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jueves, 26 de diciembre de 2013

Capítulo 30


Zaragoza, 18 de abril a las 14:30…
-          <<Mierda, las dos y media y todavía no le he visto. ¿Dónde se ha metido este chico?>>
Mira alrededor de la calle sin éxito. Otro lugar en el que no está. Lleva ya casi una hora buscándole, pero no lo encuentra.
Echa un último vistazo por si acaso se ha pasado algo por alto y continúa calle abajo. Está agotada. No ha parado de correr alrededor del barrio en su busca. Ha ido a su casa, al parque que hay al lado del instituto, a algún bar y cafetería y ni rastro de él.
Decide sentarse unos minutos, en un banco cerca de casa de Lucas. No está muy lejos del instituto, así que si por algún causal, ha ido ahí, podrá llegar en un par de minutos.
Revisa su móvil por si le ha mandado algún mensaje. Nada. No da señales de vida desde las ocho y diez; su última conexión. Es como si se le hubiera tragado la tierra, en este caso como si se le hubiera tragado una hiena con sed de venganza…
Lee los mensajes que le han dejado otras personas. Pilar le pregunta si ha encontrado a Lucas. Pablo le saluda para ver que tal está. María tiene curiosidad por saber lo que le ha pasado y el grupo que fue creado ayer para lo de esta tarde; está lleno de mensajes que luego leerá.
Recoge su móvil, no sin antes echar una última llamada a Lucas, el cual sigue sin contestarle.
Se levanta del banco dispuesta  a seguir en su búsqueda, cuando de repente oye una voz familiar; su voz. Pero no está solo, a su lado se encuentra ella. La chica que hace unas horas parecía que le iba a matar, ahora la está abrazando.
Se esconde detrás de unos arbustos, para evitar que vea el dolor que su cara está mostrando en este momento. Afortunadamente nadie se ha dado cuenta de su presencia. Ellos dos siguen tan acaramelados como antes. Se abrazan todo el rato, se gastan bromas, se besan apasionadamente… es como si nada de esta mañana hubiese sido real. Como si Lucas y Sara jamás se hubieran besado. Como si Begoña nunca les hubiese descubierto. Como si Lucas estuviese verdaderamente enamorado de su novia. Como si todo hubiese sido un sueño…
Una vez que la pareja pasa de largo, Sara decide marcharse a su casa corriendo. No quiere saber nada más de ellos dos. Ya ha visto bastante. Se ha preocupado por alguien que ni si quiera ha pensado en el mal que le estaba haciendo a ella.
Corre calle abajo hasta que llega a su portal. Abre la puerta y rápidamente sube las escaleras para llegar por fin a su casa. Ese lugar dónde se  ha pasado los últimos días llorando, pero dónde nada malo le puede ocurrir.
Se quita la ropa, se pone un pijama, deja su mochila sobre el escritorio, abre la cama y se echa a dormir. No tiene sueño, pero necesita olvidar estas últimas horas y para ello, lo mejor es dormir, soñar, creer que todo esto es un sueño, una horrible pesadilla de la que algún día despertará…

Zaragoza, 18 de abril a las 16:00…

-          ¿Entonces vas a venir?-pregunta Pablo.
-          Creo que sí, pero tengo miedo.-contesta María un poco asustada.
-          No pasará nada, yo estaré ahí para que Diana no te diga nada ¿vale?-responde al otro lado del teléfono.
Pablo se ha enterado de que María igual venía y ha decidido llamarla para terminar de convencerla. Le gustaría mucho que viniese, ya que hay algunas cosas que tiene que hablar con ella. Entre los exámenes y otros líos, hace mucho que no queda con ella y le encantaría volverle a ver.
-          ¿Seguro?-pregunta María con admiración. Le encanta que él la proteja. Se siente tan segura en sus brazos, que nunca se despegaría de ellos.
-          Claro. Para eso están los amigos.-sonríe por la otra línea.
-          Sí, amigos…-dice María un poco decepcionada. Pero no va a ponerse mal. Hoy no.-Muchas gracias de verdad.
-          No tienes que darme las gracias. Lo hago encantado.
-          Eres un encanto.-se muerde el labio.
-          Y tú una zalamera.-se ríe. Ella también.-Bueno te tengo que dejar. Tengo que hacer deberes antes de quedar.
-          Sí, yo también.
-          Recuerda, a las ocho en la parada del veintitrés. Así bajaremos todos juntos.
-          Ahí estaré.
-          Sé puntual.-le advierte.
-          Lo seré. Yo no soy como Sara.-se ríe.
-          Lo sé.-sonríe.-Adiós. Un beso.
-          Un beso.-cuelgan a la vez.
Deja el teléfono al otro lado de la cama y se queda pensativa en la última conversación que ha tenido con Pablo. Cada día le encanta más, sobre todo cuando se pone protector como antes.
Hoy ha decidido no estar triste. Hoy quiere reír de felicidad aunque la vida se lo impida. Hoy quiere saltar y bailar todo el rato. Hoy quiere lanzarse, quiere declararse de una vez. Hoy solo le quiere a él. Hoy simplemente quiere ser feliz, pero a veces las cosas no son tan fáciles…



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