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lunes, 9 de septiembre de 2013

Capítulo 14

Zaragoza, 17 de abril a las 18:00…
-          ¿Por qué no puedes quedar?
-          Tengo que estudiar, los exámenes están a la vuelta de la esquina y no puedo permitirme el lujo de salir por ahí. Lo siento.
-          ¿Ni media hora?
-          Ni eso.
-          Yo quiero verte cariño.
-          Y yo. Cuando termine podremos quedar más tiempo.
-          Vale, pues te dejo estudiar.
-          Vale, gracias.
-          De nada. Adiós te quiero.
-          Adiós.
Cuelga y deja el teléfono al lado de su mesa. Le ha vuelto a mentir otra vez pero no quiere estar con ella ahora mismo. Necesita estar solo, reflexionar y pensar en otra cosa que no sea ni Begoña ni Sara, aunque de la última persona está claro que ocupará sus pensamientos siempre.
No le apetece hacer nada, ni hablar con nadie, ni estudiar, ni estar de pie, ni estar sentado, ni estar tumbado, ni reír, ni llorar… simplemente no quiere estar para nada.
Se tumba sobre la cama, se levanta, se sienta en una silla, da vueltas alrededor de su habitación, se queda de pie al lado de su silla, juguetea con las puntas de sus zapatos, salta, chilla, se queda callado… no sabe qué hacer.
Y en ese momento, algo pasa por su cabeza, una idea que quizás a ella no le guste pero necesita hacerlo, necesita saber de ella, necesita explicarle que ha cometido otra vez un error, que ha sido un estúpido, que necesita oler su aroma una vez más, que quiere compartir ese mismo momento una vez más.
Coge el móvil y marca un número, a los pocos segundos el destinatario contesta para alegría de Lucas.
-          Hola
-          ¡¡Sara!! Tengo que hablar contigo otra vez.
-          ¿De qué?
-          De lo mismo de antes.
-          ¿No decías que habíamos terminado?- Dice Sara con un poco de sorna.
-          Lo siento.
-          Yo también.
Silencio. La chica no quiere continuar la conversación y decide colgar. El chico le ruega que no lo haga pero ya es tarde, ella se ha cansado. Apresuradamente Lucas vuelve a marcar su número, pero su viejo amigo; el contestador, aparece cada vez que quiere contactar con ella. Tira el móvil en la cama y se echa a llorar. No puede hacer otra cosa más que gritar y maldecir aquella estúpida frase.
Vuelve a ponerse en pie y se seca con la manga de su chaqueta las lágrimas derramadas.  Coge de nuevo el móvil y marca un número distinto al de antes, un número que quizás tenga  la respuesta a su pregunta, aunque esta vez el destinatario ha tardado un poco más que el de antes.

Zaragoza, 17 de abril a las 17:50…
-          Bueno ya hemos llegado, ¿te gusta?
-          No está mal, es acogedor.
-          ¿Pedimos ya?
-          Claro. Pide por esa boquita que yo te lo compro.
-          Entonces uno de fresa, me gusta mucho ese sabor.
-          Está bien saberlo. Por favor pónganos uno de fresa y otro de dulce de leche.- se dirige hacia la dependienta.
-          ¿Dulce de leche? Es mi favorito.
-          ¿Y por qué no te o has pedido de ese sabor?
-          Hoy me apetecía de fresa.
-          Entiendo.-Se miran el uno al otro. No existe nadie más en ese mismo momento; ni el niño que juega con un avión de papel a su lado, ni el padre que le echa la bronca por molestar, ni los ancianos conversando sobre hazañas de tiempos anteriores, ni la dependienta colocando una bola de helado en cada cucurucho; nadie, absolutamente nadie, solo él y ella. Ella le mira con amor; él con adoración, ella le sonríe con timidez; él con seguridad. Pero aunque para ellos nadie más exista, están en un lugar rodeados de gente y tarde o temprano se hacen manifestar…
-          Aquí tienen, muchas gracias.
Pilar se gira bruscamente y coge los dos helados. Nacho paga y se dirigen a una mesa apartada. Mientras caminan, hay una persona que se ha dado cuenta de su presencia, cosa que ellos no han hecho.
-          ¡¡Hola chicos!!
-          ¿Sara? ¿Qué haces tú aquí?- responde Pilar un poco molesta por la interrupción.
-          ¿Por qué todo el mundo me responde hoy con esa pregunta?- dice Sara con una sonrisa burlona.
-          Perdona. Solo que me ha sorprendido.
-          Pues anda que a mí, por cierto, ¿no me vas a presentar?
-          Oh sí perdón, Pilar te presento a Nacho; un amigo…- dice señalándolos a la vez.
-          Encantada.-Se dirige hacia Nacho y le da dos besos en las mejillas.-Yo soy Sara.
-          Encantado, soy Nacho.
-          Me suena de algo, no sé por qué.
-          Puede que sea del colegio.-responde Nacho con un toque burlón.
-          ¿Vas a mi instituto?
-          Sí, de ahí es de dónde conocí a Pilar.
-          Ah pues no lo sabía. ¿Eres nuevo?
-          Sí. Hace apenas un mes que he venido.
-          Por eso será que no te conocía.-dice Sara con una sonrisa que le ilumina toda la cara, lo que provoca otra sonrisa en el chico.
-          ¿Y tú con quién estás Sara?- pregunta Pilar con la intención de meterse en la conversación.- ¿Has venido con alguien?
-          Sí, pero ahora están en el baño y les estoy esperando. Si queréis podéis sentaros con nosotros y charlamos un rato para conocernos mejor.- cuando pronuncia las últimas palabras, mira al chico que acaba de conocer. Es guapo y muy apuesto, haría buena pareja con su amiga y le alegra ver que ella también está interesada en él. Le encantaría ir algún día a tomar algo en parejas; ella y Lucas serían una, y la otra la formarían ellos dos, pero sabe que eso no es posible, al menos por la parte que le toca.
-          Vale, por mi bien.-dice Nacho con una sonrisa dibujada en su rostro. Parece realmente interesado en charlar con esa chica tan simpática.
-          Por mí también.-contesta Pilar con un tono claramente contradictor con sus palabras. No le hace ninguna gracia compartir a Nacho con nadie. Sabe que son sus amigos y que no van a hacer nada malo, pero algo en su interior hace que ella se sienta así.
Sara les acompaña hasta su mesa y les ofrece los dos asientos vacíos que antes ocupaban Paula y su buen amigo Pablo. Le dedica una simpática sonrisa a cada uno y les invita a empezar los helados que se acaban de comprar.
-          ¿Y bien? ¿Están ricos?-pregunta Sara.
-          Delicioso.-responde Nacho con una parte del labio superior manchado.
-          El mío también.-Dice Pilar con menos entusiasmo.
-          Me alegro.-otra sonrisa sincera en su rostro. No hay rastro de tristeza en su cara, aunque en su interior no ocurre lo mismo. No quiere volver a pensar en lo de esta mañana, esta vez no, quiere olvidarlo por unos minutos y disfrutar de la agradable compañía de sus amigos, aunque dos de ellos estén desaparecidos en el baño. Se pregunta por qué tardan tanto, pero no quiere meterles prisa y decide iniciar una conversación con su buena amiga Pilar y el chico por el que está claro que suspira.- ¿Qué os trae por aquí esta tarde?
-          Pues a Pilar le apetecía tomar algo y he decidido invitarla.
-          Todo un caballero.-responde Sara mirando a Pilar con otra de esas sonrisas que es inevitable acompañarla.
-          No hacía falta, yo hubiera podido pagarlo también.-dice Pilar intentando que el ardor que hay en sus mejillas desaparezca. No puede evitar sonrojarse cada vez que él le mira.
-          Ya lo sé, pero me apetecía invitarte. ¿Tiene algo de malo?
-          No claro que no.-responde Pilar con una sonrisa tímida.
Silencio. Silencio cargado de sentimientos. Silencio cargado de miradas que hablan. Silencio cargado de amor. Silencio que interrumpe una música procedente de un móvil:
-          Perdonad ahora vuelvo.- Sara se levanta y se dirige hacia fuera. Mientras; Nacho y Pilar siguen mirándose el uno al otro.
-          Estás preciosa cuando sonríes.-sube la mano y le acaricia suavemente la mejilla. Eso provoca que el ardor de las mejillas de la chica se acreciente más.
El tiempo se vuelve a parar. El mundo deja de girar. El sol se mantiene firme. Las personas que les rodean se han quedado paralizadas. No existe nada más que ellos. Salvo una persona muy importante en la vida de Pilar, que ahora mismo se dirige hacia ellos con unas lágrimas en el rostro, apresurándose por coger sus cosas y salir corriendo del establecimiento sin ni siquiera despedirse.


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