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sábado, 8 de febrero de 2014

Capítulo 33

Zaragoza, 18 de abril a las 19:30…
-          Camina más deprisa, sino no llegaremos.-le hace un gesto para que acelere el paso.
-          ¡Pero si queda media hora!-grita sonriente.
-          Me gusta ser puntual.-responde tajante.
-          Pues a mí no.-se tira en sus brazos y se queda prendida de su mirada.
-          Lo sé demasiado bien.-le acaricia la nariz dulcemente.
-          Sólo hemos quedado dos días, no puedes saberlo.-cierra los ojos mientras nota sus dedos deslizándose por su mejilla.
-          Te dije que se puede conocer a las personas a través de los ojos.
-          Eso no se puede saber por la mirada.
-          Puede que no, pero hay otra forma de conocerte.-Sonríe al ver la reacción de la chica.
-          ¿Cuál?-pregunta confusa a la vez que enreda sus brazos en su cuerpo.
-          Dicen que todas las personas tenemos otra mitad y nuestro objetivo en la vida es buscarla hasta el final. Esa otra parte nuestra es la que nos complementa, la que nos comprende, la que nos entiende sin ser nosotros mismos, la que nos hace totalmente perfectos y por supuesto; esa mitad es completamente distinta a nosotros. Entonces, para conocerte y saber cómo eres, no tengo más que saber cómo soy yo. –se queda callado. Su mirada lo dice todo. No hace falta terminar la frase.
-          ¿Tú crees que yo soy tu mitad?
-          Eso me lo tendrás que demostrar tú.-le aparta el pelo de la cara y lo desliza suavemente detrás de las orejas.
-          ¿Cómo?-los ojos se le abren de par en par. Necesita averiguarlo ya.
-          Pronto lo sabrás.-le coge de la mano y se la lleva con él hasta el lugar dónde han quedado con los demás.
Pilar está en otro mundo. Dejó de estar en la tierra en cuanto sus ojos se encontraron con los suyos. Pronto ocurrirá algo, algo que traerá la mayor felicidad a unas personas y la mayor puñalada a otras…


Zaragoza, 18 de abril a las 20:10…
-          ¡Hola!-saluda a todos sonriente. Le da dos besos a cada uno hasta que se detiene delante de él. Ese chico al que  desde hace unos días desearía tirarse en sus brazos y no levantarse nunca. Al final acaba dándole los dos mismos besos que a los demás.
-          Hola.-la otra chica está un poco más triste, pero intenta saludar con el mismo entusiasmo que su amiga. Repite las mismas acciones que Paula, pero no se para delante del mismo chico. La chica que está al lado suyo les mira con recelo. Diana se percata y aparta la mirada. Se da media vuelta y se coloca junto a la otra tardona.
-          Llegáis tarde.-señala el reloj y se ríe.
-          Sólo han sido diez minutos Rubén.-Paula le da un capón.
-          Todas las tías sois unas tardonas.-hace un gesto de indiferencia.
-          ¡Eso es mentira!-contesta Pilar-yo he sido puntual.-le saca la lengua.
-          Pero porque venías con Nacho.-le hace una mueca de burla. Diana levanta la cabeza y la mira con rabia, pero rápidamente vuelve a su posición original. Se ha prometido a ella misma no estar mal pase lo que pase y lo piensa cumplir.
-          Bueno, vamos a coger el 23 que sólo le faltan unos cinco minutos.-dice Pablo.
-          ¿Y Sara?-pregunta Diana.
-          Ella vendrá más tarde, cuando lleguemos a la disco.-responde el anterior.
-          Ok.
-          Perfecto, pues vayamos cogiendo sitio en la fila, que sino no podremos sentarnos en el bus.-les anima con la mano a ponerse en la cola. Los demás le siguen sin mucho entusiasmo.
Cada uno tiene una preocupación en la cabeza. Cada uno intuye lo que va a pasar. Cada uno sabe cómo se va a sentir y cada uno sabe cómo va a reaccionar. Al fin y al cabo, la noche es joven…



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