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martes, 30 de julio de 2013

Capítulo 2

Zaragoza, 16 de abril a las 17:45…
Se ha pasado toda la mañana recordando esa escena del pasillo. Todavía no entiende cómo ha sido tan estúpida de no decirle que le quiere. Tal vez, si se lo volviera a decir, él por fin comprendería que deben estar juntos, pero eso nunca ocurrirá, al fin y al cabo; ¿quién es ella?, una estúpida cría que se las da de madura, pero no es capaz de tomar decisiones por sí sola.
Lleva todo el día en la cama, no le apetece hacer nada y eso que los exámenes están a la vuelta de la esquina. Debería estudiar, pero no puede concentrarse, ya lo ha intentado y es inútil; su cabeza no está en este mundo.
Decide volverlo a intentar, esta vez con física. Odia esa asignatura, es la que más le cuesta y sobretodo odia a la profesora. Es la típica mujer que explica las cosas a su manera y luego si no entiendes algo, te aguantas. Sin embargo necesita estudiar, ya que el examen lo tiene a la semana que viene y todavía no se sabe nada, pero otra vez no puede concentrarse.
Se sienta, abre el libro por la página 125 y lee la primera línea;

“La velocidad es una magnitud física de carácter vectorial que expresa la distancia recorrida por un objeto por unidad de tiempo.”

La vuelve a repetir otra vez, pero parece que cada vez le cuesta más acordarse de todas esas palabras. Quizás otro día le hubiera resultado menos dificultoso, pero hoy no es su día.
Cierra la tapa del libro y se vuelve a echar en su cama. Unos segundos después se oye el zumbido de su móvil. Es un mensaje de Diana, que dice que se conecte un momento al tuenti. Decide hacerle caso y enchufa el ordenador. Espera unos minutos a que se inicie y mientras recoge un poco su habitación. Sus padres no están en casa pero eso no significa que su cuarto debe de estar desordenado.
Después de unos largos minutos al fin se ha iniciado el ordenador. Abre el navegador y entra en la página de tuenti. Escribe su correo electrónico y teclea la contraseña. Aparecen dos novedades y las abre; una de ellas es un comentario en el tablón y la otra es un mensaje privado. Lo abre y ve que es Diana. En él está escrito;

Sara, tenemos que decidir ya lo de este viernes, sé que te da un poco de corte pero es mejor que contemos con los chicos para esto. Si tienes miedo no te preocupes que estaremos todas contigo y evitaremos que hagas en ridículo. Somos tus amigas y no vamos a permitir que te vuelva a suceder lo mismo.
Te lo vas a pasar muy bien y si quieres puedes llamar también a Pablo que seguro que acepta.
Si al final decides venir mándame un mensajito por el móvil que hasta mañana no me conectaré por aquí.
Un besito, te quiero Sarita.

Lo termina de leer por segunda vez, para estar segura de que no se deja nada por alto y se queda pensativa durante unos segundos. La verdad es que le apetece muchísimo ir, pues van a estar todos, pero tiene miedo de que vuelva a ocurrir lo mismo que esa vez. Por otra parte también quiere que venga Pablo, ya que son bastante amigos y eso que lo conoce desde hace muy poco. Es curioso porque a veces, las grandes amistades salen de un simple tropezón, o en este caso, de un estúpido “¿qué te pasa?”.  Pero ella sabe perfectamente porque Diana le ha dicho que invite a Pablo. Refunfuña un poco y vuelve a echarse en su cama. Esta vez opta por poner música. Desbloquea el móvil, abre el reproductor de música y elije una canción, su favorita. Le da al play y a los segundos empieza escucharse; Cause everytime we touch de Cascada.
Le encanta la letra, le hace recordar buenos momentos con sus amigas y sobretodo le hace recordar a él. Suena el estribillo;

“Cause everytime we touch I get this feeling and everytime we kiss I swear I can fly”.

 La empieza a cantar junto con la melodía. Se la sabe de memoria y es que son muchas veces las que la ha cantado.
Recuerda todos esos momentos que vivió con sus amigas por esta canción, también recuerda cuando la descubrió y lo mucho que le encantó, desde entonces supo que esta iba a ser su canción favorita y que siempre que le preguntase cuál de todas prefería, ella diría esa.
Después de tres minutos y 20 segundos de hacerse pasar por una cantante súper famosa, empieza otra canción, esta vez es; Un cuento de hadas de Guille el Invencible. Ésta también le trae viejos recuerdos, pero no tan buenos, quizás un poco más tristes de la cuenta. Pero éstos no tienen nada que ver con Lucas, sino con una amiga suya en la que tanto confiaban todas y ahora ya no quiere ni estar con el grupo.


Zaragoza, 1 de marzo a las 16:45…
-          ¿Qué te vas a poner?
-          Todavía no lo tengo decidido.
-          Pues decídelo pronto porque en media hora tenemos que estar el centro.
-          Ya lo sé, pero soy muy indecisa con la ropa, nunca sé que ponerme.
-          Te conozco demasiado como para no saberlo.
-          También lo sé.
Se oyen unas risas a través de los dos móviles.
-          Ayer volví a hablar con él.
-          ¿Te lo ha vuelto a pedir?
-          Sí, y esta vez no sé qué decirle.
-          Tú ya sabes lo que pienso de todo esto.
-          No puedo evitarlo Sara, le quiero.
-          Pero es el novio de una amiga, y no deberías tontear con él.
-          Yo no soy la única que tontea.
-          También es culpa suya, pero joder que es tu amiga y no deberías dejar que él te tiente.
-          Le he preguntado miles de veces si seguía sintiendo lo mismo por ella y me ha dicho siempre que no.
-          ¿Entonces por qué sigue con ella?
-          Porque no quiere hacerle daño.
-          Más daño le harás tú si sigues tonteando con él.
-          ¿Y qué pretendes que haga?
-          Que hables seriamente con él de todo este asunto, que tú no quieres hacer daño a Diana y que sobretodo no vas a permitir que juegue con tus sentimientos y con los de ella.
-          Me siento culpable, cada vez que veo a Diana con su novio me entran ganas de decirle que el que le está abrazando y besando en ese momento, hace dos minutos me decía que me quería…, he intentado olvidarme de él, hacer como que no existía, dejar que el tiempo haga de mi cabeza un mar de dudas, de pensamientos que se esfuman, de sentimientos que desaparecen, pero es inútil, basta una palabra suya, un te quiero de sus labios para que yo vuelva a caer, y así todos los días.
-          No pretendo que te olvides de él, pero; ¿no crees que es mejor contárselo a Diana? Así te quitarás ese peso de encima.
-          También lo he pensado, pero cada vez que trataba de decirle algo relacionado con eso, se me ocurría la idea de que no me volvería a hablar, que nuestra amistad dejaría de existir y francamente no quiero que dejemos de ser amigas.
-          Cuánto más tardes en decírselo, más se va a enfadar.
-          Tienes razón
Unos segundos de silencio ponen fin a esa conversación. De repente se oye de fondo una canción.
-          ¿Qué es ese sonido?
-          Es el reproductor de mi ordenador, acabo de poner una canción.
-          ¿Cuál es? Me resulta familiar
-          Un cuento de hadas, de Guille el invencible
-          ¡Ah sí! Es tu canción favorita ¿no?
-          Sí.
-          Recuerdo que alguna vez me has hablado de ella.
-          Ya te la pasare por “wash”.
-          Vale. Te tengo que dejar, me tengo que cambiar ya.
-          OK. Te veo en quince minutos.
-          Chau, un besito.
-          Chau.
Sara cuelga el móvil y rápidamente va a su armario para ver el qué ponerse hoy. Está indecisa entre llevar una camiseta de tirantes con rayas blancas y verdes o una lisa de color rosa. Opta por la rosa y decide guardar la otra para la Cincomarzada.
Está ya muy cerca esa fecha y con lo indecisa que es ella, lo mejor es que vaya decidiendo que vestir ya.
Esa conversación que acaba de tener le ha dejado muy preocupada, no le gusta discutir con María por teléfono, y mucho menos sobre algo de lo que han hablado miles de veces, pero así es el amor. ¿Por qué será que los amores prohibidos nos vuelven locos tan fácilmente? Es curioso pero siempre es así. A veces piensa que si Sergio no hubiese salido nunca con Diana, María nunca se habría fijado en él. No porque sea una “robanovios”, sino porque hay una atracción extraña hacia los novios de las amigas, quizás por lo bien que nos hablan ellas de ellos o porque también somos mujeres. El caso es que María se había enamorado de Sergio y eso ya no se podía remediar.
Tiene miedo de que por esto, el grupo se echara a perder, porque estaba claro que en cuanto Diana lo supiera, se iba a enfadar muchísimo con ellos y puede que también con Sara, al fin y al cabo se ha convertido en cómplice de su amor. Un amor entre dos mundos; el peligroso y el tentador, y por otro el dulce y exquisito.

De una cosa estaba segura, callaría ese amor, pero no iba a permitir que ese chico juegue con los sentimientos de sus dos amigas.

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