Zaragoza, 16 de abril a las 17:45…
Se ha pasado toda la mañana recordando esa escena del pasillo. Todavía
no entiende cómo ha sido tan estúpida de no decirle que le quiere. Tal vez, si
se lo volviera a decir, él por fin comprendería que deben estar juntos, pero
eso nunca ocurrirá, al fin y al cabo; ¿quién es ella?, una estúpida cría que se
las da de madura, pero no es capaz de tomar decisiones por sí sola.
Lleva todo el día en la cama, no le apetece hacer nada y eso que los
exámenes están a la vuelta de la esquina. Debería estudiar, pero no puede
concentrarse, ya lo ha intentado y es inútil; su cabeza no está en este mundo.
Decide volverlo a intentar, esta vez con física. Odia esa asignatura,
es la que más le cuesta y sobretodo odia a la profesora. Es la típica mujer que
explica las cosas a su manera y luego si no entiendes algo, te aguantas. Sin
embargo necesita estudiar, ya que el examen lo tiene a la semana que viene y
todavía no se sabe nada, pero otra vez no puede concentrarse.
Se sienta, abre el libro por la página 125 y lee la primera línea;
“La velocidad es una magnitud
física de carácter vectorial que expresa la distancia recorrida por un objeto
por unidad de tiempo.”
La vuelve a repetir otra vez, pero parece que cada vez le cuesta más
acordarse de todas esas palabras. Quizás otro día le hubiera resultado menos
dificultoso, pero hoy no es su día.
Cierra la tapa del libro y se vuelve a echar en su cama. Unos segundos
después se oye el zumbido de su móvil. Es un mensaje de Diana, que dice que se
conecte un momento al tuenti. Decide
hacerle caso y enchufa el ordenador. Espera unos minutos a que se inicie y
mientras recoge un poco su habitación. Sus padres no están en casa pero eso no
significa que su cuarto debe de estar desordenado.
Después de unos largos minutos al fin se ha iniciado el ordenador.
Abre el navegador y entra en la página de tuenti.
Escribe su correo electrónico y teclea la contraseña. Aparecen dos
novedades y las abre; una de ellas es un comentario en el tablón y la otra es
un mensaje privado. Lo abre y ve que es Diana. En él está escrito;
Sara, tenemos que decidir ya lo
de este viernes, sé que te da un poco de corte pero es mejor que contemos con
los chicos para esto. Si tienes miedo no te preocupes que estaremos todas
contigo y evitaremos que hagas en ridículo. Somos tus amigas y no vamos a
permitir que te vuelva a suceder lo mismo.
Te lo vas a pasar muy bien y si
quieres puedes llamar también a Pablo que seguro que acepta.
Si al final decides venir
mándame un mensajito por el móvil que hasta mañana no me conectaré por aquí.
Un besito, te quiero Sarita.
Lo termina de leer por segunda vez, para estar segura de que no se
deja nada por alto y se queda pensativa durante unos segundos. La verdad es que
le apetece muchísimo ir, pues van a estar todos, pero tiene miedo de que vuelva
a ocurrir lo mismo que esa vez. Por otra parte también quiere que venga Pablo,
ya que son bastante amigos y eso que lo conoce desde hace muy poco. Es curioso
porque a veces, las grandes amistades salen de un simple tropezón, o en este
caso, de un estúpido “¿qué te pasa?”.
Pero ella sabe perfectamente porque Diana le ha dicho que invite a
Pablo. Refunfuña un poco y vuelve a echarse en su cama. Esta vez opta por poner
música. Desbloquea el móvil, abre el reproductor de música y elije una canción,
su favorita. Le da al play y a los
segundos empieza escucharse; Cause
everytime we touch de Cascada.
Le encanta la letra, le hace recordar buenos momentos con sus amigas y
sobretodo le hace recordar a él. Suena el estribillo;
“Cause everytime we touch I get this
feeling and everytime we kiss I swear I can fly”.
La empieza a cantar junto
con la melodía. Se la sabe de memoria y es que son muchas veces las que la ha
cantado.
Recuerda todos esos momentos que vivió con
sus amigas por esta canción, también recuerda cuando la descubrió y lo mucho
que le encantó, desde entonces supo que esta iba a ser su canción favorita y
que siempre que le preguntase cuál de todas prefería, ella diría esa.
Después de tres minutos y 20 segundos de
hacerse pasar por una cantante súper famosa, empieza otra canción, esta vez es;
Un cuento de hadas de Guille el
Invencible. Ésta también le trae viejos recuerdos, pero no tan buenos, quizás
un poco más tristes de la cuenta. Pero éstos no tienen nada que ver con Lucas,
sino con una amiga suya en la que tanto confiaban todas y ahora ya no quiere ni
estar con el grupo.
Zaragoza, 1 de marzo a las 16:45…
-
¿Qué te vas a poner?
-
Todavía no lo tengo decidido.
-
Pues decídelo pronto porque en media hora
tenemos que estar el centro.
-
Ya lo sé, pero soy muy indecisa con la ropa,
nunca sé que ponerme.
-
Te conozco demasiado como para no saberlo.
-
También lo sé.
Se oyen unas risas a través de los dos
móviles.
-
Ayer volví a hablar con él.
-
¿Te lo ha vuelto a pedir?
-
Sí, y esta vez no sé qué decirle.
-
Tú ya sabes lo que pienso de todo esto.
-
No puedo evitarlo Sara, le quiero.
-
Pero es el novio de una amiga, y no deberías
tontear con él.
-
Yo no soy la única que tontea.
-
También es culpa suya, pero joder que es tu
amiga y no deberías dejar que él te tiente.
-
Le he preguntado miles de veces si seguía
sintiendo lo mismo por ella y me ha dicho siempre que no.
-
¿Entonces por qué sigue con ella?
-
Porque no quiere hacerle daño.
-
Más daño le harás tú si sigues tonteando con él.
-
¿Y qué pretendes que haga?
-
Que hables seriamente con él de todo este
asunto, que tú no quieres hacer daño a Diana y que sobretodo no vas a permitir
que juegue con tus sentimientos y con los de ella.
-
Me siento culpable, cada vez que veo a Diana con
su novio me entran ganas de decirle que el que le está abrazando y besando en
ese momento, hace dos minutos me decía que me quería…, he intentado olvidarme
de él, hacer como que no existía, dejar que el tiempo haga de mi cabeza un mar
de dudas, de pensamientos que se esfuman, de sentimientos que desaparecen, pero
es inútil, basta una palabra suya, un te quiero de sus labios para que yo
vuelva a caer, y así todos los días.
-
No pretendo que te olvides de él, pero; ¿no
crees que es mejor contárselo a Diana? Así te quitarás ese peso de encima.
-
También lo he pensado, pero cada vez que trataba
de decirle algo relacionado con eso, se me ocurría la idea de que no me
volvería a hablar, que nuestra amistad dejaría de existir y francamente no
quiero que dejemos de ser amigas.
-
Cuánto más tardes en decírselo, más se va a
enfadar.
-
Tienes razón
Unos segundos de silencio ponen fin a esa
conversación. De repente se oye de fondo una canción.
-
¿Qué es ese sonido?
-
Es el reproductor de mi ordenador, acabo de
poner una canción.
-
¿Cuál es? Me resulta familiar
-
Un cuento de hadas, de Guille el invencible
-
¡Ah sí! Es tu canción favorita ¿no?
-
Sí.
-
Recuerdo que alguna vez me has hablado de ella.
-
Ya te la pasare por “wash”.
-
Vale. Te tengo que dejar, me tengo que cambiar
ya.
-
OK. Te veo en quince minutos.
-
Chau, un besito.
-
Chau.
Sara cuelga el móvil y rápidamente va a su
armario para ver el qué ponerse hoy. Está indecisa entre llevar una camiseta de
tirantes con rayas blancas y verdes o una lisa de color rosa. Opta por la rosa
y decide guardar la otra para la Cincomarzada.
Está ya muy cerca esa fecha y con lo
indecisa que es ella, lo mejor es que vaya decidiendo que vestir ya.
Esa conversación que acaba de tener le ha
dejado muy preocupada, no le gusta discutir con María por teléfono, y mucho
menos sobre algo de lo que han hablado miles de veces, pero así es el amor. ¿Por
qué será que los amores prohibidos nos vuelven locos tan fácilmente? Es curioso
pero siempre es así. A veces piensa que si Sergio no hubiese salido nunca con
Diana, María nunca se habría fijado en él. No porque sea una “robanovios”, sino
porque hay una atracción extraña hacia los novios de las amigas, quizás por lo
bien que nos hablan ellas de ellos o porque también somos mujeres. El caso es
que María se había enamorado de Sergio y eso ya no se podía remediar.
Tiene miedo de que por esto, el grupo se
echara a perder, porque estaba claro que en cuanto Diana lo supiera, se iba a
enfadar muchísimo con ellos y puede que también con Sara, al fin y al cabo se
ha convertido en cómplice de su amor. Un amor entre dos mundos; el peligroso y
el tentador, y por otro el dulce y exquisito.
De una cosa estaba segura, callaría ese amor,
pero no iba a permitir que ese chico juegue con los sentimientos de sus dos
amigas.
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