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viernes, 18 de octubre de 2013

Capítulo 24

Zaragoza 17 de abril a las 22:30…
-          Hola cariño, ya estoy en casa.-cierra la puerta y deja las llaves en la mesilla de la entrada.
-          Has tardado mucho papá.-le mira desafiándole y finalmente le da un abrazo.
-          Lo sé cielo. He tenido que estar con una camarera hasta tarde porque no había hecho bien su trabajo y debía cumplir su horario correctamente. Ya me entiendes.-le giña el ojo.
-          Gracias papá. Para mí esto significa mucho.-Coge un pañuelo y se seca alguna lágrima que ha aparecido.
-          Yo por ti haría lo que fuera.-le acaricia la mejilla y le da un beso en la frente.-Espero que todo esto sea por algo provechoso.
-          Lo es papá. Él sabe lo que se hace.-sonrisa maliciosa en el rostro de la joven.
-          Eso espero. Me voy a cambiar, luego hablamos.
-          Vale papá.-le da un beso y vuelve al salón. El padre va hacia la habitación y se desviste pensando si hace bien o no al ayudar a su hija en esta situación…

Zaragoza, 17 de abril a las 23:00…
-          ¿Ahora entiendes por qué estaba así de mal?-pregunta Sara resignada.
-          ¡Qué fuerte! ¡Has estado a punto de tirártelo! Me has dejado atónita tía.-responde Pilar asombrándose cada vez más al otro lado del teléfono. No ha podido pestañear en los cinco minutos que ha durado la narración del suceso.
-          Ya lo sé y una parte de mí se arrepiente de no haber llegado hasta el final.
-          Pero eso ha sido por culpa de la entrometida de su novia.-Dice medio enfurecida.
-          Cada día aguanto menos estar así con él. Cada día odio estar en esta situación de no saber si estamos saliendo o no; porque en realidad nos queremos, nos besamos, nos echamos de menos, nos gastamos bromas; como una pareja cualquiera, salvo que nosotros ni siquiera sabemos qué somos.-Deja el teléfono en la cama y se echa a llorar en silencio. Pilar se percata e intenta hacerle reír.
-          Si esa guarra te vuelve a interrumpir, me llamas y le partimos las piernas ¿vale?-sonríe y se echa a reír. Sara ríe junto a ella y le sigue el juego.
-          Pero será mejor que llamemos a un par de matones para que hagan la faena, sino nos echarán las culpas a nosotras.-Vuelve a reír.
-          Pero matones guapos.-pone voz melosa y se echa a reír también. A las dos se les ha pasado la pena pero Pilar piensa en la última palabra.-<< ¿Guapos? ¡Pero qué digo! Yo ya tengo suficiente guapura con él. Los demás sobran>>
-          Por cierto.-corta la risa Sara.-Tú a mí me tienes que contar algo.
-          ¿A qué te refieres?-pregunta desconcertada, creyendo que le ha leído el pensamiento.
-          No te hagas la tonta que sabes de lo que te hablo. Es sobre el chico con el que has quedado hoy. Te gusta mucho ¿verdad?
-          ¿Tanto se nota?-pregunta preocupada. Le da miedo que alguien más se haya dado cuenta también, incluido él. Todavía no sabe seguro si ella podría ser la chica que está en su corazón, pero si no fuera el caso, enterarse de que ella siente algo por él sería lo peor.
-          Tranquila, eso solo lo notamos las mejores amigas.-sonríe al otro lado del teléfono.
-          Buff.-suspira aliviada.- Pues sí, me gusta mucho, es más; yo diría que hasta me estoy enamorando de él.
-          ¿Y por qué no me lo has dicho antes?
-          Tenía miedo.
-          ¿De qué?
-          De Diana.-responde decisiva.
-          ¿De Diana?-pregunta confusa.
-          Sí. Creo que ella también siente algo por él y no sabía si te lo había contado. No quería meterte en un compromiso otra vez.
-          No me ha dicho nada. Además ese compromiso no tiene nada que ver con esto. Todos sabíamos que eso no acabaría bien, sin embargo, esto no es culpa tuya.
-          ¿Tú crees que se liarán?-pregunta temblorosa por la idea de que ellos dos acaben juntos.
-          ¿Quién? ¿Diana y Nacho? Por cómo te mira yo creo que la única con la que podría estar es contigo.
-          ¿Tú crees?-pregunta con la cara iluminada.
-          Está claro que está pillado por ti. No tienes más que ver la forma en la que te protege, te habla te acaricia, te mira… tarde o temprano acabareis juntos, y sino al tiempo.-sonríe. Le encanta la idea de que su amiga encuentre el amor. Ese chico parece un buen tipo, alguien que puede hacerle muy feliz. Sin embargo le preocupa la idea de que Diana también sienta algo por él. No quiere que vuelva a haber una pelea en su grupo, por ello intentará hablar mañana con ella para saber si todo eso es verdad o no.-Bueno cielo me voy a dormir ya que tengo sueño. Mañana nos vemos ¿vale?
-          Vale. Buenas noches. Descansa.
-          Igualmente.-le da un beso a distancia y cuelga el teléfono. Desdobla las sábanas de su cama y se tumba sabiendo que esta noche poco va a dormir, pero lo poco que sueñe; él estará en sus pensamientos…


jueves, 17 de octubre de 2013

Capítulo 23

Zaragoza, 17 de abril a las 21:30…
Hace ya media hora que llegó a casa. Tuvo que estar toda la tarde soportando a Begoña, hasta que al fin la llamó su padre porque tenía que hablar con ella. Le acompañó hasta casa y se marchó caminando hacia la suya.  No pudo evitar pensar toda la tarde en Sara. No se ha quitado de la cabeza lo que estuvo a punta de pasar, sus sentimientos, sus reacciones, sus instintos, su necesidad de estar tan cerca de ella que el viento no pudiera tocarles.
Le ha vuelto a pedir perdón por otra interrupción de su novia, le ha preguntado si le parecía bien que él asistiese a la fiesta y ella ha contestado que no le importaba. Se siente mejor al comprobar que le parece bien, pero hay algo que no le ha gustado de su respuesta. Es como si le diera igual. No quiere pensar en eso, solo necesita recordar esos besos para saber que los sentimientos siguen siendo los mismos que aquella vez, o tal vez incluso sean más intensos.
No sabe si llamarla o no, tiene ganas de oír su voz, de sentir su respiración a través del teléfono, de notar como sus latidos aumentan y descienden con sólo oír pronunciar las palabras. Pero decide no hacerlo. No se atreve a que rechace su llamada. Ya tendrán tiempo para hablar mañana o puede que de algo más…

Zaragoza, 17 de abril a las 21:40…
-          ¿En qué piensas?-pregunta Pilar mientras posa su mirada en sus perfectos labios.
-          Pensaba que hoy estás muy guapa a la luz de la luna.-sonríe enseñando sus perfectos dientes. Le acaricia la mejilla con los dedos y baja suavemente hacia sus labios. Los toca superficialmente mientras la chica cierra los ojos.
-          Eres demasiado zalamero.-responde Pilar mientras intenta ocultar su deseo de chocar los labios con los de él.
-          Yo solo digo la verdad.
-          ¿Eres real?-Abre los ojos y le mira intensamente.
-          No te entiendo.-responde con incredulidad.
-          No puedo entender cómo alguien como tú esté aquí conmigo, acariciándome, diciéndome piropos, haciendo aflorar mis deseos más ocultos. No puedo creer que seas real.
-          No soy perfecto. Tengo mis defectos, como todo el mundo.
-          Pues yo no conozco ni uno solo tuyo.
-          No hace mucho que nos conocemos.
-          Hace poco me dijiste que se puede conocer a las personas a través de la mirada, bueno pues yo  no veo ni un defecto, solo veo perfección.
-          Sí que tengo defectos.
-          Dime uno solo tuyo.
-          ¿De verdad lo quieres saber?
-          No soporto la idea de estar al lado de alguien tan perfecto, siendo yo tan imperfecta.
-          Soy demasiado enamoradizo
-          Eso no es malo.-le dice mirándole cada vez más intrigada.
-          Lo es si no es correspondido, aunque tengo la sensación de que ahora lo es.
-          ¿Te gusta una chica?-pregunta sorprendida. Hay algo en su interior que hace que su corazón lata a mil por hora.
-          Sí y creo que yo a ella también.
-          ¿Puedo saber quién es?
-          No. De momento no.
-          ¿Por qué?
-          No quiero fastidiarte la sorpresa.

Y seguidamente se marcha calle adelante, dejando un aroma que hace que a Pilar se le tambaleen las piernas y tenga que caer al suelo envenenada de amor.

martes, 15 de octubre de 2013

Capítulo 22

Zaragoza, 17 de abril a las 20:45…
Hace un rato que ya ha llegado a casa. Su madre estaba en la cocina esperándola. Le ha dado los huevos y los helados, le ha explicado que se ha entretenido en el supermercado y se ha metido en su habitación. Lleva más de media hora tirada en la cama. No le apetece hacer nada. Su cabeza no para de darle vueltas a la conversación anterior con Diana. Le ha dado miedo, pavor, terror. No le gusta ni un pelo lo que puede estar tramando. Sabe que Diana es capaz de cualquier cosa con tal de conseguir lo que se propone y eso la convierte en una enemiga muy peligrosa.
Se estremece al pensar en la palabra “enemiga”. Le duele que las cosas hayan acabado de aquella manera, pero no puede hacer nada por evitarlo. Diana se ha convertido en una persona mezquina y muy rencorosa y ahora mismo María, es la persona a la que va a destruir.
Se levanta de la cama y enciende el ordenador. Teclea la contraseña y abre la pestañita de Google. Se conecta a sus redes sociales para comprobar cómo le va al resto del mundo y por último vuelve a entrar en ese blog que tanto consigue que se identifique con ella.


Echa un vistazo para ver algunas entradas nuevas y las lee. Hay una que le llama la atención, una que hace que sus recuerdos mejor enterrados resuciten..

Otro día más pensando en ti. Otra noche más soñando contigo. Otro mensaje que no es tuyo. Otra sonrisa tuya que no es por mi causa. Otro "te quiero" que no es para mí. Otra risa que no es por mí. Otro suspiro del que no soy protagonista. Otro corazón dibujado en la arena en el que no están nuestros nombres. Otro cuaderno que no has rellenado con nuestros recuerdos. Otra lágrima que no es por no poder estar a mi lado. Otro "para siempre" que no escucho de tus labios...
Y a pesar de todo te sigo esperando, sigo esperando que vengas a por mí, que me mandes un mensaje diciendo que me echas de menos, que me dediques una de esas sonrisas que antes me dabas, que tus labios pronuncien ese "te quiero" que tanto me gusta oír, que esa risa sea por alguna estupidez que haya dicho, que  suspires cada vez que piensas en mí, que dibujes todos esos corazones que un día borraste, que unas lágrimas aparezcan en tu rostro cada vez que nos separamos y que cuando me beses desaparezcan. En definitiva; quiero estar contigo una vez más, enmendar todo lo que un día hicimos mal, volver a disfrutar de tu aroma, de tu mirada, de tu perfecta sonrisa, de tus brillantes ojos, de tu boca. Quiero volver a quererte más que a nadie, quiero que me quieras como antes, quiero que seas mi príncipe y yo tu princesa, quiero vivir ese cuento de hadas que un día dejamos atrás, quiero recordar cara poro de tu piel, quiero acariciarte hasta el fin de mis días, quiero que el tiempo se pare cada vez que pronuncies mi nombre, quiero estremecerme al notar tus labios sobre mi cuerpo, quiero estar junto a ti hasta que el infinito nos atrape; tú y yo, juntos, caminando de la mano a pasitos de tortuga. Solos tú y yo, nadie más.

Otra vez ha vuelto a pensar en él, otra vez no le ha hablado a ella, otra vez ha vuelto a llorar por él, otra vez le duele que su amor no sea correspondido, otra vez recuerda una conversación que tuvieron hace tiempo, otra vez el nombre de la chica se repite en su cabeza, otra vez la vuelve a envidiar, otra vez desearía ser como ella, otra vez…


Zaragoza, 17 de abril a las 21:15…
-          Muchas gracias por acompañarme a casa Pablo.-se sube a la escalera de su portal y le da un abrazo de despedida.-Eres un buen amigo.
-          No hace falta que me des las gracias.-se separa y le coge la mano.-Haría lo que fuera necesario por ti.
-          Sabes que siempre estaré para todo lo que necesites ¿no?
-          Claro que lo sé, al igual que yo también estaré ahí para lo que haga falta.
-          Por eso eres mi mejor amigo.
-          Y tú la mía.
Sonríen y se abrazan otra vez. Es curioso que en unos pocos meses se hayan hecho tan buenos amigos. Confían el uno en el otro y se quieren mucho. Harían lo que hiciese falta el uno por el otro.
Sara abre el portal después de haberle dado dos besos, y sube a su casa. Hoy ha sido un día muy intenso y necesita desconectar. Todavía se acuerda de esa conversación con Lucas y de los actos que han estado a punto de hacer. Todavía se emociona al recordar todo lo que se dijeron. Todavía llora no haber estado más cerca de él. Todavía maldice que su corazón haya elegido a una persona con la que nunca podrá estar.
Recorre toda la casa en busca su madre sin éxito. Parece que otra vez tiene que trabajar hasta tarde, justo hoy, justo cuando necesita hablar con ella para no volver a pensar en lo de esta tarde. Es curioso pero siempre que sucede algo con Lucas, ella no puede estar para consolarla. Pero no la culpa, sabe que le encantaría consolarla, pero el trabajo se lo impide.
Se cambia la ropa por un pijama cómodo y va hacia la cocina a prepararse algo de cenar. Elije un pequeño bocadillo de mortadela y vuelve al salón a ver un poco la tele. Coge el móvil, lo desbloquea y mira los último mensajes que le han enviado: uno de Pilar diciéndole que le llame cuando pueda, otro de Pablo preguntándole si se encuentra mejor, otros tantos del grupo que acaban de crear para la fiesta de mañana y por último uno que no se esperaba, uno procedente de esa persona que ha visto hoy unos pocos minutos y la cual no ha salido de su cabeza en todo el día.
Le pide perdón por lo de esta tarde y le pregunta si no le importa que vaya mañana con ellos. Sara se queda pensativa; cada vez que lo ve, cada vez que habla con él le duele. Le duele que no pueda ser suyo, pero todo eso se acaba cuando él le besa; como esta tarde. No le importa para nada que venga, es más, lo desea con todas sus fuerzas, pero no quiere ponérselo tan fácil, esta vez no.


martes, 1 de octubre de 2013

Capítulo 21

Zaragoza, 17 de abril a las 20:00…
-          No vuelvas a hacerme esto. ¡No vuelvas a darme estos sustos!-le susurra Pilar, mientras da un abrazo a Sara.
-          Lo siento. Te prometo que no volverá a pasar y siento mucho haberos preocupado. No quería hacerlo.-se levanta y mira a cada uno de los presentes.
-          No pasa nada, te comprendemos.-dice Paula a la vez que se une al abrazo.
-          Muchas gracias chicas.-las abraza cada vez más fuerte. Mira a Diana y le hace un signo para que vaya.-Solo faltas tú Diana. ¡Únete!
Diana mira a Sara. No pensaba quedarse con ellos, pero cuándo vio a Nacho todo cambió, como aquel día en que se conocieron, aquel día en que se dignó a pedirle su nombre, aquel día que le saludo con una de sus sonrisas, aquel día que se enamoró perdidamente de él… Finalmente opta por unirse, aunque no le apetezca mucho.
Las cuatro chicas se funden en un abrazo, como en los viejos tiempos, pero esta vez no están todas unidas; hay muchos problemas en el aire que pronto se manifestarán y provocará demasiados desastres entre ellas…
Pablo y Nacho las miran, aunque en realidad solo miran a dos personas. Pablo a una y Nacho a otra. Les divierte ver cómo se llevan; tienen problemas, como todos, pero luego los acaban solucionando y eso es lo importante; que la amistad nunca acabe.
Las chicas se separan y miran a los chicos. Sonríen.  Cada una por un motivo propio; Sara por haberse dado cuenta de que les importa mucho, Pilar porque su mirada está siendo correspondida por la de Nacho, Paula por recordar la escena anterior que vivió con Pablo en el baño de la heladería y Diana… Diana sonríe por no llorar.
-          ¿Os apetece ir a algún lugar a tomar algo?-pregunta Pablo sin dejar de apartar la mirada de una chica en especial. Le gusta cuándo sonría, cuando se ruboriza e incluso cuando necesita ayuda y su orgullo le impide decirlo.
-          Por mi bien. Tengo mucha hambre.-contesta Sara relamiéndose los labios al pensar en comer.
-          Por mí también.-afirma Pilar mirando  Sara. Se alegra mucho de que ya esté bien y aunque no le ha podido explicar del todo qué le ocurría, le ha prometido que la llamaría luego y hablarían a solas. Tiene ganas de conocer al culpable de su estado de ánimos, aunque tiene una idea de quién puede ser.
-          Perfecto. Entonces vamos a ese bar que hay justo enfrente del parque.-señala al bar.
-          Yo me tengo que ir a casa, mi madre me ha dicho que no me entretenga mucho.-interviene Diana.-Ya quedaremos mañana ¿no?
-          Claro. Por cierto ¿qué vamos a hacer?-pregunta Sara a la vez que se coloca al lado de Diana y le coge del brazo para que se quede un poco más.
-          A mí me gustaría ir a alguna discoteca. Podríamos ir a la nueve.-sugiere Pilar mirando a Diana para que acepte su propuesta. Le apetece mucho bailar, pero sobretodo le apetece estar con él; a oscuras, con unas copas de más y dejarse llevar por los instintos más ocultos.
-          Genial, pues mañana iremos a la nueve. ¿Os parece bien a todos?-pregunta Sara observando a cada uno. Los demás se limitan a asentir y sonreír. Cada uno tiene su propio plan, su propio objetivo, su propio deseo para que esa noche sea la más especial de todas sus vidas.
-          Podríamos decírselo también a algún chico del grupo ¿no? –plantea Paula.
-          Claro. Habría que decírselo a Rubén, a Lucas…-se queda callada Pilar al pronunciar el último nombre. Observa a Sara. Su expresión ha cambiado completamente al oírle pronunciar su nombre, ese nombre que no para de sonar en su cabeza una y otra vez, pero no esperaba escuchar en voz alta. Hoy no.
-          Será mejor que creemos un grupo por el Whatsapp y lo hablemos ahí todos.-propone Pablo.- Lo creo yo esta noche, aunque no tengo tu numero Nacho.-se dirige hacia el aludido. Este niega con la cabeza.
-          No hace falta, a mí ya me informará Pilar. Además tampoco sé muy bien si iré.-contesta Nacho mientras posa su mirada en la chica que no ha parado de mirar en todo el rato.
-          Como quieras.-dice Pablo tajante.
-          Bueno chicos yo me voy ya.-interviene Diana. Se acerca a cada uno y le da dos besos. Al llegar a Nacho se para y se queda prendida en su mirada, una vez más. Es éste el que inicia el paso de darle dos besos y después se marcha junto a Paula, que tiene la necesidad de hablar con Diana. Siente que algo no va bien. Lo nota en su forma de hablar, en su mirada, en sus gestos. Ha pasado algo y lo va a averiguar.
Caminan hacia la salida del parque en silencio. Ambas saben que no es el lugar idóneo para hablar sobre ese tema.  Salen de ese lugar y e adentran en las calles de Zaragoza. Pasan cerca de un supermercado y se compran un paquete de patatas para compartir. Se sientan en un banco que hay a una calle de su casa y empiezan a hablar.
-          ¿Me vas a decir ya qué es lo que te pasa?-pregunta Paula dirigiéndose a su amiga, la cual da un mordisco a su patata.
-          Lo de siempre Paula.-dice Diana con un tono cansado.- Estoy harta de esa cría.
-          ¿Qué ha pasado ahora con María?
-          Nos hemos encontrado en el parque, un poco antes de haberos visto a vosotros y hemos tenido una pequeña discusión.
-          ¿Qué os habéis dicho?-coge una patata y se la come.
-          No gran cosa, pero lo que me ha sorprendido es su tono de voz. Parecía contenta, como si ya no se arrepintiera de lo que hizo. Había algo en ella que había cambiado y no sé muy bien que era.-contesta Diana quedándose pensativa. Tiene ligera idea de qué (o quién) puede ser el causante de ese cambio, pero hasta que no esté segura no lo va a decir. No lo hará si quiere ganar esta partida, ahora no puede confiar en nadie, ni siquiera en su mejor amiga.
-          Entiendo.-coge un puñado de patatas y se las come poco a poco.
-          Si  lo llego a saber no me hubiera escapado de casa.-afirma Diana.
-          ¿¿¡¡Te has escapado!!??-chilla Paula totalmente sorprendida. No se esperaba eso.
-          Solo por un rato. No me entraba nada en la cabeza y mi madre no quería dejarme. Además, seguro que no se entera. En unos minutos iré a casa y haré como si nada de esto hubiera sucedido.-responde tajante Diana.
-          Diana, a veces te pasas un poco con tu madre.-dice suavemente Paula. No quiere ofenderla pero tiene que hacerle ver que eso no está bien.-Si te pilla igual no te deja salir mañana a la disco.
-          Ahora mismo me da igual Paula. Cierto que va a esta Nacho, pero no va a estar conmigo ¿entiendes?, solo va a bailar con ella, solo la va a mirar a ella, solo la va a besar a ella y a mí me tendrá como su amiga, esa amiga tonta que sufre tanto y no se come ni un colín.
-          ¿Quién es la otra? ¿Pilar?-pregunta Paula mientras coge otro puñado de patatas.
-          ¿Lo dudabas? No tienes más que ver cómo se miran para saber que solo necesitan pasar unos ratos solos, a oscuras, bailando, con alguna copa de más para liarse. Yo no quiero ver esa escena, yo no quiero ver como se quieren mientras mi corazón se rompe por dentro, yo no quiero ser testigo de sus líos siendo que yo jamás podré soportar que estén juntos.
-          Pero no puedes quedarte en casa por ellos. Si él no te quiere, no sabe lo que se pierde. Tú te mereces a alguien que te quiera tal y como eres y si él no lo hace es porque no sabe lo que tiene delante.-le mira a los ojos y espera algún tipo de respuesta afirmativa. Pero no la consigue.
-          No es tan fácil. No puedo ir ahí tan tranquila y ver cómo me vuelven a robar al chico del que estoy perdidamente enamorada. Siempre igual. Siempre.-mira al cielo y se queda en silencio.

-          Pues si mañana no puedes soportar verles juntos; líate con alguien. Así no te irás con las manos vacías a casa.-le giña el ojo y se ríe. Diana también se ríe. No sabe muy bien que va a pasar mañana, pero hay algo en ella que la incita a ir.