Zaragoza, 18 de abril a las 10:45…
<<Hola mi querido príncipe. ¿Qué hay
de nuevo? Supongo que todo te irá bien, al contrario que a mí. No he dejado de
pensar en ti ni un micro segundo. Estás
aquí, a mi lado, sentado junto a mí, lo noto y sin embargo estás lejos; lejos
de ser lo que quiero que seas conmigo, lejos de ser ese valiente príncipe azul
que me protege de cualquier tirano; en este caso de la realidad. Maldeciré
todos esos momentos que no los compartas conmigo y rezaré porque algún día tú y
yo formemos una historia, una en la que el “fueron felices y comieron perdices”
signifique que jamás se acabará. Pero es inútil, yo siempre seré la que no
pueda vivir sin ti y tú el que lo haga sin mí…>>
-
¿Alguien tiene alguna duda?-se gira hacia el
resto de la clase y observa las caras de aburrimiento que tienen sus
alumnos.-Perfecto, entonces seguiré con más ejemplos.-Los alumnos protestan y
miran la hora. Unos deciden abandonar la explicación para centrarse en algún
tipo de chiste que ha contado alguno, otros directamente lanzan papelitos a
diestro y siniestro para gastar bromas, las chicas comentan sobre los chicos
más guapos de su instituto (incluido el que vino nuevo hace un mes), pero hay
una chica que no le apetece cotillear sobre nada. Normalmente se hubiera unido
por no quedarse sola, pero hoy no tiene ganas de aguantar como piropean al
chico del que está profundamente enamorada y que jamás será suyo.
Le mira de reojo cada vez que puede. Es uno
de los pocos que están atendiendo a “la
Hitler”. En otras circunstancias quizás ella también, pero hoy no. Hoy no
es día para escuchar a nadie.
Es tercera hora ya y sin embargo no ha
cruzado palabra con Nacho. El chico ha intentado iniciar conversación, pero
ella no estaba por la labor. A él también le preocupa que le pase algo, se
imagina lo que le ocurre; quizás no fue buena idea quedarse con Pilar y los
demás.
Diana finge coger algo de la mochila para
mirarle ese perfil tan hermoso que tiene. Se emboba por unos segundos y regresa
a su posición inicial. Nacho se ha dado cuenta de su pequeña estrategia, así
que decide volverle a hablar:
-
¿Cuánto falta para el recreo?- se gira hacia
ella y la observa detenidamente. Está guapísima; como siempre, aunque el pelo lo
tenga un poco despeinado y las ojeras bastante marcadas. No hay duda de que
Diana, esté como esté; siempre será guapa.
-
¿No llevas reloj?-señala el reloj de pulsera que
lleva en la mano izquierda. Fin del plan. Le ha descubierto.
-
Sí, pero quería hablar contigo. Como esas veces
que tú me preguntas la hora siendo que también llevas reloj.-sonríe con un tono
burlón.
-
Pues hoy no me apetece hablar, así que déjame en
paz.-contesta tajante. Todavía no sabe porque le ha respondido de esa manera,
pero no lo ha podido evitar.
-
Diana-le coge del brazo y le mira fijamente a
los ojos- ¿te pasa algo?
-
No.-quita el brazo y le indica que calle. Él no
se quiere dar por vencido.
-
Si es algo que he hecho y te ha molestado,
perdóname por favor. No quiero que estés mal, eres una buena amiga.
-
<<Amiga… interesante palabra para definir
que jamás seré algo más para ti>> Que no es nada nacho. Déjame.
-
Está bien, pero si necesitas algo, cualquier
cosa, no dudes en pedírmelo.-Diana afirma con seriedad mientras Nacho se coloca
bien otra vez.
Quedan cinco minutos para que la clase
acabe. Los alumnos se van preparando para el sonido de la campana que anunciará
la libertad durante 30 minutos. Los chicos siguen riéndose a la par que recogen
sus apuntes. Las chicas siguen chismorreando sobre quién está más bueno. Nacho
sigue tomando apuntes y Diana sigue pensando en esa breve descripción que le ha
dado el chico de sus sueños, sobre lo que son en realidad… nada más que una
triste amiga para él.
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