Zaragoza, 18 de abril a las 14:30…
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<<Mierda, las dos y media y todavía no le
he visto. ¿Dónde se ha metido este chico?>>
Mira alrededor de la calle sin éxito. Otro
lugar en el que no está. Lleva ya casi una hora buscándole, pero no lo
encuentra.
Echa un último vistazo por si acaso se ha
pasado algo por alto y continúa calle abajo. Está agotada. No ha parado de
correr alrededor del barrio en su busca. Ha ido a su casa, al parque que hay al
lado del instituto, a algún bar y cafetería y ni rastro de él.
Decide sentarse unos minutos, en un banco
cerca de casa de Lucas. No está muy lejos del instituto, así que si por algún
causal, ha ido ahí, podrá llegar en un par de minutos.
Revisa su móvil por si le ha mandado algún
mensaje. Nada. No da señales de vida desde las ocho y diez; su última conexión.
Es como si se le hubiera tragado la tierra, en este caso como si se le hubiera
tragado una hiena con sed de venganza…
Lee los mensajes que le han dejado otras
personas. Pilar le pregunta si ha encontrado a Lucas. Pablo le saluda para ver
que tal está. María tiene curiosidad por saber lo que le ha pasado y el grupo
que fue creado ayer para lo de esta tarde; está lleno de mensajes que luego
leerá.
Recoge su móvil, no sin antes echar una
última llamada a Lucas, el cual sigue sin contestarle.
Se levanta del banco dispuesta a seguir en su búsqueda, cuando de repente
oye una voz familiar; su voz. Pero no está solo, a su lado se encuentra ella.
La chica que hace unas horas parecía que le iba a matar, ahora la está
abrazando.
Se esconde detrás de unos arbustos, para
evitar que vea el dolor que su cara está mostrando en este momento.
Afortunadamente nadie se ha dado cuenta de su presencia. Ellos dos siguen tan
acaramelados como antes. Se abrazan todo el rato, se gastan bromas, se besan
apasionadamente… es como si nada de esta mañana hubiese sido real. Como si
Lucas y Sara jamás se hubieran besado. Como si Begoña nunca les hubiese
descubierto. Como si Lucas estuviese verdaderamente enamorado de su novia. Como
si todo hubiese sido un sueño…
Una vez que la pareja pasa de largo, Sara
decide marcharse a su casa corriendo. No quiere saber nada más de ellos dos. Ya
ha visto bastante. Se ha preocupado por alguien que ni si quiera ha pensado en el
mal que le estaba haciendo a ella.
Corre calle abajo hasta que llega a su
portal. Abre la puerta y rápidamente sube las escaleras para llegar por fin a
su casa. Ese lugar dónde se ha pasado
los últimos días llorando, pero dónde nada malo le puede ocurrir.
Se quita la ropa, se pone un pijama, deja
su mochila sobre el escritorio, abre la cama y se echa a dormir. No tiene
sueño, pero necesita olvidar estas últimas horas y para ello, lo mejor es
dormir, soñar, creer que todo esto es un sueño, una horrible pesadilla de la
que algún día despertará…
Zaragoza, 18 de abril a las 16:00…
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¿Entonces vas a venir?-pregunta Pablo.
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Creo que sí, pero tengo miedo.-contesta María un
poco asustada.
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No pasará nada, yo estaré ahí para que Diana no
te diga nada ¿vale?-responde al otro lado del teléfono.
Pablo se ha enterado de que María igual
venía y ha decidido llamarla para terminar de convencerla. Le gustaría mucho
que viniese, ya que hay algunas cosas que tiene que hablar con ella. Entre los
exámenes y otros líos, hace mucho que no queda con ella y le encantaría
volverle a ver.
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¿Seguro?-pregunta María con admiración. Le
encanta que él la proteja. Se siente tan segura en sus brazos, que nunca se
despegaría de ellos.
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Claro. Para eso están los amigos.-sonríe por la
otra línea.
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Sí, amigos…-dice María un poco decepcionada.
Pero no va a ponerse mal. Hoy no.-Muchas gracias de verdad.
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No tienes que darme las gracias. Lo hago
encantado.
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Eres un encanto.-se muerde el labio.
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Y tú una zalamera.-se ríe. Ella también.-Bueno
te tengo que dejar. Tengo que hacer deberes antes de quedar.
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Sí, yo también.
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Recuerda, a las ocho en la parada del
veintitrés. Así bajaremos todos juntos.
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Ahí estaré.
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Sé puntual.-le advierte.
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Lo seré. Yo no soy como Sara.-se ríe.
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Lo sé.-sonríe.-Adiós. Un beso.
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Un beso.-cuelgan a la vez.
Deja el teléfono al otro lado de la cama y
se queda pensativa en la última conversación que ha tenido con Pablo. Cada día
le encanta más, sobre todo cuando se pone protector como antes.
Hoy ha decidido no estar triste. Hoy quiere
reír de felicidad aunque la vida se lo impida. Hoy quiere saltar y bailar todo
el rato. Hoy quiere lanzarse, quiere declararse de una vez. Hoy solo le quiere
a él. Hoy simplemente quiere ser feliz, pero a veces las cosas no son tan
fáciles…