Zaragoza, 17 de abril a las 16:00…
Las cuatro ya, y todavía no ha empezado a
comer. Últimamente no tiene ganas de nada. Hoy ha sido un día asqueroso; la de
lengua le ha puesto un cero por no hacer los deberes, sus amigas cada vez la
odian más, sus padres no hacen más que discutir y cada día está más sola. ¿Y
todo esto por qué? Por un tío. Lo mismo de siempre; los mismos sentimientos, la
misma culpabilidad, los mismos deseos, los mismos lloros. Ya no puede más. No
quiere vivir. No merece la pena. Es duro admitir que ya no quieres formar parte
de esta vida, pero es demasiado cobarde para suicidarse. Nunca se ha atrevido a
contarle esto a nadie, de hecho, nadie ha mostrado últimamente ningún interés
por ella. Es como si viviera en un mundo lleno de gente ciega, que no se dan
cuenta de lo que le pasa y no está segura de sí este sufrimiento se acabará
algún día.
Quiere llorar otra vez, desahogarse, dejar
que toda la rabia y todo el dolor contenido salgan, pero no puede, no le quedan
lágrimas.
De repente algo le hace sentirse un poco más
feliz. Tiene un WhatsApp. Lo abre y
ve que se trata de él, la única persona que ahora mismo le puede hacer muy
feliz, aunque él no lo sepa. Lo lee rápidamente y lo vuelve a leer otra vez. Es
el típico mensaje entre amigos pero ella se siente ahora mismo en una nube,
como si no tuviera problemas, como si fuera feliz…
¡Hola María! No te he visto hoy por el colegio, he
ido a buscaros. ¿Qué tal? Respóndeme cuando puedas.
Es curioso cómo un simple mensaje de esa
persona te puede hacer la chica más feliz del mundo. Sabe que es una chorrada y
que muchos no la entenderían, pero le da igual. Recuerda una entrada que leyó
hace mucho tiempo en un blog:
Un
día me dijeron que me querías, que me mirabas a escondidas desde hace tiempo,
que cada vez que oías mi nombre callabas y sonreías, que reías cuando yo reía,
que ponías cualquier excusa para verme, que me necesitabas tanto como yo te
necesito.
Un
día alguien me hizo feliz, alguien me dio esa felicidad que tanto buscaba,
alguien me hizo ilusionarme con un mundo a tu lado, alguien hizo que mis
problemas se esfumaran de repente, alguien me hizo amarte más de lo que ya te
amaba.
Un
día pensé en todo lo que podíamos ser, en todo lo que podíamos hacer, en todo
lo que podríamos soñar, en todo lo que podríamos conquistar.
Un
día, sin quererlo ni saberlo, me hiciste feliz.
Nunca nadie le dijo que Pablo hiciese eso,
pero ella se sentía así cuando estaba con él; feliz. Parecía que esa entrada
estuviese escrita para ella, aunque él no le quisiese. Le daba igual, le ha
hablado, eso es lo importante. No piensa volver a llorar delante de nadie y
menos delante de él. Ya lo hizo una vez y aunque sirviese para conocerle, no le
gustó nada romperse delante de él.
Zaragoza, 5 de marzo a las 19:00…
-
¡Eres una guarra!-grita Diana con la intención
de que todo el mundo la oiga.- me robas a mi novio, me engañáis los dos y aun
así tienes la cara de presentarte aquí, lárgate antes de que te pegue una
bofetada.
-
Yo ya te he dicho que lo siento y si he venido
aquí es para solucionarlo.- las lágrimas se apoderan rápidamente de ella, no
puede evitar sollozar y suplicar su perdón. Quiere arreglarlo cuanto antes.
-
Me importa un comino que lo sientas. Tú sabías
perfectamente que era mi novio y que lo quería mucho y aun así te lo ligaste,
lo engatusaste para que callera en tus redes. A saber cuántos novios nos has
birlado y no nos hemos dado ni cuenta.
Diana está fuera de sí. Parece otra. La
gente no puede creer lo que está pasando. Aquel día que tanto prometía se está
fastidiando. Los chicos intentan calmar a Diana pero es inútil, no va a parar.
Sara mira muy preocupada a María, no sabe qué hacer. No quiere que discutan más
y no se le ocurre otra cosa que ponerse en medio.
-
Chicas por favor dejare de discutir, la gente se
está asustando.
-
Tú no te metas Sara, esto es una cosa entre la “robanovios” y yo.
-
Te equivocas, sí que es cosa mía, porque las dos
sois mis amigas.
-
¡Qué te calles de una maldita vez joder! ¿O
acaso tú estabas al corriente de los líos que se traía esta con mi novio?
Sara se queda paralizada, tanto por la
forma en qué le ha hablado como por la pregunta que le ha hecho. María no para
de llorar. Sabe que su amiga se ha quedado sorprendida pero la va ayudar. Va a
mentir por ella.
-
Ella no sabía nada.
-
Pues entonces que nos deje en paz.
-
Sara vete.
Sara decide hacer caso a María. Tiene miedo
de que alguna pregunta inoportuna vuelva a no poder ser respondida.
-
Y tú, lárgate ahora mismo de aquí. Nadie te
quiere ver ya. Todos saben lo que me hiciste y todos me van a apoyar a mí. ¿Lo
ves? Estás sola y sola estarás para siempre.
Diana lo hace de forma tajante. Nadie le
discute aunque varias personas no piensen igual que ella. Allí al fondo se ve a
un chaval un poco sorprendido por todo. No parece enterarse de nada, aunque
ahora entiende un poco más la conversación que ha tenido hace unos minutos con
su nueva amiga Diana.
-
Diana por favor perdóname.- le suplica María
-
¿Qué te perdone? ¿Estarás de broma? Jamás podré
perdonarte y jamás lo querré hacer y ahora haznos un favor a todos y lárgate.
Diana decide no esperar a que se vaya y se
marcha ella antes, seguida de unos pocos chicos y su fiel amiga Paula.
Otros chicos se alejan por su cuenta,
quedando solo María, Pilar, Pablo y Sara.
Pilar mira a Sara, con un gesto de pocos
amigos. Sabe que ella estaba al corriente de la relación entre María y Sergio
pero no quiere decir nada y se marcha con Diana.
Sara está indecisa, le duele dejar a su
amiga así pero Diana tenía razón; se ha pasado. Decide ir también con Diana
dejando solos a María y Pablo.
-
¿Estás bien?
-
No.
-
Lo sé.
-
¿Y si lo sabes para que preguntas?
-
Para ver si eras capaz de reconocerlo.
María se tapa los ojos rojos que tiene a
causa de las lágrimas. Pablo la observa. Es una chica bastante atractiva,
normal que cualquier tío se interesase por ella, incluido el novio de su amiga
(por lo poco que ha podido entender de aquella dolorosa discusión).
-
Oye, ¿quieres hablar?
-
No sé quién eres.
-
Eso tiene fácil solución. Me llamo Pablo.
-
Yo soy María y me encantaría darte la mano pero
no quiero que me veas llorar.
-
¿Por qué? Eso es humano.
-
Las chicas no lloran delante de los chicos.
-
¿Y eso desde cuándo?
-
Desde siempre.
-
Mentira.
Se dirigieron hacia un banco un poco más
alejado de la zona, justo en el que hace unas horas, una declaración de amor
había sido la causante de un dulce beso entre dos personas que se querían
demasiado.
Hablaron durante horas, se contaron sus
problemas, como si fueran amigos de toda la vida. Se desahogaron el uno con el
otro. Ella le contó su lio con el novio de su amiga y él le contó la ruptura
con su novia. Se dieron los teléfonos y siguieron en contacto todos los días.
De vez en cuando se veían y quedaban. Se convirtieron en muy buenos amigos
hasta tal punto de que ella empezó a sentir algo por él. No era la misma cuando
él estaba a su lado. Era otra completamente distinta; más contenta, más
sonriente, más feliz. Pero a veces esa felicidad se puede esfumar con solo una
palabra, un gesto, una acción, una tentación y es entonces cuando nos damos
cuenta de lo que verdaderamente le importamos a las personas.
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