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martes, 1 de octubre de 2013

Capítulo 21

Zaragoza, 17 de abril a las 20:00…
-          No vuelvas a hacerme esto. ¡No vuelvas a darme estos sustos!-le susurra Pilar, mientras da un abrazo a Sara.
-          Lo siento. Te prometo que no volverá a pasar y siento mucho haberos preocupado. No quería hacerlo.-se levanta y mira a cada uno de los presentes.
-          No pasa nada, te comprendemos.-dice Paula a la vez que se une al abrazo.
-          Muchas gracias chicas.-las abraza cada vez más fuerte. Mira a Diana y le hace un signo para que vaya.-Solo faltas tú Diana. ¡Únete!
Diana mira a Sara. No pensaba quedarse con ellos, pero cuándo vio a Nacho todo cambió, como aquel día en que se conocieron, aquel día en que se dignó a pedirle su nombre, aquel día que le saludo con una de sus sonrisas, aquel día que se enamoró perdidamente de él… Finalmente opta por unirse, aunque no le apetezca mucho.
Las cuatro chicas se funden en un abrazo, como en los viejos tiempos, pero esta vez no están todas unidas; hay muchos problemas en el aire que pronto se manifestarán y provocará demasiados desastres entre ellas…
Pablo y Nacho las miran, aunque en realidad solo miran a dos personas. Pablo a una y Nacho a otra. Les divierte ver cómo se llevan; tienen problemas, como todos, pero luego los acaban solucionando y eso es lo importante; que la amistad nunca acabe.
Las chicas se separan y miran a los chicos. Sonríen.  Cada una por un motivo propio; Sara por haberse dado cuenta de que les importa mucho, Pilar porque su mirada está siendo correspondida por la de Nacho, Paula por recordar la escena anterior que vivió con Pablo en el baño de la heladería y Diana… Diana sonríe por no llorar.
-          ¿Os apetece ir a algún lugar a tomar algo?-pregunta Pablo sin dejar de apartar la mirada de una chica en especial. Le gusta cuándo sonría, cuando se ruboriza e incluso cuando necesita ayuda y su orgullo le impide decirlo.
-          Por mi bien. Tengo mucha hambre.-contesta Sara relamiéndose los labios al pensar en comer.
-          Por mí también.-afirma Pilar mirando  Sara. Se alegra mucho de que ya esté bien y aunque no le ha podido explicar del todo qué le ocurría, le ha prometido que la llamaría luego y hablarían a solas. Tiene ganas de conocer al culpable de su estado de ánimos, aunque tiene una idea de quién puede ser.
-          Perfecto. Entonces vamos a ese bar que hay justo enfrente del parque.-señala al bar.
-          Yo me tengo que ir a casa, mi madre me ha dicho que no me entretenga mucho.-interviene Diana.-Ya quedaremos mañana ¿no?
-          Claro. Por cierto ¿qué vamos a hacer?-pregunta Sara a la vez que se coloca al lado de Diana y le coge del brazo para que se quede un poco más.
-          A mí me gustaría ir a alguna discoteca. Podríamos ir a la nueve.-sugiere Pilar mirando a Diana para que acepte su propuesta. Le apetece mucho bailar, pero sobretodo le apetece estar con él; a oscuras, con unas copas de más y dejarse llevar por los instintos más ocultos.
-          Genial, pues mañana iremos a la nueve. ¿Os parece bien a todos?-pregunta Sara observando a cada uno. Los demás se limitan a asentir y sonreír. Cada uno tiene su propio plan, su propio objetivo, su propio deseo para que esa noche sea la más especial de todas sus vidas.
-          Podríamos decírselo también a algún chico del grupo ¿no? –plantea Paula.
-          Claro. Habría que decírselo a Rubén, a Lucas…-se queda callada Pilar al pronunciar el último nombre. Observa a Sara. Su expresión ha cambiado completamente al oírle pronunciar su nombre, ese nombre que no para de sonar en su cabeza una y otra vez, pero no esperaba escuchar en voz alta. Hoy no.
-          Será mejor que creemos un grupo por el Whatsapp y lo hablemos ahí todos.-propone Pablo.- Lo creo yo esta noche, aunque no tengo tu numero Nacho.-se dirige hacia el aludido. Este niega con la cabeza.
-          No hace falta, a mí ya me informará Pilar. Además tampoco sé muy bien si iré.-contesta Nacho mientras posa su mirada en la chica que no ha parado de mirar en todo el rato.
-          Como quieras.-dice Pablo tajante.
-          Bueno chicos yo me voy ya.-interviene Diana. Se acerca a cada uno y le da dos besos. Al llegar a Nacho se para y se queda prendida en su mirada, una vez más. Es éste el que inicia el paso de darle dos besos y después se marcha junto a Paula, que tiene la necesidad de hablar con Diana. Siente que algo no va bien. Lo nota en su forma de hablar, en su mirada, en sus gestos. Ha pasado algo y lo va a averiguar.
Caminan hacia la salida del parque en silencio. Ambas saben que no es el lugar idóneo para hablar sobre ese tema.  Salen de ese lugar y e adentran en las calles de Zaragoza. Pasan cerca de un supermercado y se compran un paquete de patatas para compartir. Se sientan en un banco que hay a una calle de su casa y empiezan a hablar.
-          ¿Me vas a decir ya qué es lo que te pasa?-pregunta Paula dirigiéndose a su amiga, la cual da un mordisco a su patata.
-          Lo de siempre Paula.-dice Diana con un tono cansado.- Estoy harta de esa cría.
-          ¿Qué ha pasado ahora con María?
-          Nos hemos encontrado en el parque, un poco antes de haberos visto a vosotros y hemos tenido una pequeña discusión.
-          ¿Qué os habéis dicho?-coge una patata y se la come.
-          No gran cosa, pero lo que me ha sorprendido es su tono de voz. Parecía contenta, como si ya no se arrepintiera de lo que hizo. Había algo en ella que había cambiado y no sé muy bien que era.-contesta Diana quedándose pensativa. Tiene ligera idea de qué (o quién) puede ser el causante de ese cambio, pero hasta que no esté segura no lo va a decir. No lo hará si quiere ganar esta partida, ahora no puede confiar en nadie, ni siquiera en su mejor amiga.
-          Entiendo.-coge un puñado de patatas y se las come poco a poco.
-          Si  lo llego a saber no me hubiera escapado de casa.-afirma Diana.
-          ¿¿¡¡Te has escapado!!??-chilla Paula totalmente sorprendida. No se esperaba eso.
-          Solo por un rato. No me entraba nada en la cabeza y mi madre no quería dejarme. Además, seguro que no se entera. En unos minutos iré a casa y haré como si nada de esto hubiera sucedido.-responde tajante Diana.
-          Diana, a veces te pasas un poco con tu madre.-dice suavemente Paula. No quiere ofenderla pero tiene que hacerle ver que eso no está bien.-Si te pilla igual no te deja salir mañana a la disco.
-          Ahora mismo me da igual Paula. Cierto que va a esta Nacho, pero no va a estar conmigo ¿entiendes?, solo va a bailar con ella, solo la va a mirar a ella, solo la va a besar a ella y a mí me tendrá como su amiga, esa amiga tonta que sufre tanto y no se come ni un colín.
-          ¿Quién es la otra? ¿Pilar?-pregunta Paula mientras coge otro puñado de patatas.
-          ¿Lo dudabas? No tienes más que ver cómo se miran para saber que solo necesitan pasar unos ratos solos, a oscuras, bailando, con alguna copa de más para liarse. Yo no quiero ver esa escena, yo no quiero ver como se quieren mientras mi corazón se rompe por dentro, yo no quiero ser testigo de sus líos siendo que yo jamás podré soportar que estén juntos.
-          Pero no puedes quedarte en casa por ellos. Si él no te quiere, no sabe lo que se pierde. Tú te mereces a alguien que te quiera tal y como eres y si él no lo hace es porque no sabe lo que tiene delante.-le mira a los ojos y espera algún tipo de respuesta afirmativa. Pero no la consigue.
-          No es tan fácil. No puedo ir ahí tan tranquila y ver cómo me vuelven a robar al chico del que estoy perdidamente enamorada. Siempre igual. Siempre.-mira al cielo y se queda en silencio.

-          Pues si mañana no puedes soportar verles juntos; líate con alguien. Así no te irás con las manos vacías a casa.-le giña el ojo y se ríe. Diana también se ríe. No sabe muy bien que va a pasar mañana, pero hay algo en ella que la incita a ir.

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