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viernes, 2 de mayo de 2014

Capítulo 38

Zaragoza, 19 de abril a las 00:30…
Las doce y media. Sábado. El viernes llegó a su fin llevándose con él lo más valioso que cualquier mujer pudiera tener.
No recuerda muy bien cómo acabó la cosa. En su cabeza aturdida por el alcohol se suceden imágenes que se entremezclan unas con otras. En una aparece él agarrándola fuerte y apretándola junto a él, en otra ella le desabrocha furiosamente la camisa y toda esa tela que separan sus cuerpos calientes. En las siguientes solo puede distinguir algún que otro gemido o quejido. Recuerda un dolor; minúsculo si lo comparamos con el placer de estar enteramente juntos; cómo siempre soñaron. Nunca se atrevieron a dar ese paso, por eso ambos decidieron beber más de la cuenta. Lo necesitaban, debían desfogarse ya, antes de que ese deseo se volviera en su contra.
-          ¿Te encuentras más despierta?-le acaricia suavemente el pelo.
-          Todavía me mareo un poco.-le mira unas décimas de segundo y vuelve a agachar la cabeza. Aunque el alcohol todavía le está afectando, no puede evitar sentirse avergonzada de lo que han hecho.
-          No te preocupes, descansa.-le agacha la cabeza y la apoya entre sus piernas.
Tumbada en el suelo, con la cabeza sobre sus largas y esbeltas piernas, mientras él le acaricia para relajarla, hablando pausadamente para no producirle ningún dolor de cabeza propio del día de después. Sería una escena de película si el lugar en el que se encontraran no fuese un baño de discoteca.
Después de haber terminado los dos se sentían mareados y no querían salir al exterior para tener que enfrentarse a las miles de preguntas que sus amigos les harían pidiendo una explicación por su desaparición.
Decidieron quedarse los dos juntos, sentados el uno con el otro. No hablaron mucho hasta entonces, pero ambos sabían que en sus cabezas rondaba el mismo pensamiento.
-          ¿Te ha gustado?-pregunta él para romper el hielo.
-          ¿El qué?- le mira indecisa.
-          Ya sabes…-responde avergonzado.
-          No sé… ¿por qué lo preguntas?
-          Es lo que se pregunta en estos casos ¿no?-sonríe. Ella también.
“En estos casos” ¿Será esto otro caso más? ¿Otro polvo que unos adolescentes echaron fruto del alcohol?
Se horroriza al pensarlo. Nunca se imaginó que su primera vez iba a ser de esta forma. No había sido planeada ni tampoco deseada. Bueno, quizás sí, aunque ellos no lo supieran del todo.
De todas formas le ha gustado, demasiado diría yo. Se ha sentido libre por primera vez, cómo si necesitara hacerlo para estar en paz consigo misma. Pero enseguida vuelven los problemas. Piensa en Begoña. Igual con ella también lo ha hecho y por eso él ha sido el que ha tomado la iniciativa. Quizás él era más “experto” de lo que parecía.
Al pensar eso unas lágrimas aparecen por su rostro.  El chico se percata enseguida.
-          ¿Qué ocurre?-Le quita las lágrimas de su cara.
-          Lo de siempre Lucas. Estoy harta de no poder tener  ni un único momento de felicidad plena contigo, siempre hay algo que acaba destruyéndolo todo.-Se encoje de piernas y llora una vez más.
-          Escúchame Sara,-le pone justo delante de sus ojos y sigue.-haré lo que haga falta por estar juntos. Lo juro.
-          ¿Por qué mientes?-le mira con tristeza. En sus ojos puede verse todos los pensamientos que rondan por su mente.
-          No miento.
-          Sí lo haces. Lo has hecho siempre. Dijiste que sólo me querías a mí y luego descubrí que tenías novia. Dijiste que me ibas a proteger siempre y tu novia estuvo a punto de pegarme. Dijiste que había una razón lógica por la que no estamos juntos y sin embargo nunca llegaste a explicármela. Dijiste que contigo nada malo me pasaría y mira lo que acabamos de hacer…
-          ¿Consideras que esto ha sido un mal acto?-pregunta perplejo. Le ha hecho daño eso.
-          No, pero una chica de quince años es demasiado joven todavía para haber perdido la virginidad.
-          Yo no te he obligado a nada.
-          Lo sé, pero hay una parte de mí que desearía haber esperado un poco más.
-          ¿Por qué?
-          Porque toda chica sueña con hacerlo con su primer amor, con alguien que la respete y del que esté segura que no le va a utilizar. Alguien con quien ya esté de novia formal ¿entiendes? Nosotros no somos nada ni nunca lo seremos, sencillamente porque ya tienes novia y si de verdad me quisieras todo lo que tú dices la dejarías y te irías conmigo lejos, al fin del mundo.
Lucas la mira admirado. Parece más serena que nunca. Es como si tuviera todo este discurso preparado para ahora. Sus ojos no se separan de los suyos. Ve su pelo desaliñado, su maquillaje corrido, sus lágrimas resbalando por esa piel color marfil, su vestido mal puesto dejando al descubierto una parte de ese canalillo por el que antes sus labios se deslizaron. Aun así sigue estando preciosa.
-          Te quiero.
-          ¿Y de qué me vale a mí todo eso? ¿Para qué quiero saberlo ahora? ¿Para maldecir cada segundo que me rayé por saber si sentías lo mismo? ¿Para llorar una vez más por no poder estar contigo? ¿Para mandar todo a la mierda e irme por dónde he venido? No Lucas, es demasiado tarde. Hagas lo que hagas no volveremos a estar juntos.
-          ¿Significa esto que no volveremos a ser...? ya sabes.
-          ¿El qué? Nunca fuimos nada ¿recuerdas? No tengo porque darte explicaciones de nada de lo que haga. No necesito pedirte permiso para poder liarme con cualquier tío que me guste o si me siento atraída por otro. No tengo porque entregarme a ti única y exclusivamente, al igual que tampoco tengo que comprometerme con alguien que jamás lo hará conmigo.-le mira decisiva.
-          ¿Es esto un adiós?
-          Me temo que sí.-agacha la cabeza.
-          ¿Qué se supone que harás? ¿Evitarme?-dos lágrimas se dejan ver bajo un rostro lleno de preocupación.
-          En un principio sí, hasta que logre olvidarte.
-          Pero Sara…-se pone de pie y le agarra la cintura- sé que es difícil de comprender, sé que te he fallado varias veces pero créeme cuándo te digo que eres la única persona a la que he amado de verdad.
-          Eso deberías decírselo a tu novia, no a mí.-le mira con dureza- y ahora déjame.-se gira a la vez que se libera de sus manos y camina hacia la puerta de salida. Lucas está ansioso, no sabe muy bien qué hacer. No quiere que Sara piense que es un mujeriego, un hombre cuya única diversión es utilizar a las chicas.
Cada paso por el que se aleja de él es un puñal directo a su corazón.
-          ¡Pero yo a Begoña no la quiero!-grita con todas sus fuerzas. Sara se para en seco. Nunca le oyó decir eso. Lucas le mira inquieto; ¿está preparada para oír la verdad?
-          Mientes.-agita la cabeza como señal de que ha vuelto a desengañarse.- Mientes una vez más. Si no la quieres ¿por qué estás con ella? ¿por Rubén? Eso no es creíble.
Parece que ha llegado el momento.
-          Tienes razón, no es creíble.-Sara se sobresalta. No se esperaba esa afirmación.
-          ¿Entonces? Cuéntame de una vez aquello tan importante que nos impide estar juntos.-el tono de ironía se puede observar en cada una de sus palabras.
-          Prométeme que te quedarás hasta que termine toda la historia y no me interrumpirás.-le mira fijamente.
-          Te lo prometo.-dice inquieta.
-          Conocí a Begoña por casualidad. Yo paseaba haciendo un poco de ejercicio, quería ponerme en forma para gustarte más. Me gustaba salir a correr porque podía sentir cómo el invierno daba su fin dejando paso a mi estación favorita; la primavera.-sonríe-Un día oí a una chica llorar y me acerqué para ver si le ocurría algo. No me contó gran cosa pero acabó diciéndome su nombre y su número de teléfono. Era Begoña. Parecía una chica afable, simpática y sincera. Nunca sospeché que fuera quién es realmente. A lo largo de los días hablamos más y más hasta que ella empezó a sentir algo más por mí. Cuándo me lo confesó quedé perplejo; no me imaginaba nada. Yo estaba muy enamorado de ti y no tenía ojos para otra chica así que le dije que no quería nada con ella. Sin embargo Begoña no se lo tomó muy bien, estaba empeñada en que mi corazón era de otra y en eso no se equivocaba, pero nunca se lo llegué a confesar. Con el tiempo me enteré que su padre compró un negocio de esos de bares que casualmente era en el que trabajaba tu madre. A Begoña no le costó mucho averiguarlo al igual que adivinó todo lo que sentía por ti. Nunca supe cómo lo hizo. Me chantajeó con despedir a tu madre si no salía con ella. Yo en un primer momento fui egoísta y le dije que me daba igual, pero tú me contaste entonces todo lo mal que ibais de dinero y se me paralizó el corazón. Sabía que si despedían a tu madre probablemente os iríais con tu padre con que no te volvería a ver y eso era lo que más me dolía en el mundo; no poder volver a tocarte nunca más; no poder oír tu respiración agitada a causa de algo atrevido que haya dicho, no poder sentir el calor de tu piel cuándo mis dedos rozan tu cuerpo…
-          ¿Estás diciendo que Begoña es la culpable de que traten tan mal a mi madre en el trabajo?-Le mira con furia. Odiaba a esa niña antes de saber todo esto pero ahora la odia más que nunca. 
-          Seguramente.-afirma con la cabeza.-Me hizo prometerle que si yo salía con ella su padre no despediría a tu madre y así al menos podía verte cada día aunque jamás pudiera tocarte cómo quisiera.
-          ¿Es todo esto verdad? ¿Permitiste que te chantajeara solo por tenerme cerca?-otra lágrima aparece en su rostro. Se ha quedado de piedra al oír esa historia y no está segura de sí es verdad del todo.
-          Te lo dije; haría cualquier cosa por estar junto a ti y si para ello tengo que salir con una loca ten por seguro que lo haré.
En ese momento sobran las palabras, ya se han dicho suficiente. Sara se abalanza hacia él y le besa. Esta vez sí que es un beso de amor, un beso de “daría lo que fuera por volver a estar juntos, como hace media hora”, o tal vez un beso de “hazme tuya una vez más”.
Lucas le hace caso y la agarra fuertemente contra su pecho. Le coloca contra la pared y le vuelve a quitar el vestido hasta quedar completamente desnuda. El joven recorre todo su cuerpo con sus labios provocando unos dulces gemidos a la chica. Ella se siente hiperactiva, no puede parar. Le besa mientras le estruja contra su cuerpo. El chico baja los labios hasta los pechos de la joven dónde vuelve a dejar su huella y ella se limita a acariciar ese torso que tanto tiempo soñó con acariciar.
Durante unos segundos se miran decisivos y finalmente la vuelve a hacer suya. Ella grita muy fuerte, muy alto, como nunca hizo. Esos grititos excitan aún más al chico, que se siente otro completamente distinto.
-          Si…gu..e-consigue pronunciar Sara.
Y sigue, y no para, y consigue elevarla hasta el cielo…
La música no consigue acallar los gemidos de los jóvenes, pero no se detienen. Ambos están en otro mundo, un mundo completamente nuevo; el mundo del placer.

Tell me everything, everything you feel. Cause I need to know if this love is real. I'm waiting for an answer baby, an answer from you. I'm looking for a reason baby, the reason to do, to do. Things that fill me up inside, I'm feeling so blue, without you.
I just want you by my side”


<<Sólo una vez más. Sólo vuelve a besarme hasta el final. Sólo deja que nuestros sentimientos vuelvan a salir a la luz. Sólo permíteme rozar tu cuerpo hasta que se quede grabado en mi memoria. Sólo desliza tus dedos hasta que los sienta parte de mi piel. Sólo siénteme dentro de ti hasta que mis gemidos sean comparables con nuestro amor. Sólo hazme chillar hasta que el resto del mundo sea sordo. Sólo poséeme hasta que el amor deje de significar amor. Sólo elévame hacia el cielo hasta que no quiera bajar nunca más de ahí. Tan sólo vuelve a hacerme tuya. Tan sólo deja que nuestros cuerpos hablen. Tan sólo permíteme ser tuya hasta que el infinito nos atrape>>

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