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martes, 20 de mayo de 2014

Capítulo 39

Zaragoza, 19 de abril a las 00:15…          
-          ¿Por qué? ¿Por qué lo has hecho? ¿Tan difícil era aguantarte un poquito por una vez?-la tristeza y el enfado se puede apreciar al mismo tiempo en sus ojos.-Respóndeme.
-          No tengo por qué explicarte nada. Lo he hecho porque he querido. –contesta sin apenas mirarle a los ojos.
-          ¿¡Pero cómo se puede ser tan cínica!? Tú sabías que me gustaba y aun así tienes el descaro de besarle en mis narices, tú no eres ni una amiga ni nada.-se seca una pequeña lágrima que aparece en su cara.
-          No lo hice por ti.
-          Me da igual. La cuestión es que le besaste y te importó un comino mis sentimientos.
-          Me trae al pairo lo que pienses.
-          Vete a la mierda.
-          Ya tengo suficiente mierda encima, no me importa qué más pueda pasar.
-          Yo he intentado ayudarte lo mejor que he podido y así me lo pagas… No te mereces nada.-le mira por última vez a los ojos con mirada desafiante y se aleja de ella.
Diana se queda sola.
Mira a su alrededor. Sus amigos están cómo hasta hace un rato; Rubén y los demás chicos piropean a unas jóvenes que están sentadas en la barra, María y Paula acaban de juntarse y la miran con recelo, Lucas y Sara siguen sin aparecer en la pista y por último ahí está él; con ella.
Agacha la cabeza otra vez y cierra los ojos. Presiona fuerte los párpados contra su piel para evitar que las lágrimas salgan.
Se deja embaucar por el sonido de la música. La canción es la misma que sonó hace un rato, es cómo si el destino haya decidido poner esa música cada vez que le mira.
Cada nota se clava en sus tímpanos. No desea llorar, tan solo quiere bailar, bailar hasta pisotear cada una de sus lágrimas.

 “I just wanna hold ya. I just wanna kiss ya. Wrap my arms around you. Cuz loving you is so true. I just wanna hold ya. I just wanna kiss ya. Wrap my arms around you. Cuz loving you is so true. I just wanna hold ya. I just wanna hold ya.”

<< Bailaré hasta quedarme sin fuerzas. Cantaré hasta quedarme sin voz. Saltaré hasta salir de este mundo. Sonreiré hasta que mi sonrisa sea de verdad. Taconearé hasta que se me desgasten los zapatos. Gritaré hasta dejar al mundo entero sin oído. Subiré el volumen hasta romperme los tímpanos. Agitaré mi brazo hasta tocar el cielo. Me moveré hasta hacer temblar el suelo. Cerraré los ojos hasta quedarme ciega. Haré cualquier cosa antes que verte sonreír. >>


-          ¿Te gusta la canción?
Diana sigue saltando cuándo un chico de unos 17 años le mira. Parece un poco desaliñado y nervioso. Aun así tiene algo enigmático que hace temblar a la chica.
-          Sí. Es muy bailable y me viene muy bien para desfogarme.
-          Exacto. Es lo mejor de esta canción.-le sonríe.-Se llama “I just wanna”. Es mi canción favorita.
-          ¿Por qué?-pregunta curiosa.
-          Porque expresa lo que más siento en este momento; solo quiero tenerte ya.-le sonríe pícaro. Ella le corresponde.
-          Una contestación muy ingeniosa, ¿se lo has dicho a todas las tías que has entrado esta noche?
-          Puede, pero solo a ti te lo he dicho en serio.
-          Seguro que eres el típico ligón de turno que va por ahí piropeando a las chicas para ver cuál cae antes y en cuanto las tienes a punto de caramelo las dejas tiradas. Todos sois iguales.-le mira con asco. Algo en sus palabras le ha recordado a Nacho.
-          ¡Cómo te cambia el carácter! Va a ser verdad que las tías son tan bipolares cómo dicen.-sonríe con sarcasmo.
-          Vete a tomar por culo.-le saca el dedo corazón.
-          Eh eh, relaja monada.  Solo quería conversar un rato contigo pero ya veo que estás amargada.
-          ¡No estoy amargada! Simplemente no quiero hablar con un tío tan capullo cómo tú.
-          ¿Sabes? Yo tengo un buen remedio para la tristeza. -se mete la mano en el bolsillo y saca una especie de cigarro pero de un material distinto.
-          ¿Eso es un porro?-pregunta incrédula.
-          Veo que la amargada es también inteligente.-le aplaude irónicamente.
-          ¡Que no estoy amargada!-grita con furia.
-          Tu mala leche no dice lo mismo.-se ríe. Ella le mira con odio.-Va ¿quieres?-le ofrece el porro.
-          Yo no me drogo.
-          Esto no es drogarse, es pasarlo bien. Te ayudará a ser un poquito más feliz.
-          Yo soy feliz tal y como estoy.
-          ¿Seguro? Entonces ¿por qué no paras de mirar a aquel chico de allí y te secas las lágrimas cada vez que te vuelves a girar? ¿por qué estás hablando con un capullo como yo si lo que de verdad quieres es estar con él? ¿por qué estás bailando sola si darías lo que fuera por hacerlo con él?-le mira con desdén.
Diana está cabizbaja. Le duele lo que ese chico le acaba de decir. Tiene razón, ella no es feliz ni nunca lo será si no está con Nacho. Pero, ¿habrá alguna otra forma de serlo también?
-          Está bien. Solo una calada.
-          No te arrepentirás. Por cierto; ¿cómo te llamas?-le ofrece el porro y ésta lo acepta.
-          Diana. ¿Y tú?

-          Marcos.

viernes, 2 de mayo de 2014

Capítulo 38

Zaragoza, 19 de abril a las 00:30…
Las doce y media. Sábado. El viernes llegó a su fin llevándose con él lo más valioso que cualquier mujer pudiera tener.
No recuerda muy bien cómo acabó la cosa. En su cabeza aturdida por el alcohol se suceden imágenes que se entremezclan unas con otras. En una aparece él agarrándola fuerte y apretándola junto a él, en otra ella le desabrocha furiosamente la camisa y toda esa tela que separan sus cuerpos calientes. En las siguientes solo puede distinguir algún que otro gemido o quejido. Recuerda un dolor; minúsculo si lo comparamos con el placer de estar enteramente juntos; cómo siempre soñaron. Nunca se atrevieron a dar ese paso, por eso ambos decidieron beber más de la cuenta. Lo necesitaban, debían desfogarse ya, antes de que ese deseo se volviera en su contra.
-          ¿Te encuentras más despierta?-le acaricia suavemente el pelo.
-          Todavía me mareo un poco.-le mira unas décimas de segundo y vuelve a agachar la cabeza. Aunque el alcohol todavía le está afectando, no puede evitar sentirse avergonzada de lo que han hecho.
-          No te preocupes, descansa.-le agacha la cabeza y la apoya entre sus piernas.
Tumbada en el suelo, con la cabeza sobre sus largas y esbeltas piernas, mientras él le acaricia para relajarla, hablando pausadamente para no producirle ningún dolor de cabeza propio del día de después. Sería una escena de película si el lugar en el que se encontraran no fuese un baño de discoteca.
Después de haber terminado los dos se sentían mareados y no querían salir al exterior para tener que enfrentarse a las miles de preguntas que sus amigos les harían pidiendo una explicación por su desaparición.
Decidieron quedarse los dos juntos, sentados el uno con el otro. No hablaron mucho hasta entonces, pero ambos sabían que en sus cabezas rondaba el mismo pensamiento.
-          ¿Te ha gustado?-pregunta él para romper el hielo.
-          ¿El qué?- le mira indecisa.
-          Ya sabes…-responde avergonzado.
-          No sé… ¿por qué lo preguntas?
-          Es lo que se pregunta en estos casos ¿no?-sonríe. Ella también.
“En estos casos” ¿Será esto otro caso más? ¿Otro polvo que unos adolescentes echaron fruto del alcohol?
Se horroriza al pensarlo. Nunca se imaginó que su primera vez iba a ser de esta forma. No había sido planeada ni tampoco deseada. Bueno, quizás sí, aunque ellos no lo supieran del todo.
De todas formas le ha gustado, demasiado diría yo. Se ha sentido libre por primera vez, cómo si necesitara hacerlo para estar en paz consigo misma. Pero enseguida vuelven los problemas. Piensa en Begoña. Igual con ella también lo ha hecho y por eso él ha sido el que ha tomado la iniciativa. Quizás él era más “experto” de lo que parecía.
Al pensar eso unas lágrimas aparecen por su rostro.  El chico se percata enseguida.
-          ¿Qué ocurre?-Le quita las lágrimas de su cara.
-          Lo de siempre Lucas. Estoy harta de no poder tener  ni un único momento de felicidad plena contigo, siempre hay algo que acaba destruyéndolo todo.-Se encoje de piernas y llora una vez más.
-          Escúchame Sara,-le pone justo delante de sus ojos y sigue.-haré lo que haga falta por estar juntos. Lo juro.
-          ¿Por qué mientes?-le mira con tristeza. En sus ojos puede verse todos los pensamientos que rondan por su mente.
-          No miento.
-          Sí lo haces. Lo has hecho siempre. Dijiste que sólo me querías a mí y luego descubrí que tenías novia. Dijiste que me ibas a proteger siempre y tu novia estuvo a punto de pegarme. Dijiste que había una razón lógica por la que no estamos juntos y sin embargo nunca llegaste a explicármela. Dijiste que contigo nada malo me pasaría y mira lo que acabamos de hacer…
-          ¿Consideras que esto ha sido un mal acto?-pregunta perplejo. Le ha hecho daño eso.
-          No, pero una chica de quince años es demasiado joven todavía para haber perdido la virginidad.
-          Yo no te he obligado a nada.
-          Lo sé, pero hay una parte de mí que desearía haber esperado un poco más.
-          ¿Por qué?
-          Porque toda chica sueña con hacerlo con su primer amor, con alguien que la respete y del que esté segura que no le va a utilizar. Alguien con quien ya esté de novia formal ¿entiendes? Nosotros no somos nada ni nunca lo seremos, sencillamente porque ya tienes novia y si de verdad me quisieras todo lo que tú dices la dejarías y te irías conmigo lejos, al fin del mundo.
Lucas la mira admirado. Parece más serena que nunca. Es como si tuviera todo este discurso preparado para ahora. Sus ojos no se separan de los suyos. Ve su pelo desaliñado, su maquillaje corrido, sus lágrimas resbalando por esa piel color marfil, su vestido mal puesto dejando al descubierto una parte de ese canalillo por el que antes sus labios se deslizaron. Aun así sigue estando preciosa.
-          Te quiero.
-          ¿Y de qué me vale a mí todo eso? ¿Para qué quiero saberlo ahora? ¿Para maldecir cada segundo que me rayé por saber si sentías lo mismo? ¿Para llorar una vez más por no poder estar contigo? ¿Para mandar todo a la mierda e irme por dónde he venido? No Lucas, es demasiado tarde. Hagas lo que hagas no volveremos a estar juntos.
-          ¿Significa esto que no volveremos a ser...? ya sabes.
-          ¿El qué? Nunca fuimos nada ¿recuerdas? No tengo porque darte explicaciones de nada de lo que haga. No necesito pedirte permiso para poder liarme con cualquier tío que me guste o si me siento atraída por otro. No tengo porque entregarme a ti única y exclusivamente, al igual que tampoco tengo que comprometerme con alguien que jamás lo hará conmigo.-le mira decisiva.
-          ¿Es esto un adiós?
-          Me temo que sí.-agacha la cabeza.
-          ¿Qué se supone que harás? ¿Evitarme?-dos lágrimas se dejan ver bajo un rostro lleno de preocupación.
-          En un principio sí, hasta que logre olvidarte.
-          Pero Sara…-se pone de pie y le agarra la cintura- sé que es difícil de comprender, sé que te he fallado varias veces pero créeme cuándo te digo que eres la única persona a la que he amado de verdad.
-          Eso deberías decírselo a tu novia, no a mí.-le mira con dureza- y ahora déjame.-se gira a la vez que se libera de sus manos y camina hacia la puerta de salida. Lucas está ansioso, no sabe muy bien qué hacer. No quiere que Sara piense que es un mujeriego, un hombre cuya única diversión es utilizar a las chicas.
Cada paso por el que se aleja de él es un puñal directo a su corazón.
-          ¡Pero yo a Begoña no la quiero!-grita con todas sus fuerzas. Sara se para en seco. Nunca le oyó decir eso. Lucas le mira inquieto; ¿está preparada para oír la verdad?
-          Mientes.-agita la cabeza como señal de que ha vuelto a desengañarse.- Mientes una vez más. Si no la quieres ¿por qué estás con ella? ¿por Rubén? Eso no es creíble.
Parece que ha llegado el momento.
-          Tienes razón, no es creíble.-Sara se sobresalta. No se esperaba esa afirmación.
-          ¿Entonces? Cuéntame de una vez aquello tan importante que nos impide estar juntos.-el tono de ironía se puede observar en cada una de sus palabras.
-          Prométeme que te quedarás hasta que termine toda la historia y no me interrumpirás.-le mira fijamente.
-          Te lo prometo.-dice inquieta.
-          Conocí a Begoña por casualidad. Yo paseaba haciendo un poco de ejercicio, quería ponerme en forma para gustarte más. Me gustaba salir a correr porque podía sentir cómo el invierno daba su fin dejando paso a mi estación favorita; la primavera.-sonríe-Un día oí a una chica llorar y me acerqué para ver si le ocurría algo. No me contó gran cosa pero acabó diciéndome su nombre y su número de teléfono. Era Begoña. Parecía una chica afable, simpática y sincera. Nunca sospeché que fuera quién es realmente. A lo largo de los días hablamos más y más hasta que ella empezó a sentir algo más por mí. Cuándo me lo confesó quedé perplejo; no me imaginaba nada. Yo estaba muy enamorado de ti y no tenía ojos para otra chica así que le dije que no quería nada con ella. Sin embargo Begoña no se lo tomó muy bien, estaba empeñada en que mi corazón era de otra y en eso no se equivocaba, pero nunca se lo llegué a confesar. Con el tiempo me enteré que su padre compró un negocio de esos de bares que casualmente era en el que trabajaba tu madre. A Begoña no le costó mucho averiguarlo al igual que adivinó todo lo que sentía por ti. Nunca supe cómo lo hizo. Me chantajeó con despedir a tu madre si no salía con ella. Yo en un primer momento fui egoísta y le dije que me daba igual, pero tú me contaste entonces todo lo mal que ibais de dinero y se me paralizó el corazón. Sabía que si despedían a tu madre probablemente os iríais con tu padre con que no te volvería a ver y eso era lo que más me dolía en el mundo; no poder volver a tocarte nunca más; no poder oír tu respiración agitada a causa de algo atrevido que haya dicho, no poder sentir el calor de tu piel cuándo mis dedos rozan tu cuerpo…
-          ¿Estás diciendo que Begoña es la culpable de que traten tan mal a mi madre en el trabajo?-Le mira con furia. Odiaba a esa niña antes de saber todo esto pero ahora la odia más que nunca. 
-          Seguramente.-afirma con la cabeza.-Me hizo prometerle que si yo salía con ella su padre no despediría a tu madre y así al menos podía verte cada día aunque jamás pudiera tocarte cómo quisiera.
-          ¿Es todo esto verdad? ¿Permitiste que te chantajeara solo por tenerme cerca?-otra lágrima aparece en su rostro. Se ha quedado de piedra al oír esa historia y no está segura de sí es verdad del todo.
-          Te lo dije; haría cualquier cosa por estar junto a ti y si para ello tengo que salir con una loca ten por seguro que lo haré.
En ese momento sobran las palabras, ya se han dicho suficiente. Sara se abalanza hacia él y le besa. Esta vez sí que es un beso de amor, un beso de “daría lo que fuera por volver a estar juntos, como hace media hora”, o tal vez un beso de “hazme tuya una vez más”.
Lucas le hace caso y la agarra fuertemente contra su pecho. Le coloca contra la pared y le vuelve a quitar el vestido hasta quedar completamente desnuda. El joven recorre todo su cuerpo con sus labios provocando unos dulces gemidos a la chica. Ella se siente hiperactiva, no puede parar. Le besa mientras le estruja contra su cuerpo. El chico baja los labios hasta los pechos de la joven dónde vuelve a dejar su huella y ella se limita a acariciar ese torso que tanto tiempo soñó con acariciar.
Durante unos segundos se miran decisivos y finalmente la vuelve a hacer suya. Ella grita muy fuerte, muy alto, como nunca hizo. Esos grititos excitan aún más al chico, que se siente otro completamente distinto.
-          Si…gu..e-consigue pronunciar Sara.
Y sigue, y no para, y consigue elevarla hasta el cielo…
La música no consigue acallar los gemidos de los jóvenes, pero no se detienen. Ambos están en otro mundo, un mundo completamente nuevo; el mundo del placer.

Tell me everything, everything you feel. Cause I need to know if this love is real. I'm waiting for an answer baby, an answer from you. I'm looking for a reason baby, the reason to do, to do. Things that fill me up inside, I'm feeling so blue, without you.
I just want you by my side”


<<Sólo una vez más. Sólo vuelve a besarme hasta el final. Sólo deja que nuestros sentimientos vuelvan a salir a la luz. Sólo permíteme rozar tu cuerpo hasta que se quede grabado en mi memoria. Sólo desliza tus dedos hasta que los sienta parte de mi piel. Sólo siénteme dentro de ti hasta que mis gemidos sean comparables con nuestro amor. Sólo hazme chillar hasta que el resto del mundo sea sordo. Sólo poséeme hasta que el amor deje de significar amor. Sólo elévame hacia el cielo hasta que no quiera bajar nunca más de ahí. Tan sólo vuelve a hacerme tuya. Tan sólo deja que nuestros cuerpos hablen. Tan sólo permíteme ser tuya hasta que el infinito nos atrape>>

jueves, 1 de mayo de 2014

Capítulo 37

Zaragoza, 18 de abril a las 23:15…
-          ¿No está un poco alta la música?-le grita Nacho a Pilar.
-          Pues claro, estamos en una discoteca. ¿Cómo quieres que esté la música?-se ríe la chica.
-          Podrían ponerla más baja.-le hace una mueca.
-          ¡Mira que eres clásico!-le saca la lengua.
-          Me gusta que mis tímpanos no sufran.
-          Anda cállate y vamos a bailar.-le agarra de la mano y le lleva hasta la pista de baile. Nacho le sigue sin poner objeción.
Cada uno mira al otro fijamente. Ella le sonríe con amor, él le mira con devoción.
De fondo se oye “I just wanna” de Voxis. La chica empieza a saltar al ritmo de la música. Él se queda inmóvil, sin poder mover una sola articulación de su cuerpo.
No deja de fijarse en cada movimiento que ella hace ante él. La chica no para de bailar sensualmente para perdición de él. Él nunca ha sido de bailar, pero algo en su interior se despierta, le pide que baile, que se mueva sin control, que la agarre sin ningún tapujo, que salten juntos; con sus cuerpos en contacto.
Sobran las palabras, faltan los gemidos.
Decide posar sus manos en esas caderas que tanto le tientan. Los dos cierran los ojos al mismo tiempo, quizás para comprobar si esto en verdad es un sueño; su sueño hecho realidad.
El corazón de Nacho comienza a latir al mismo ritmo que las notas de esa música acompañante de todos sus movimientos. Ella de vez en cuando le mira para comprobar que no se ha esfumado; como acostumbra a hacer en sus fantasías.
Le sonríe pícara; esta vez es ella quien tiene el control.
Él siente un sudor frío. Una extraña sensación recorre todo su cuerpo. Pero le gusta, le gusta sentirse suyo, le gusta esa chica que hasta entonces no había aparecido. Está muy sexy; demasiado para que un hombre al contacto con su cuerpo esté en sus cabales.
Aprovecha que la chica tiene los ojos cerrados para susurrarle al oído algo.
-          Créeme cuándo te digo que eres perfecta.-vuelve a su posición original. Esta vez es él el que baila y ella la que permanece inmóvil.
-          ¿Por qué dices eso?-le ha extrañado lo que le ha dicho, pero le ha encantado.-Nunca me habían dicho que era perfecta.
-          Deberían hacerlo.-le sonríe.
-          ¿Por qué?-se para en seco. Ha vuelto a ser esa niña ingenua y pequeña que era antes de comenzar la noche.
-          Porque basta un solo movimiento de tu cuerpo para que yo pierda el control.
Le brillan los ojos a la chica. Él sigue bailando.
-          En ese caso haré que lo pierdas del todo.-comienza a bailar como nunca antes lo hizo. Él la contempla con deseo. Se queda prendado de su cuerpo. Ese que desea tener entre sus brazos hasta el final de los días.

“I just wanna hold ya. I just wanna kiss ya. Wrap my arms around you. Cuz loving you is so true. “

-          Te echo de menos.-le susurra él.
-          ¿Me echas de menos?-pregunta extrañada. Cada frase que le dice le sorprende aún más.
-          Sí.-responde tajante él.
-          ¡Pero si estoy aquí!-grita frustrante ella. Él niega con la cabeza.
-          No me has entendido.-le mira a los ojos y le para en seco.-Mis labios echan de menos el roce de tu cuerpo.
Y sin más preámbulos Nacho le roba ese beso con el que ella tanto soñó.
Ella no sabe muy bien que hacer. Le encanta el tacto de su boca. Posa sus brazos en sus hombros y se deja llevar. Los mandos han cambiado. Ahora él tiene el control.
Los sentimientos afloran en un abrir y cerrar de ojos. La música sigue sonando mientras ellos se funden en ese beso interminable, por decirlo de algún modo.
Él baja suavemente las manos por su espalda hasta llegar a su trasero. La chica siente un cosquilleo, pero no hace nada, no se lo impide. Él la agarra fuertemente y la coge en brazos a la vez que ella se cuelga como un mono de él.
Luego él baja sus labios por su cuello haciendo que Pilar emita un suave gemido. Nunca se había sentido así con un chico. Nunca había conocido a nadie como él; alguien capaz de sacar su lado más salvaje.
-          Al fin lo hiciste. Al fin comprendiste todo lo que sentía.
-          Lo sabía desde hace tiempo.
-          ¿Y por qué no lo hiciste antes?
-          Porque quería hacerlo como un sueño; algo mágico. Quería que no pareciera del todo real, porque así es como te siento cuándo te miro; perfectamente irreal.

Zaragoza, 18 de abril a las 23:45…
¿Está viendo bien? ¿Seguro que son ellos? No. Por favor él no. Se frota los ojos por quinta vez y se pellizca por décima vez para corroborar que todo esto no es sueño o mejor dicho una pesadilla.
Parece que no lo es.
<< ¿Por qué a ella? ¿Por qué la tiene que querer a ella? Yo le conocí antes; tengo preferencia. >>
Se siente impotente.  Sabía que esto ocurriría tarde o temprano pero empezaba a tener la esperanza de que hoy al final no lo hicieran. No ha podido hablar con él en toda la noche, más bien no ha hablado con casi nadie en toda la noche. Ha estado sola casi todo el tiempo. No quería aguantar las estúpidas vidas felices de los demás, ni siquiera la de él.
Pero ahora lo ha visto claramente, ha visto esa mirada en sus ojos que nunca tuvo con ella. La quiere, de una forma que nunca podrá querer a ella.
Baja la vista al suelo y nota como la primera lágrima cae de sus ojos. Siente un pinchazo en el corazón que le obliga a caer rendida al suelo. Se tapa la cara con las manos; aquellas que un día lograron alcanzar su piel.
Empieza a notar cómo el aire no puede entrar en sus pulmones. Las lágrimas tapan todos los orificios de salida.
 La gente que hay a su alrededor la mira sin mucho entusiasmo, cómo si ya estuvieran acostumbrados a presenciar escenas semejantes a ésta.
Ella llora y llora. No puede evitarlo, no quiere evitarlo. Ahora mismo le dan igual los demás, sólo quiere estar junto a él; una vez más. La última.
En su cabeza no dejan de pasar las últimas imágenes vistas de él. Revive ese beso que se dio con Pilar y con ella no. Recuerda ese roce poco disimulado que entre sus cuerpos surgió.  Conmemora la cogida entre sus brazos que a ella nunca dará.
Y llora una vez más. Maldice no ser ella la que esté entre sus brazos. La ira se apodera de su cuerpo. No hay tristeza, tan solo rabia, dolor, destrucción, ira, desamor.
Ese sentimiento hace que se levante de golpe. Ya no llora, tan solo mira desafiante.  Quiere ir hasta ellos, dejarle bien claro que es un auténtico estúpido por querer a otra en lugar de a ella, pero no puede. Sus pies no le dejan moverse en esa dirección. Algo en ella la debilita. No tiene todavía la suficiente fuerza cómo para enfrentarse a su mirada; esa que siempre fue su predilección. Esos ojos azules que nunca dejaran de embelesarla.
No.
No puede.
Es demasiado débil para enfrentarse a sus ojos.
A lo lejos oye a otros tres chicos. Son su mejor amiga, el chico con el que hace un rato acaba de mantener una conversación un tanto inquietante y su “enemiga” por designarla con una palabra.
Se le encienden los ojos al comprobar que su “enemiga” es feliz. Se siente estúpida.
<<Yo soy la que debería estar riendo no tú; zorra. Tú deberías llorar por todo lo que hiciste. Tú tendrías que estar sufriendo mal de amores y no yo. Tú y solo tú tienes la culpa de todo. Si no te hubieras entrometido en mi relación yo jamás me hubiera enamorado de Nacho y ahora mismo sería feliz. ¡Qué injusta es la vida! Pero no te preocupes, yo haré que sea justa>>
Entonces lo ve. Observa cómo vuelve a sonreír por una tontería que ha dicho su amigo; el cual hace unos minutos acaba de confesarle que está enamorado de ella.
Sonríe de una forma tan frívola que haría temblar al mismísimo Conde Drácula.
Sus pies empiezan a caminar hacia ellos tres. Las chicas no se dan cuenta pero él sí. Él ha sabido perfectamente todo lo que su amada ha estado haciendo a cada minuto. Conoce sus llantos, sus lágrimas, su dolor. Todo por alguien que no es él. Todo por alguien que nunca la valorará tanto como él.
La chica se acerca lentamente. Las otras dos siguen riendo y él la sigue con la mirada. Recorre todo su cuerpo con sus ojos. Le tiemblan las piernas al verla a unos escasos centímetros de él. Ahora mismo nota como si todo a su alrededor desapareciese, como si solo existieran ella y él. Sabe que su amor no es correspondido, sabe que no le ama ni nunca lo hará, sin embargo le da igual ya todo. Tan solo quiere rozar sus labios una vez más.
Ella llega al fin. Las otras dos siguen riéndose como dos tontas enamoradas.

Estúpido amor que tan ciegos nos vuelve. Somos hojas movidas por un juego; un juego llamado sus ojos.

Le mira desafiante, cómo si le estuviera ordenando que se deje llevar. Durante unas milésimas de segundo fija su vista en su “enemiga”. Sonríe. Sabe que en unos segundos la desarmará completamente y se siente poderosa. Se siente fuerte.
Le vuelve a mirar al chico. Se relame la comisura de los labios con la lengua y en ese mismo momento se abalanza hacia él. No es un beso de amor; es de rabia, de ira, de deseo, de dolor. Ambos lo saben.
Las otras dos chicas quedan inmóviles, perplejas completamente. La que se encuentra en la derecha del chico no puede ni pestañear. No se acaba de creer nada. La otra sin embargo no se sorprende tanto, pero le duele; le duele que su mejor amiga se esté liando con el chico que tanto quiere.
-          ¡¡¡Diana!!!-grita la que está a su izquierda.- ¿Se puede saber qué coño estás haciendo?