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martes, 10 de septiembre de 2013

Capítulo 15

Zaragoza, 17 de abril a las 18:07…
-          Tienes que decirme dónde está por favor.
-          Si supiera dónde está te lo diría, pero hace unos minutos que se ha marchado de aquí y no ha dicho dónde iba.
-          Necesito verla.
-          Pero yo no lo sé de verdad. Lo siento.
-          ¿Y no sabes dónde ha podido ir?
-          Lo único que sé es que le han llamado y cuando ha colgado estaba llorando. Luego ha cogido sus cosas y se ha marchado corriendo.
-          Entiendo.
-          Lo siento.
-          No pasa nada, muchas gracias Pilar.
-          De nada Lucas y si sabes algo de ella llámame. No me coge el móvil.
-          Lo haré. Adiós.
-          Adiós.
Cuelga. Se tira contra el suelo. Desea dejar de existir en este momento. Por su culpa la persona que más quiere está sufriendo y ahora está en paradero desconocido. No tiene ni idea de si se ha ido a su casa o todavía sigue deambulando por la calle. Pero no puede quedarse en casa, necesita encontrarla. Se pone en pie, coge las llaves y el móvil, baja las escaleras que hay de su casa hasta el portal y sale a la calle a toda prisa sin saber muy bien dónde ir. En ese momento sus piernas no son las que se mueven, sino su corazón, su amor hacia ella, su ansia por encontrarla. Recorre todas las calles de Zaragoza, buscando en cada rincón, pero no la encuentra. Sigue corriendo hasta que llega a un lugar que le trae viejos recuerdos. Un lugar dónde hace unas semanas algo en su interior cobró vida, algo que solo ella despertó.
No sabe muy bien por qué ha decidido ir hasta aquí, pero no va a detenerse, necesita comprobar que tanto sus recuerdos como los suyos les han traído hasta aquí; el lugar dónde se dieron su primer beso. Y justo cuando estaba a punto de darse por vencido; de tirar la toalla y volver, la ve; sentada en el banco, en su banco, en el lugar dónde sus sentimientos mejor guardados florecieron y también dónde sus sueños de estar juntos desaparecieron.
-          Sabía que estarías aquí.-dice Lucas mientras se sienta al lado suyo.
-          No era ninguna adivinanza.-responde Sara intentando taparse la cara.
-          No hace falta que te ocultes, sigues estando preciosa hasta cuando lloras.
-          ¿A qué has venido? ¿A decirme cuatro piropos tontos, darme esperanzas, crearme nuevas ilusiones y cuando yo vuelva a sonreír; recordarme que estás saliendo con alguien de quien no estás enamorado porque soy yo la que tiene tu corazón? ¿A volverme a engañar como una cría estúpida, o debería decir una estúpida cría enamorada? Porque eso es lo que soy; una cría que se dejó engatusar por alguien que lo único que quiere es jugar con ella. Jamás debí enamorarme de ti. Solo querías dejarme como una idiota enamorada, una pobre niña que se resigna a ser “la otra” de un chico que nunca le ha querido, porque aunque me repitas que tú me quieres, no puedo creerte, siendo que estás saliendo con ella. Otra víctima de tus engaños.
Lucas no puede creer todo lo que está diciendo. Le duele oír todas esas palabras. No quiere escucharla más. Necesita explicarle todo, necesita que le crea.
-          No te puedes imaginar la cantidad de mentiras que acabas de decir.
-          Ya claro, mentiras… Y si todo esto es mentira; dime por qué sales con ella, por qué no sales conmigo, por qué no cortas con Begoña. Yo te lo diré; porque eres un farsante, porque te gusta jugar con la gente, porque aprovechaste mi enamoramiento para ocultarme que estabas saliendo con otra y estoy segura de que si no nos hubiera interrumpido Begoña en aquel maldito beso que te di; jamás me lo hubieras dicho.- baja la cabeza a la vez que se quita unas lagrimillas que caen de sus ojos.- ¿y sabes lo que más me duele? Que yo te sigo queriendo, que no puedo odiarte, que a pesar de todo esto sigues siendo el que ocupa un lugar en mi corazón y mientras tú te ríes de mí y de mi estupidez, mientras tú estás con tu novia riéndoos de mí, mientras tú eres feliz con ella; yo estaré aquí, echándote de menos, rogando al cielo para que vengas a por mí, para que me beses y me hagas creer en cuentos de color rosa otra vez, para que me hagas feliz con solo pronunciar una frase; esa maldita frase que hace que yo vuelva a ilusionarme y que solo tú pronuncias tan bien.
Sara vuelve a coger un pañuelo y llora con más intensidad. El pelo y las manos cubren su rostro todo enrojecido y triste. Lucas está paralizado, no sabe qué hacer, no tiene ni idea de cómo convencerla de lo contrario.
-          Sara, te quiero ¿y sabes por qué? Porque solo a una persona que quiero de verdad le haría esto que estoy a punto de realizar.
Le levanta la cara suavemente al mismo tiempo que le quita las manos de la cara y sin más preámbulos sus labios se juntan, como aquella vez, en un lugar apartado del mundo, dónde nadie pueda verles, dónde nadie les juzgue, dónde nadie sea testigo de su pequeño pecado. El tiempo pasa, pero no para ellos. Los segundos se hacen horas. La mano de Lucas recorre todo el cuerpo de la muchacha. Ella se deja hacer, se deja llevar por su corazón. La camiseta de la chica se sube lentamente y deja visible su perfecta espalda. El chico acaricia su piel con cariño, no quiere asustarla ni intimidarla, pero hay algo en él que necesita avanzar; un sentimiento, un ardor. A ella no le importa, sabe perfectamente lo que está a punto de ocurrir, pero no le importa; quiere hacerlo. Ahora el que manda es su corazón, la razón perdió la batalla una vez más.
Los labios del chico recorren su cuello suavemente, lo que estremece a la chica. Le gusta sentir sus labios contra su piel, pagaría por estar siempre así.
Esta vez no hay distancia. Sus cuerpos están más pegados que nunca; prácticamente son uno, pero algo les hace separase, algo impide que lleguen a más, algo hace que sus labios se despeguen, algo hace que se asusten; algo llamado Begoña:
-          Cariño ¿no decías que no podías quedar hoy?
-          ¡Begoña! ¿Qué haces aquí?-pregunta Lucas mirándola fijamente, molesto por la interrupción.
-          Estaba paseando cuando me ha parecido oír tu voz detrás de estos arbustos. ¿Y tú? ¿Se puede saber que haces con ella?- pregunta mirando a Sara por encima del hombro, fijándose en lo mal colocada que está su camiseta.
-          Yo…est..ba…paseando también. –responde Lucas muy dudoso y nervioso.
-          Entiendo.-dice Begoña con desdén- Y ahora que estás aquí, ¿quieres tomar algo conmigo?
-          <<No claro que no, lárgate, no quiero estar contigo sino con ella. >>- Si claro.
-          Perfecto. Pues acompáñame. Ahora eres sólo mío.-Dice Begoña al mismo tiempo que se agarra del brazo de su novio y le dedica una mirada de odio a Sara.


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