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lunes, 14 de abril de 2014

Capítulo 36

Zaragoza, 18 de abril a las 22:00…
-          Parece que han dejado sola a Sara.-comenta uno de los del grupo que está con Lucas.
-          O tal vez no.-se ríe al observar cómo se acerca un chico hacia ella. Los otros chicos miran a Lucas esperando algún tipo de respuesta. Él prefiere ignorarles.
Los demás continúan hablando sobre alguna otra chica que pasa delante suyo.
Lucas no puede dejar de mirarla. Está preciosa, mucho más que aquella vez; aquel cinco de marzo en el que empezó toda esta historia.
Ese cuerpo que sube y baja al ritmo de la música está pidiendo a gritos sus caricias. Necesita sentirla entre sus brazos. Necesita que los milímetros dejen de existir entre ellos. Necesita acariciar cada parte de su cuerpo sin ningún reparo. Necesita que sean uno.
Observa cada movimiento que hace, cada sonrisa que al otro chico le regala, cada mirada de efusividad que aparece en sus ojos, cada roce entre sus labios…
No puede aguantar. Algo en él le ordena que vaya en su búsqueda. Se pone de pie decisivo y marcha hacia ella. Sus amigos le miran incrédulos; no parece él. Es como si no tuviera control sobre sí mismo.
Lucas da pasos con más fuerza. La gente que hay entre él y Sara se aparta, pero el chico que acompaña a la susodicha no. Lucas le mira con odio y le aparta bruscamente de ella. Él da un respingo dispuesto a pegarle. La chica se sobresalta y enseguida lo aparta de él.
-          ¡Cómo te vuelva a ver cerca de ella te parto las piernas!-le grita fuera de sí al otro.
-          ¿Pero de qué vas? Yo haré lo que me pida ella y la chica no me ha puesto ningún impedimento.-le mira a Sara con mirada juguetona. Lucas se gira hacia ella, pero no dice  nada.
Está muy enfadado pero no lo va a pagar con ella. En el fondo se merece todo esto. Aprieta fuertemente el puño y lo levanta chocando “casualmente” con la cara del otro chico provocándole una hemorragia nasal.
-          ¿Te lo tengo que repetir otra vez o te ha quedado claro?- levanta el puño otra vez como amenaza. Sara se ha quedado atónita y enseguida va a socorrer al otro chico. Las demás personas que han visto la pelea hacen un corro. Algunas ofrecen pañuelos al chico herido y las otras se limitan a comentar lo que ha sucedido.
-          ¡Te vas a enterar de lo que es bueno!-aparta a los demás bruscamente y le pega una patada a Lucas en la espinilla. Cuando éste se agacha preso del dolor, el otro aprovecha y le da con el codo en su espalda haciendo que Lucas quede en el suelo.
Sara no sabe qué hacer. Se siente responsable de que ellos dos se estén peleando.
Lucas no puede casi moverse. Le ha dejado casi tocado y hundido. Abre y cierra los ojos rápidamente y ve al otro regodeándose  al lado de ella; le coge de la cintura y le susurra algo que hace abrumar a Sara. Ella se limita a sonreír.
Esa sonrisa que no es para él, esa atención que no se está llevando él, esa felicidad que él no ha provocado, esa mirada que no ha sido hacia el chico que ahora mismo sería capaz de hacer la mayor locura solo por oír nuevamente su voz; hace que Lucas se levante y velozmente vuelva a pegarle otro puñetazo al otro chico.
La sorpresa le deja inmóvil, en el suelo. Lucas no se detiene. Está furioso y fuera de sí. Le pega patadas por todo el cuerpo y no para a pesar de las súplicas que Sara le hace.
Un camarero que ha oído algunos comentarios de los otros jóvenes se acerca y separa a Lucas del chico que ahora está tumbado y casi sin vida.  Ayuda al otro a ponerse en pie y le acompaña a un asiento mientras señala a Lucas la salida. Otros camareros piden que hagan como que no ha pasado nada y que siga la fiesta.
Los otros miembros del grupo parecen no haberse enterado, pues la disco es bastante grande y están demasiado ocupados en sus cosas.
Lucas aprieta los puños con fuerza, todavía siente rabia en su cuerpo. Sara observa cómo se llevan al otro chico. Está bastante grave. Baja la cabeza al suelo y corre hacia el baño. No quiere seguir ahí.
Lucas le sigue, no va a dejarla así. Se ha enfrentado a ese tío solamente por ella. Ha sido la primera pelea que ha tenido en su vida y no estaba planeada. Se siente extraño. No puede creerse que haya sido capaz de enfrentarse a alguien tan solo porque estaba con Sara, pero es que ella es la única que consigue sacar lo mejor y peor de él al mismo tiempo. Por ella haría cualquier cosa, hasta pelearse con un tío que no conoce de nada y si hace falta, dejarlo inmóvil.
Abre bruscamente la puerta sin importarle que sea el aseo de las mujeres. Todavía se puede oír la música que pincha el dj perfectamente
Sara se gira y le mira fijamente. Quizás sea la mirada más penetrante que le haya dado nunca.  Sabe que no debe quererle, que tiene que olvidarle. Sabe que le quiere, que está celoso. Sabe que esto no es amor, que es obsesión. Sabe que le necesita, que sin él no puede ser ella. Sabe lo que va a ocurrir y sin embargo no le importa.
Lentamente se van acercando el uno al otro hasta que sus cuerpos los separan unos escasos centímetros. Él le mira con deseo. Ella le mira con emoción. El chico le acaricia la boca mientras ella cierra los ojos y se deja llevar. Los dedos bajan suavemente por cada contorno de su piel hasta llegar al pecho. Lo toca superficialmente, pero lo suficiente como para excitarse aún más. Esas caricias despiertan algo en ella. Sus manos se deslizan por la espalda del chico pidiéndole que se quite la camiseta. Él le complace y la tira al suelo. Su torso está desnudo. Pueden verse unos músculos definidos a causa de unos meses de gimnasio. Ella lo mira con admiración al mismo tiempo que lo acaricia. Se relame los labios al pensar que puede ser suyo aunque sólo sea una noche.
La música parece ser el único testigo de esos sentimientos que están a punto de manifestarse. Ellos solo pueden oír las notas de la canción “Hurricane” de Antonia.
Sara canta cada nota a la vez que toca cada parte de él. Él la coge en brazos y se detiene. Sus cabezas no dejan de repetir una y otra vez que se dejen llevar. Sus deseos más ocultos se incrementan cada vez que el otro le acaricia.
-          Hazlo.-le pide Sara.- Hazlo ya.
Él la mira. Nota como los sudores se apoderan de él. Siente cómo sus instintos primarios ganan la batalla. Ya no es Lucas, ahora es otro.
Se acerca a su boca. Oye claramente los latidos de su corazón. Le ordenan que lo haga ya, que acabe con esta historia, que ejecute lo que tanto tiempo llevan evitando.
Finalmente es ella la que lo hace presa del deseo. Sus labios se fusionan en un beso interminable. Las ropas vuelan por la habitación hasta quedar el uno en contacto con el otro. Están emocionados, pues nunca habían estado tan cerca. Él la postra contra la pared al mismo tiempo que sus brazos están bajo sus piernas. Su boca se desliza por cada poro de su piel.
Una vez más han vuelto a caer. La música les acompaña a cada rozamiento entre sus cuerpos. Ella es el único testigo de su amor prohibido, un amor que desde el principio de esta historia les volvió locos, dependientes el uno del otro. Después de muchos suspiros, de todos los deseos escondidos bajo una sonrisa serena, de todas las miradas de reojo que siempre recibían, de todos los “te quiero” que en silencio callaron, de todas las caricias que les hacían sacar la parte más peligrosa de cada uno, de todas las noches que pasaron mirando al cielo pero en lugares distintos, después de todo; por fin han consumado ese amor; la historia de un gran amor reflejado en un instante de felicidad.

“Our love is like a hurricane, got it swirling round in my brain. Feels like every day’s a Saturday. Right now I need a simple day. Cause love is like a hurricane. Call me up and just stop this feeling. I’ll fight for you every single day. Our love is like a hurricane”


<< Nuestro amor es como un huracán. Una bomba atómica capaz de explotar cuándo estamos juntos. Somos fuego cuándo estamos en contacto. Somos ira cuándo nos encontramos lejos. Somos deseo cuándo nos acariciamos. Somos furia cuándo no somos protagonistas de la sonrisa del otro. Somos anhelo cuándo no nos hablamos. Somos felicidad en estado puro cuándo nos miramos. Somos excitación cuándo nos besamos. Somos todo y nada al mismo tiempo>>

martes, 8 de abril de 2014

Capítulo 35

Zaragoza, 18 de abril a las 21:45…
-          ¿Qué tal está?
-          Delicioso-se relame los labios.- ¿Quieres?- le extiende el brazo ofreciéndole el vodka que lleva en la mano.
-          No, gracias. Ya tengo bastante con el mío.-le enseña su bebida.
-          Bueno, ¿qué tal te lo estás pasando?-pregunta el chico para seguir con la conversación.
-          Bien, parece que no ha habido ningún problema con Diana.-dice aliviada.
-          Eso está bien.-le sonríe.
-          Aunque tampoco nos hemos reconciliado todas.-fija la vista al suelo.
-          Eso tiene fácil solución. –se levanta del asiento y se encamina hacia una chica. María le ve y se levanta bruscamente.
-          ¿Dónde vas?
-          Es una sorpresa.-le grita desde la otra punta. María no deja de mirarle y a los pocos segundos Pablo regresa con alguien más. – Aquí la tienes.-le guiña el ojo.
-          Hola.-saluda María.
-          Hola.-saluda Paula.
-          Bueno chicas, ya lleváis bastante tiempo enfadadas y es hora de que lo arregléis.
-          Pero las que están enfadadas son ella y Diana, no yo.-responde Paula que ha aceptado venir tan solo porque se lo ha pedido él. No puede negarle nada; nunca ha podido.
-          Lo sé, pero un primer paso para solucionarlo del todo es que habléis vosotras y al menos os volváis a llevar bien.-le mira pidiéndole que lo intente.-Va chicas, por favor.-les mira fijamente. Las dos se quedan prendidas de esa mirada que desde el primer día las dejó cautivadas. Sonríen casi al unísono y se sientan. – Perfecto.-sonríe satisfecho.-Ahora os dejaré un rato a solas y así habláis tranquilamente.- se gira y empieza a caminar hacia la barra dejando solas a las dos muchachas cuya única razón por la que han accedido hablar es él.
Coge su cubata y le da un sorbo. Observa a cada persona que está en la disco. Ve a unos jóvenes bailando sensualmente que luego acaban besándose. Se fija en un par de amigas que están consolando a una chica, la cual parece haber bebido más de la cuenta. Luego torna la vista hacia unos chicos ligando de una forma realmente patética con dos chicas. Se ríe al ver las estupideces que puede llegar a hacer la gente con tal de liarse con alguien. Se gira hacia el otro lado de la disco buscando a una persona en concreto. Finalmente la encuentra. Está bailando con una amiga. Sonríe al verle bailar de esa forma que tan loco le vuelve. Le encanta cada parte de ella y si por él fuera, la habría hecho suya hace mucho tiempo. La chica se agacha lentamente y él no puede evitar mirarla con más deseo aún. Se queda prendido de sus curvas y algo en él empieza a arder. Nota ese calor subiendo por todo su cuerpo y decide hacerlo ya. Fija la vista hacia el frente y se encamina hacia su encuentro. Cada vez está más cerca. Cada vez nota más su respiración. Cada vez huele más su aroma. Cada vez siente más su contacto. Cada vez puede observar más detenidamente lo preciosa que es. 
La chica le ve y le sonríe. Pablo le coge la mano mientras le susurra al oído que tienen que hablar. Su amiga se percata y le guiña el ojo, señal de que tiene el camino libre. La pareja se aleja de la pista dejando atrás a una chica con ganas de bailar y no parar hasta que los tacones se rompan.
Una vez que están lo suficientemente alejados de la muchedumbre, se sientan en un sofá. La chica parece asombrada, no sabe exactamente qué es lo que le va a decir. Él parece ansioso, el calor todavía no ha bajado y teme que dentro de poco pierda el control.
-          ¿De qué quieres hablar?-pregunta ella.
-          De nosotros.-sonríe al mismo tiempo que se fija en su canalillo. Rápidamente sube la vista.
-          ¿De nosotros?-pregunta mientras se sube un poco el vestido. Se ha dado cuenta de que le ha visto un poco de su canalillo.
-          Sí.-contesta después de fijar la vista hacia el suelo. Se siente avergonzado de todos los pensamientos que están recorriendo su cabeza en este mismo momento.
-          ¿Qué quieres decir? ¿Estás enfadado o algo?-pregunta cada vez más sorprendida. Teme lo que va a ocurrir.
-          No.-niega con la cabeza.- Verás, a mí no se me da muy bien expresar mis sentimientos. Siempre he sido un negado en ese tema. Por eso lo mejor será que te lo demuestre.-le mira de una forma tan penetrante que hace temblar a la chica. Se acerca lentamente hacia ella y acaba besándola. Ella abre los ojos atónita. Acaba de descubrir quién era ese admirador del que hablaba Sara.
A los pocos segundos él acaba separando los labios de los de ella. Diana sigue inmóvil, no se puede creer lo que acaba de pasar. Él se da cuenta y se hunde al comprobar que ella no siente lo mismo.
-          Pablo…-titubea- Lo siento…-apoya su brazo en su hombro.
-          No te preocupes.-le mira a los ojos con lágrimas en los ojos.-Es normal.-se pone en pie y se aleja dejando atrás a una chica que se le acaba de venir el mundo encima.