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jueves, 26 de septiembre de 2013

Capítulo 20

Zaragoza, 10 de marzo a las 8:30…
-          ¿De verdad te dijo eso?- pregunta Paula cada vez más sorprendida con lo que le cuenta su amiga.
-          Sí. Se atrevió a decir que la culpa de todo la tenía María.-confirma Diana con la cabeza agachada. No le apetece mirar a nadie a los ojos, no quiere ver a los demás sonriendo mientras ella está completamente destrozada, no tiene necesidad de saber más sobre aquella vida de cuento de rosa que protagonizan los demás; mientras ella está viviendo su propia pesadilla; la vida real.
-          ¡Qué cabronazo!-exclama Paula.-Y ahora creerá que tú te lo habrás tragado todo ¿no?
-          Pues si te digo la verdad, puede que tenga razón.-musita Diana con voz muy baja.
-          Será una broma…-dice Paula dirigiéndole una mirada de incredulidad.-No puedes creerle Dianius, aunque María se hubiese enamorado de él y no puso pegas a la hora de liarse con él, Sergio también pudo decir que no. Todo esto no es solo culpa de María, sino de los dos.-Le levanta la cabeza para mirarle a los ojos y convencerla. María hizo algo muy feo, pero no la cree capaz de chantajear al novio de su amiga solo por pura diversión.
-          Puede que tengas razón, pero es la única explicación que me han dado sólida, dese que me enteré de… de su engaño.-pronuncia las últimas palabras con dolor. No le gusta cómo han acabado las cosas, pero ahora mismo no sabe muy bien a quién creer.
-          Debes hablar con María, tienes que pedirle explicaciones.
-          Después de lo que pasó el otro día, ni a ella ni a mi nos apetece hablar la una con la otra. Además yo no tengo nada que decir, si lo que dice Sergio no fuera verdad, ya me habría dado una versión más convincente sin que yo se lo pidiera.
-          Bueno, tal vez…-Paula no sabe muy bien que decir con que se calla.- Me tengo que ir, llego tarde a clase ya. Luego hablamos. Adiós.-se despide con la mano y se marcha hacia su clase.
Diana llega a la suya, entra, se dirige hacia su mesa, deja la mochila a la vez que cuelga la chaqueta en el respaldo de la silla y se sienta. Observa a los chicos de su clase; ninguno demasiado guapo para sentirse atraída hacia ellos, además, lo de Sergio está muy reciente y teme que hasta dentro de mucho no logre olvidarse de él. La profesora llega; hora de francés. Saca sus libros y sus apuntes y se queda quieta. Los demás alumnos se van sentando mientras la profesora informa de que hoy llega un nuevo alumno. A los pocos segundos, un chico con el cabello castaño, ojos azules y una mirada hipnotizadora; entra en el aula de 3ºA.
Las chicas chismorrean a la vez que intentan que el chico les mire. Los chicos, envidiosos, pronuncian palabras malsonantes mientras que por dentro desearían ser cómo él. Diana está en silencio, le observa con admiración, se podría decir que se siente bastante atraída por él. Recorre con la mirada cada uno de sus perfectas facciones, cada matiz de su cuerpo, cada gesto que realiza. Le encanta todo de él y a la vez le duele sentir eso por él. Hay algo en ella que le hace sentirse culpable, aunque no sabe muy bien que es. Quizás sus sentimientos por Sergio todavía sigan vivos, pero puede haber encontrado ese clavo que le haga olvidarse de todo lo que le hizo ese miserable y su “querida amiga María”…
El chico se presenta delante de toda la clase con el nombre de Nacho. Saluda a la profesora y pide permiso para sentarse. Observa en derredor en busca de un sitio vacío que casualmente se encuentra al lado de Diana. Emprende camino hacia ese sitio mientras un montón de miradas acosadoras le siguen. Una chica intenta tocarle el culo pero el muchacho consigue esquivar la mano. La chica, frustrada, se gira hacia delante e intenta seguir con la clase. Nacho se sienta y deja sus cosas a su lado. Abre la mochila y pregunta por qué tema van. No le responde así que opta por preguntárselo a su compañera de al lado:
-          Hola, ¿me podrías indicar por qué tema vamos por favor?-dice el chico con un tono muy amigable.
-          Por el tema siete.-dice Diana.
-          Muchas gracias.-sonríe.-por cierto ¿cómo te llamas?
-          Diana. ¿y tú?
-          Nacho. Encantado
-          Lo mismo digo.


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