que eso
es imposible.
-
Hola chicos, siento el retraso.
¡Es ella! Al fin ha venido y está
guapísima, cualquiera diría que hace unos años era la gordita de la clase. Esa
camiseta le queda genial y además deja al descubierto parte de canalillo. No
puede evitarlo y lo mira. Le encanta. En ese momento tiene ganas de cogerle de
la mano y llevársela lejos de aquí, dónde nadie les vea, para hacer cualquier
locura. Lucas se castiga por pensar en eso, no debería fijarse de esa manera en
Sara. A él le gusta por su interior no por su físico, aunque hay que reconocer
que es guapísima. Cualquier chico querría estar junto a ella, sin embargo su
corazón nadie lo tiene, o eso cree él.
-
Cuánto has tardado enana, pensábamos que nunca
llegarías.
-
Lo siento, chicas, es que me he entretenido hablando
y ya sabes cuánto hablo yo.
-
Lo sabemos.
-
Por cierto os presento a Pablo, un amigo.
Pablo se gira hacia dónde están todos y les
saluda a cada uno; a las chicas con dos besos y a los chicos con un simple
apretón de manos. Todo muy formal, demasiado para ellos.
Lucas está desconcertado.” ¿Quién es ese?”,
piensa para sí mismo. “¿será un simple amigo o hay algo entre él y su amada?”.
Esa idea le hace palidecer. Nunca ha pensado que Sara pudiera estar con otro,
le quiere y si se enterase de que está liada con alguien sería un terrible
golpe para él. Aunque él no le ha sido sincero del todo.
Sara gira la vista hacia Lucas. Éste se
sonroja y observa como la chica se va acercando hacia él. Lo hace de un modo
tan sensual que le hace avergonzarse de sus pensamientos.
-
Hola Lucas.
-
Hola tardona.
-
No me llames así, solo ha sido una vez.
-
Ya van siendo más de una ehh.
-
Tonto.
La chica sonríe tímida. Le da vergüenza que
él pueda pensar que es una tardona, aunque lleve razón.
-
Por cierto, ¿y ese chico?
-
¿Pablo? Es un amigo, lo he conocido en el bus y
me ha dado un poco de pena. Estaba triste, hemos tenido una buena conversación
y he decidido invitarle.
Conque por eso se ha retrasado, lo tendría
que haber imaginado.
-
O sea que no le conoces de nada.
-
Bueno a ver no le conozco mucho pero no parece
un mal chico.
-
¿Y si quiere hacerte daño? ¿Y si es un loco que
lo único que quiere es jugar un rato contigo y luego dejarte tirada?
-
¿No crees que te estás pasando?
-
Al contrario, me quedo corto.
Sara mira asustada a Lucas. No le gusta que
le hable así pero le agrada ver que se preocupa por ella. Quizás eso signifique
que le importa tanto como él a ella.
-
Dale una oportunidad por favor.
-
No sé si fiarme.
-
Por favor.
Sara le mira con carita de niña buena. Le
encantan sus ojos, esos marrones color café le vuelven loco. Puede que sean
cotidianos pero ama su mirada tanto como a ella.
Jamás sería capaz de negarle algo a ella y
esta vez no será la primera.
-
Está bien, pero que conste que lo hago por ti.
-
Gracias.
Y sin que este se inmute, la chica le planta
un beso en la mejilla. Es un beso de unos 3 segundos, pero para él, el tiempo
no existe con ella.
-
Lucas, me gustaría hablar contigo.
-
Claro, pero vayamos a un sitio más tranquilo,
aquí pueden escucharnos.
Los chicos se dirigen hacia un banco un
poco alejado de dónde están situados sus amigos. Espera que no noten su
ausencia, por lo menos durante unos minutos. Presiente que quiere decirle algo
importante, y tal vez sea el momento para confesarle lo que siente por ella y
su otro gran secreto.
La chica le mira, no sabe cómo empezar. La
nota nerviosa.
-
Mira Lucas, no sé exactamente como empezar.
Llevo mucho tiempo deseando decirte esto y nunca me he atrevido, pero hoy va a
ser diferente, hoy necesito contártelo todo, desahogarme, y tal vez ser
correspondida.
Lucas le mira incrédulo, está seguro que
debe ser un bombazo. Se está haciendo demasiadas ilusiones y solo espera
acertar.
-
Tranquila, tienes tiempo, los demás tardarán en
darse cuenta de nuestra ausencia.
-
Verás, hace mucho que te conozco y siempre hemos
sido buenos amigos. Nos hemos contado algún rollo que hemos tenido y la
cantidad de problemas que llevábamos a cuestas. Has sido muy buen amigo y
espero que eso siga siendo así siempre, pase lo que pase.
-
Claro que sí. Estoy aquí para lo que necesites,
ya lo sabes.
-
Bueno, la cuestión es que hay algo que sí que te
he ocultado durante un buen tiempo, pero no porque desconfiara en ti, sino
porque tenía miedo de que afectara a nuestra amistad.
-
No te preocupes, nada afectará a nuestra
amistad. Tú siempre serás algo más que una amiga para mí.
Lucas se tapa la boca. No entiende cómo ha
podido decir eso. Parece que su corazón y su cerebro no siguen los mismos
pasos. Ahora le tocará mentirle.
-
Tú también eres algo más que un amigo Lucas.
Parece que no ha querido indagar en el
fondo de esa afirmación.
-
Siempre has sido muy bueno conmigo. –sigue
Sara.- y por nada del mundo me gustaría perderte, pero no puedo aguantar más.
La chica coge aire y se seca unas pocas
lagrimillas que caen de su cara.
-
Necesito confesarte algo que puede que te vaya a
sorprender y que tal vez ponga en peligro nuestra amistad.
-
Sara, tranquilízate, sea lo que sea lo
entenderé.
-
Necesito decirte que te quiero, que me encanta
cada parte de ti, cada virtud y cada defecto, cada caricia y cada beso, cada
mirada y cada silencio. Te quiero como nunca he querido a nadie. Te mentí
cuando te dije que no amaba a nadie.
Nunca pensaba confesarte esto, pero no puedo más, necesita decírtelo
cuanto antes y ahora solo quiero que me ames, que me abraces, que me cojas con
tus brazos y me eleves hasta el más lejano de los cielos dónde nadie pueda
vernos, dónde nadie sepa lo que hacemos, dónde nadie pueda destruirnos. Solo tú
y yo, nadie más. Aunque seguramente tú no sientas lo mismo.
La chica parecía triste y un poco avergonzada.
Tenía la cabeza cabizbaja y era incapaz de poder sostenerle la mirada. El chico
estaba asombrado, pero no iba a hacer menos. Posó su mano en su cara, le regaló
una caricia que la chica no rechazó y sin pensarlo dos veces se agachó y le
besó. Un beso que nunca se terminó, porque todavía lo recuerdan cada instante
de su vida.
Fue el beso más dulce de sus vidas y
seguramente nadie pueda superarlo.
Segundos después, la chica se separó
tímidamente de su boca, necesitaba comprobar que aquello era real, que el chico
del que estaba enamorada le estaba besando, le estaba regalando su boca solo
para ella.
-
Te quiero Sara. Te quiero tanto o más que tú.
Sus bocas volvieron a juntarse una vez más.
Esta vez el beso duró más; quizás días, meses, años, siglos… Nunca lo supieron,
lo único que querían era que el tiempo se parase en ese instante, cuándo nadie
pudiera hacerles daño, cuándo todos los malos momentos desaparecieron, cuándo
todos los celos se esfumaron…
A los pocos minutos algo detrás de los
arbustos hicieron que sus labios se separaran una vez más.
-
¿Dónde estabas?
Sara estaba confusa, “¿quién era ella?”, no
la conocía para nada.
-
¿Y tú que haces aquí?
-
Rubén me ha dicho que estabas aquí. Por cierto
¿no me vas a presentar o qué?
-
Perdona. Sara, te presento a Begoña, mi novia.
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