Zaragoza, 18 de abril a las 7:45…
<< Hola mi príncipe. He vuelto a soñar contigo. Sigues
igual de precioso que siempre. Me estoy acostumbrando a que aparezcas en mis
sueños, en esos en los que te paseas desplegando tu aroma que me vuelve loca.
Tengo miedo de que algún día te des cuenta de que no te merezco, de que eres
demasiado perfecto para mí, a pesar de que te empeñas en que no lo eres.
Contigo soy otra persona distinta. Contigo soy yo misma. Tú me haces especial y
sólo tú haces que me sienta única en un
mundo donde todos somos iguales. >>
-
Cariño, ¿Has hecho la cama ya?-pregunta a lo
lejos.
-
Sí mamá. Hace unos minutos. Ahora estoy
desayunando.-coge una galleta y le pega un bocado. Hoy ha dormido muy bien. Ha
soñado otra vez con él. Le decía que le quería y que la necesitaba. Ella
simplemente sonreía, como siempre cuándo él le habla.
-
Pues termina ya y ve a cambiarte. A este paso
vas a llegar tarde.-Entra al salón y le mira fijamente. La chica parece que
está en otro mundo. No le contesta. Se le ve rara.- ¿Estás bien?-Pilar vuelve a
la realidad al percatarse de la presencia de su madre.
-
Perdón mamá. Estaba dormida.-miente. En realidad
estaba soñando, pero despierta.
-
Eso espero. –hace una breve pausa. –y ahora vete
a cambiar o sino no llegarás a tiempo.-le hace una señal.
-
Ok mamá. –Pilar se levanta de la silla y se
dirige hacia su habitación. Se tumba en la cama recién hecha y piensa
nuevamente en él. Recuerda el encuentro de ayer, las últimas palabras que se
dijeron, las miradas que se dedicaron el uno al otro y no puede evitar suspirar
al aire.
Abre el armario y escoge una camiseta
sencilla y unos pantalones vaqueros largos. Se desnuda y se coloca bien la ropa
elegida. Seguidamente abre la mochila y pone los libros de las asignaturas que
le tocan hoy. No le gusta mucho el horario de este día, pero al menos ya es
viernes y lo mejor es que esta tarde; ella, su grupo y por supuesto él; se van
de fiesta. Tiene ganas de ir ya, de poder bailar con él, en la oscuridad de la
disco, dónde cualquier cosa podría pasar.
Sonríe al imaginarse con él bailando
agarrados. En su cabeza suena una de esas canciones propias de fiesta, que
acompaña cada movimiento que entrelazan poco a poco sus cuerpos.
Su madre entra en su habitación, la observa
detenidamente y se preocupa una vez más.
-
¡Pilar! ¿¡en qué estás pensando!?-la coge del
brazo y la gira hacia ella. Pilar se sobresalta y se vuelve bruscamente.
-
Perdona, tengo todavía mucho sueño mamá.-miente.
-
No creo que sea solo sueño. Algo más hay por tu
cabeza.-le mira con preocupación.
-
No mamá.-niega con la cabeza. Es la
verdad.-guarda silencio durante unos segundos.- Bueno me voy a ir yendo que si
no llegaré tarde, como tú dices.- Cierra la mochila, coge el almuerzo, agarra
las llaves y el móvil y se dirige rápidamente hacia la calle, seguida bajo la
mirada de preocupación de una madre que nota como su hija está entrando en
otros mundos de amor y chicos…
Zaragoza 18 de abril a las 8:00…
<<Has vuelto a aparecer otra vez. Te estás
convirtiendo en una obsesión; en mi dulce obsesión. Cada día pienso más y más
en ti. No puedo evitarlo. Soy dependiente de ti, de tus miradas, de tus
respuestas, de tus “te quiero”, de tus besos… Eres mi droga, mi eterno veneno.
Tu amor me envenena. Hace que no sea yo. Soy capaz de cometer la mayor locura a
tu lado y sin embargo no me importa. Solo quiero estar junto a ti y si para
ello tengo que hacer alguna tontería, da por hecho que lo hare…>>
-
<<Maldito despertador>>- otra vez le
ha vuelto a fallar.
Se levanta de la cama rápidamente, recorre
todo el pasillo en busca del baño. Entra, se asea y vuelve a su habitación.
Hace la cama de malas maneras. Abre el armario y se pone lo primero que pilla.
Mira el reloj; las ocho y cinco. Esta vez no llega ni de broma. Está harta de
llegar siempre tarde y es que ayer le costó bastante conciliar el sueño. Estuvo
toda la noche pensando en él; como de costumbre.
Se mira al espejo que hay al lado de su
armario, se peina y va hacia la cocina. No tiene mucha hambre, así que decide
no coger nada. Va al salón, dónde encuentra una nota de su madre. Le dice que
ha tenido que entrar hoy muy pronto y que ayer llegó tarde a causa de un
trabajo de última hora. La lee por encima y la deposita en el lugar dónde la
encontró. Coge las llaves y se marcha velozmente hacia la calle.
Ojea a la gente que se encuentra fuera;
varios escolares que llegan tarde como ella, algunos adultos dispuestos a
empezar su jornada laboral, unos pocos ancianos sentados en los bancos y unos
conductores conduciendo a la velocidad del viento.
Ella hace lo mismo. Corre calle abajo. Se
salta los semáforos en rojo. Saluda a algunos conocidos que se encuentra por la
calle. Gira hacia la derecha unas cuantas veces y de repente algo le hace parar
en seco, algo llamado Lucas.
-
Sabía que llegarías tarde.-le mira sonriéndole
con desdén. Ella se limita a asentir y callar. No tiene muy claro por qué está
aquí, pero no puede evitar apartarle la mirada al recordar lo que estuvo a
punto de pasar ayer.- ¿No me vas a saludar?
-
¿Me estabas esperando?-le pregunta con ironía.
No entiende por qué él está tan tranquilo después de todo. Ayer ella casi no
pudo pegar ojo y sin embargo el parece más que calmado. Le da rabia volver a
caer en la misma trampa que siempre; dejarse embaucar por él.
-
Claro. ¿Te crees que no iba a hablar contigo
sobre lo que de ayer?-le mira con una mirada tan penetrante que hace que los colores
de la chica se suban.
-
¿Y qué me vas a decir? ¿Qué lamentas mucho que
Begoña nos interrumpiera? ¿O quizás fue todo esto también una artimaña para
dejarme otra vez como una estúpida? Porque yo ya no sé ni qué pensar. Cada vez
queda más claro que soy una idiota por seguirte el juego, ese juego que lleva
en nuestras vidas demasiado tiempo y seguramente siga así hasta que me quede la
suficiente memoria como para recordarlo.-mira el reloj. Llega tarde, pero sus
piernas no responden; están inmóviles. Necesitan algo que las haga responder,
algo como él…
-
Sabes perfectamente todo lo que siento por ti.
No puedo mostrártelo mejor de lo que te lo mostré ayer. Sé que me necesitas, al
igual que yo te necesito a ti.-la coge del brazo y le acerca hacia él. Los
centímetros que los separaban se han convertido en milímetros. Los dos oyen el
latido de los corazones; laten al mismo ritmo. No escuchan nada más. El mundo
ha dejado de existir en el momento en que él le ha acercado a su cuerpo; ese
cuerpo con el que sueña acariciar el resto de su vida.
-
Nunca dejarás de hacerme sentir tan
vulnerable.-le brillan los ojos.
-
Nunca dejarás de embelesarme con tus labios.-le
arde la mirada.
-
No podemos hacerlo Lucas. No quiero volver a
caer.-baja la mirada intentando separarse de él, pero no puede.
-
Hemos caído en el momento en que nos vimos
aquella vez. Desde entonces tenemos la necesidad de caer una y otra vez hasta
que por fin seamos uno. Te quiero Sara. Te quiero desde el primer día que te vi
y eso nadie lo podrá cambiar. Si supieras todo lo que he hecho para que puedas
ser feliz… pero me resignaré a estos momentos a tu lado, en los cuales tú y yo
seamos los únicos protagonistas, los personajes de nuestra historia, una que no
tuvo principio, una que empezó de la nada y jamás acabará; nuestra historia sin
título…- y sin más preámbulos, el chico le besa bajo esa brisa mañanera propia
de finales de abril.
Los pájaros cantan, los coches pitan, los
niños gritan; pero ellos no los oyen. Ellos están sordos para el resto del
mundo. Ellos solo se escuchan el uno al otro. Ellos disfrutan de ese beso, el
cual les pasará más de una factura…
-
¡Eh tú, aparta de mi novio cacho zorra!-coge del
brazo a la chica y la empuja contra el suelo.-Sabía que me mentías cuándo
decías que ya no sentías nada por ella.-mira a Lucas con mirada desafiante.
-
¡¡Begoña!! ¿Qué haces aquí?-pregunta con la cara
desconcertada y muriéndose de vergüenza. No quiere que Sara salga perjudicada
por esto. Ha sido culpa suya. Begoña es muy peligrosa.
-
¿¡¡Que Qué hago yo aquí!!?? ¡¡Será que qué haces
tú aquí!! Y con esta guarra que lo único que ha querido es quitarme a mi
novio.-señala a la joven que todavía sigue en el suelo inmovilizada. No se
puede creer que otra vez haya aparecido en el momento más inoportuno. Parece
sacado de una novela.- Se puede saber que miras.-se acerca hacia Sara.-Si tú,
la que se ha liado con ¡mi novio!, que narices te crees que haces metiéndote en
medio de nuestra relación. Sabía desde el primer momento que eras un mal bicho,
que no pararías hasta hacerlo tuyo. Más te vale correr y lárgate. Pero antes
recuerda; la próxima vez no será una simple amenaza, eso está claro.
Sara se levanta de inmediato. Les mira una
última vez y se adentra en el instituto dejando atrás al chico con el que
desearía pasar el resto de su vida; en manos de una loca desenfrenada…
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