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sábado, 7 de diciembre de 2013

Capítulo 28

Zaragoza, 18 de abril a las 13:30…
-          Sara, ¿has visto a Lucas? Lleva sin aparecer toda la mañana.-pregunta Pilar a su amiga.- En su clase dicen que no le han visto.
-          ¿¡Cómo!? ¿No ha venido?-le mira preocupada. Pensando todo el rato en lo de esta mañana y ayer por la tarde, ni se ha percatado que no estaba.
-          ¿Qué pasa Sara?-le mira preocupada por la posición que acaba de adoptar.
-          Le he visto esta mañana, pero no ha podido entrar conmigo al colegio.
-          ¿Por qué? –le abraza y le invita a seguir.
-          Me lo encontré de camino al instituto. No sabía que me estaba esperando. Estuvimos hablando cerca de la entrada y claramente volvimos a besarnos.
-          ¿Otra vez? Tía tenéis que salir ya-dice sonriendo.
-          Eso ahora no es el tema.-dice tajante.- Luego nos pilló su novia.
-          ¿Begoña?- la interrumpe.
-          Sí. Parece que la controladora también le persigue cuando va al instituto.-dice con sorna.-La cuestión es que  se enfadó muchísimo y me amenazó. Yo me fui y ya no he vuelto a saber nada más de él.-dice preocupada y con unas lágrimas en los ojos.
-          ¿Le dejaste con Begoña? ¡haberte quedado!-dice levantando la voz más de lo normal.
-          Yo que me sabía Pilar. Era su novia. Yo no pintaba nada. Además, si hubieses escuchado todo lo que me dijo… también te hubieras asustado.
-          Perdona, no sabía que te había afectado tanto.-le mira a los ojos y le vuelve a abrazar. Sara derrama unas pocas lágrimas que rápidamente desaparecen.
-          Esa chica está mal de la cabeza. Se ha puesto como una energúmena al vernos juntos. Parece como si ya supiera que entre Lucas y yo hay algo.-le dice susurrándole al oído.
-          Se ve claramente que os queréis. Lo que no entiendo es que hace saliendo con ella.-se queda pensativa.
-          Quizás porque esté jugando con las dos.-contesta con dureza.
-          ¡No digas tonterías Sara! Te quiere. Lo sé.-le abraza y afirma con la cabeza.
-          Pero tengo miedo de lo que esa loca le pueda hacer. ¿Y si le ha pasado algo?-le mira preocupada.-No puedo quedarme aquí sabiendo que no ha venido a clase por culpa de la niña esa.
-          No creo que le haya pasado nada. Lucas ya es mayorcito para cuidarse solo.-la tranquiliza.
-          No puedo relajarme Pilar, no puedo. Él hace que me altere y sin embargo sólo él puede calmarme. Le necesito y no soportaría la idea de que le pudiese haber pasado algo y yo no haber hecho nada por ayudarlo.-las lágrimas vuelven a aparecer en su rostro.-Tengo que encontrarle.-entra a clase para coger la mochila y sale lanzada hacia el pasillo. Pilar la coge del brazo y la detiene.
-          ¿Se puede saber dónde vas?-le grita asustada.
-          A por él y no intentes impedírmelo. Te llamaré si ocurre algo nuevo.
-          Pero no te dejarán salir.-niega con la cabeza.
-          Yo me las apañaré.-le suelta el brazo y corre hacia la puerta de salida guiada tan solo por su corazón.


Zaragoza, 18 de abril a las 13:45…

<< Guardo tu recuerdo en mi habitación. Necesito acordarme de ese momento para sonreír. Solo tú haces que yo siga adelante. Puede que la realidad no haya permitido hacer mis sueños realidad, pero yo seguiré deseando el momento en el que nuestros labios se junten. Una vez más no he podido dejar de pensar en ti. Te has aferrado a mi corazón. No puedo sacarte de él. Sin embargo a mí no me importa, sólo quiero verte para poder ser feliz. >>

-          Oye ¿sabes dónde está Sara?- pregunta un compañero a María.
-          No, no la he visto desde la anterior hora.-se vuelve a girar para intentar volver a sus pensamientos anteriores. No le apetece hablar con mucha gente, pues la amenaza de Diana la tiene en un sin vivir. Pero hoy no quiere pensar en eso, lo único que le importa es que hoy puede volver a ver a Pablo. No sabe muy bien como ingeniárselas para aparecer en la discoteca y no saltar las alarmas de sus antiguas amigas, pero Sara le ha ofrecido ir y aunque no le apetecía mucho, en cuanto ha oído pronunciar el nombre del chico que la vuelve loca, ha aceptado sin más predilección.
-          Igual se ha puesto mala.-la invita a seguir la conversación.
-          Puede ser.-responde sin mucho entusiasmo.
-          ¿Te apetecería tomar algo esta tarde?-le pregunta titubeando. Le encantaría que esa chica quedase con él. Es la más guapa de entre las guapas y aunque no hayan hablado mucho, le gustaría acercase más.
-          No puedo. Tengo planes.-le responde tajante. El chico vuelve a su posición habitual y sigue atendiendo a la insoportable explicación que “El Rudolf “da sobre los logaritmos.

Recuerdo la explicación de ese curioso mote. Fue un día de invierno en esos que todo el mundo está con tos y mocos y por supuesto nuestro querido profesor también. Tenía la nariz rojísima y a algún graciosillo de clase se le ocurrió llamarle como ese reno tan simpático de Santa Claus. Desde entonces, todo el mundo (incluido algún profesor) le llama así. Volviendo al tema…


Mira a la pizarra y pone la vista fija a un número. Quiere perderse en su mundo, en ese dónde nadie le hará daño nunca y en el cual; hay sitio de lujo para su querido Pablo. Sonríe al pensar en lo que algún día, si él lograra darse cuenta de todo lo que le necesita, podrían ser. Pero no pasa nada, hoy toca sonreír. Hoy toca demostrarle al mundo quien puede ser esa muchacha dulce e inocente. Hoy toca callar la boca de Diana y dejarse llevar por su corazón. Pero a veces el destino da demasiadas vueltas, vueltas que acaban en una gran tormenta de sentimientos…

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