Zaragoza,
10 de marzo a las 8:30…
-
¿De
verdad te dijo eso?- pregunta Paula cada vez más sorprendida con lo que le
cuenta su amiga.
-
Sí.
Se atrevió a decir que la culpa de todo la tenía María.-confirma Diana con la
cabeza agachada. No le apetece mirar a nadie a los ojos, no quiere ver a los
demás sonriendo mientras ella está completamente destrozada, no tiene necesidad
de saber más sobre aquella vida de cuento de rosa que protagonizan los demás;
mientras ella está viviendo su propia pesadilla; la vida real.
-
¡Qué
cabronazo!-exclama Paula.-Y ahora creerá que tú te lo habrás tragado todo ¿no?
-
Pues
si te digo la verdad, puede que tenga razón.-musita Diana con voz muy baja.
-
Será
una broma…-dice Paula dirigiéndole una mirada de incredulidad.-No puedes
creerle Dianius, aunque María se
hubiese enamorado de él y no puso pegas a la hora de liarse con él, Sergio
también pudo decir que no. Todo esto no es solo culpa de María, sino de los
dos.-Le levanta la cabeza para mirarle a los ojos y convencerla. María hizo
algo muy feo, pero no la cree capaz de chantajear al novio de su amiga solo por
pura diversión.
-
Puede
que tengas razón, pero es la única explicación que me han dado sólida, dese que
me enteré de… de su engaño.-pronuncia las últimas palabras con dolor. No le
gusta cómo han acabado las cosas, pero ahora mismo no sabe muy bien a quién
creer.
-
Debes
hablar con María, tienes que pedirle explicaciones.
-
Después
de lo que pasó el otro día, ni a ella ni a mi nos apetece hablar la una con la
otra. Además yo no tengo nada que decir, si lo que dice Sergio no fuera verdad,
ya me habría dado una versión más convincente sin que yo se lo pidiera.
-
Bueno,
tal vez…-Paula no sabe muy bien que decir con que se calla.- Me tengo que ir,
llego tarde a clase ya. Luego hablamos. Adiós.-se despide con la mano y se
marcha hacia su clase.
Diana
llega a la suya, entra, se dirige hacia su mesa, deja la mochila a la vez que
cuelga la chaqueta en el respaldo de la silla y se sienta. Observa a los chicos
de su clase; ninguno demasiado guapo para sentirse atraída hacia ellos, además,
lo de Sergio está muy reciente y teme que hasta dentro de mucho no logre
olvidarse de él. La profesora llega; hora de francés. Saca sus libros y sus
apuntes y se queda quieta. Los demás alumnos se van sentando mientras la
profesora informa de que hoy llega un nuevo alumno. A los pocos segundos, un
chico con el cabello castaño, ojos azules y una mirada hipnotizadora; entra en
el aula de 3ºA.
Las
chicas chismorrean a la vez que intentan que el chico les mire. Los chicos,
envidiosos, pronuncian palabras malsonantes mientras que por dentro desearían
ser cómo él. Diana está en silencio, le observa con admiración, se podría decir
que se siente bastante atraída por él. Recorre con la mirada cada uno de sus
perfectas facciones, cada matiz de su cuerpo, cada gesto que realiza. Le
encanta todo de él y a la vez le duele sentir eso por él. Hay algo en ella que
le hace sentirse culpable, aunque no sabe muy bien que es. Quizás sus
sentimientos por Sergio todavía sigan vivos, pero puede haber encontrado ese
clavo que le haga olvidarse de todo lo que le hizo ese miserable y su “querida
amiga María”…
El
chico se presenta delante de toda la clase con el nombre de Nacho. Saluda a la
profesora y pide permiso para sentarse. Observa en derredor en busca de un
sitio vacío que casualmente se encuentra al lado de Diana. Emprende camino
hacia ese sitio mientras un montón de miradas acosadoras le siguen. Una chica
intenta tocarle el culo pero el muchacho consigue esquivar la mano. La chica,
frustrada, se gira hacia delante e intenta seguir con la clase. Nacho se sienta
y deja sus cosas a su lado. Abre la mochila y pregunta por qué tema van. No le
responde así que opta por preguntárselo a su compañera de al lado:
-
Hola,
¿me podrías indicar por qué tema vamos por favor?-dice el chico con un tono muy
amigable.
-
Por
el tema siete.-dice Diana.
-
Muchas
gracias.-sonríe.-por cierto ¿cómo te llamas?
-
Diana.
¿y tú?
-
Nacho.
Encantado
-
Lo
mismo digo.
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