Translate

martes, 3 de septiembre de 2013

Capítulo 8

Zaragoza, 17 de abril a las 14:45…
-          Pues parece que éstos no vuelven.
-          Se han debido quedar hablando y no se han debido dar cuenta de la hora.
-          Pues yo me tengo que ir ya que mi madre se enfadará si voy tarde.
-          Tranquila Diana, si quieres te acompaño que yo también tengo que irme a casa pronto.
-          Vale gracias. ¿Te vienes  Pilar?
-          No, yo me iré con alguno de los chicos que me pilla mejor.
-          Ok, pues nos vemos mañana.
-          Vale, un beso chicas.
-          Adiós guapa.- gritan las dos amigas a su compañera.
Las chicas recorren el recreo hasta llegar por fin a la puerta del colegio. Su casa no está lejos del colegio pero así podrán tener un rato para hablar juntas. Le duele que nacho no haya mantenido su promesa de ir con ella hasta casa pero llega tarde y no puede esperarle más.  A ambas les gusta disfrutar de la compañía de la otra y más cuando a Diana le pasó eso con su novio. Paula se convirtió en su compañera de fatigas, en su hombro en el que llorar y también en su mejor amiga. María le hizo mucho daño y eso supuso un golpe muy duro para ella. Pero Paula se encargó de que la chica no lo pasara mal.
-          ¿Qué vas a hacer esta tarde?-interviene  Paula para romper ese silencio que tan poco le gusta.
-          Pues supongo que estudiar. Llevo fatal los exámenes.
-          Yo también debería empezar a estudiar ya.
-          Al menos no soy la única.
Una sonrisa aparece en el rostro de cada una.
-          ¿Quieres quedar hoy? Es que hoy no me apetece estudiar.
-          No sé tía, sabes que me encanta quedar contigo pero llevo fatal física y el examen lo tenemos a la semana que viene.
-          Porfa que tú siempre consigues aprobar.
-          No sé si esta vez lo conseguiré.
-          Que sí.
-          Bueno vale, pero lo hago porque me encanta estar contigo.
-          Gracias Dianius.
-          Sabes que odio que me llames así.
-          ¿Por qué? A mí me parece gracioso.
-          Me recuerda a los dinosaurios de los dibujos animados
-          Tú y tus tonterías.- Dice Paula seguida con una carcajada.
-          Es la verdad.
-          Que va, a mí me parece original.
-          No lo creas Paulius.
-          ¡Ves! A ti también te gusta.
-          Pero es que en tu nombre queda mejor.
-          En los dos queda bien.
-          Mentira.
-          Verdad y no me discutas.
-          Ok.
-          No te enfades tonta.
-          No me enfado, pero en el tuyo queda mejor.
-          En los dos y punto.
-          Está bien…
-          Así me gusta.-sonrisa burlona.
-          Te gusta reírte de mi
-          No, me gusta hacerte reír.
-          Por eso siempre serás mi mejor amiga.
-          Y tú la mía.
Una sonrisa aflora en la cara de cada una y una bandada de buenos recuerdos llega a sus mentes.
Un prolongado silencio acompaña a las dos amigas el resto del camino, pero no es un silencio incómodo, sino un silencio de reflexión.
-          Bueno, muchas gracias por acompañarme, como siempre me ha encantado estar contigo.-interviene Diana rompiendo ese silencio.
-          OK, luego te veo.
-          ¿Me pasas a buscar?
-          Vale, pero no tardes en bajar.
-          Tranquila.
-          A las cinco estoy aquí.
-          Ok. Estudia lo que puedas.
-          No creo, hoy no me siento con ganas.
-          Nunca te sientes con ganas.- le sigue una sonora carcajada.
-          Mala.
-          Ya sabes que no.
-          Lo que tú digas. Bueno adiós.
-          Adiós.
Diana observa cómo se aleja su amiga. No es muy guapa, pero tampoco es fea; melena oscura, ojos marrones, delgaducha, y con un flequillo que tapa unos de los numerosos granos que tiene en su cara. Es una buena amiga y le desea lo mejor, pero tampoco ha tenido mucha suerte en el amor, de echo el único chico que le ha gustado no le ha correspondido.
Abre la puerta del portal y sube las escaleras pensado en su última reflexión; “Un chico que le corresponda, eso es lo que necesita Paula”. Y es que después de todo lo que ha hecho por ella, es lo menos que se merece.

Zaragoza, 17 de abril a las 14:50…
Sus amigas ya se han ido hace un buen rato. Ya no queda casi nadie en el colegio salvo ese chico que le ha acompañado alguna vez a su casa. Está hablando con unas amigas y no quiere interrumpirle, aunque le encantaría hacerlo. Hace ya un tiempo que se ha replanteado la posibilidad de que ese chico tan apuesto le atraiga. Sabe que es nuevo y se le hace raro que hable con otras chicas. Seguramente se estarán pasando algún que otro apunte.
El chico se gira y la observa. Parece serio y eso hace preocupar a Pilar, pero pronto sus temores se esfuman cuándo le ve acercándose. Se queda quieto delante de ella y poco a poco las mejillas de la muchacha se enrojecen.
-          Hola.
-          H..o..la
La chica parece nerviosa y es normal, ese chico haría temblar hasta a una estatua.
-          ¿Esperas a alguien?
-          Más o menos, mi amiga se ha ido a hablar con un amigo y todavía no ha vuelto.
-          Vaya. Pensaba que me esperabas a mí.
-          ¿Qué te hace pensar eso?
-          Pues que no parabas de mirarme todo el rato.
-          Eh… yo…
Eso hace enrojecer más a la chica. El chico se da cuenta e intenta remediarlo:
-          Era broma. ¿Te quieres venir?
-          No sé, mi amiga igual viene.
-          O tal vez se haya ido ya. Venga vente, ya sabes lo que me gusta disfrutar de tu compañía.
Sonrisas discretas en la cara de cada uno. La chica se queda pensativa. En realidad sí que lo estaba esperando pero ha quedado muy mal al mentirle y sobretodo porque él ya sabía que lo estaba mirando. Ha sido muy tonta, pero al menos le ha ofrecido ir con él. Eso le gusta.
-          Vale, pero si mi amiga se enfada será culpa tuya.
-          OK, acepto la condición.
Carcajadas al unísono se oyen por el recreo de ese instituto siendo ellos los únicos que ahora mismo se encuentran en él. La chica no puede evitar la tentación de mirarle una vez más. Sabe que no debe pero no puede resistirlo. Asombrosamente parece que el chico le ha leído el pensamiento y sus miradas se buscan. Vuelven a sonreír. Ella por nerviosismo, él por diversión. Le encanta esa chica, es muy peculiar y aunque no sea muy popular, parece una buena persona. Sería la novia perfecta; dulce, amable, cariñosa, discreta, soñadora y muy guapa.
-          ¿Qué tal te ha ido el día?
-          Pues bien, aunque un poco aburrido, todavía no consigo integrarme en clase.
-          ¿Se meten contigo?
-          No, pero los grupos están ya formados y a mí me han metido hace un mes escasamente.
-          Entiendo.
-          Aunque hay con una chica que me llevo muy bien.
-          ¿A sí? ¿La conozco?
-          Creo que sí, es una de tus amigas. Se llama Diana.
-          ¿Diana? No sabía que hablaras con ella.
-          La tengo al lado y alguna vez conversamos un rato. Es una chica muy maja pero no es de mi tipo.
-          ¿No te gusta?
-          No. Es guapa pero a mí me gustan de otro estilo.
-          ¿Cómo?
-          Pues como tú.
La chica se quedó sorprendida. No esperaba esa respuesta, pero le encantó que lo dijera. El chico sonrío y eso provocó que la chica volviera a sonreír. Esta vez era más natural. En ese momento comprendió que sí sentía algo por ese chico tan especial y que seguramente ese sentimiento crecería cada vez más cuanto más tiempo pasase con él.
-          ¿Y cómo soy yo?
-          ¿No te conoces a ti misma o qué?
-          Claro que me conozco, pero me encanta que los demás me digan cómo es mi personalidad.
-          Pues no sabría que destacar de ti. Me gusta todo de ti. Eres una buena persona y eso es lo más importante.
-          ¿Cómo puedes saber que soy buena persona si sólo hace un mes que nos conocemos?
-          A veces, no se necesita mucho tiempo para conocer a las personas, basta con mirar a los ojos y saber cómo son en realidad.
-          Y se supone que en mis ojos puedes ver que soy buena persona ¿no?
-          No sólo veo eso, sino también a una chica dulce pero tímida, simpática pero cohibida, inteligente pero vergonzosa y enamorada pero sin atreverse a confesarlo.
-          ¿De verdad puedes ver qué estoy enamorada sólo por mis ojos?
-          Los ojos nos muestran muchas más cosas de las que nos creemos.
-          No sabía que eras tan místico.
-          Hay muchas cosas que todavía no sabes de mí.
-          Según tú, solo hace falta mirar a los ojos ¿no?
-          Al igual que algunas cosas sí que se pueden averiguar con la mirada, otras muchas se saben con el tiempo.
-          Entonces tendremos que pasar más tiempo juntos.
-          De momento con disfrutar de estos quince minutos que hay desde el instituto a mi casa me es suficiente, aunque no descarto la posibilidad de que algún día estemos más juntos.
-          Eso es fácil de conseguir.
-          Algún día.
-          Algún día.
-          Bueno, yo ya he llegado a mi casa. Gracias por acompañarme.
-          Ya sabes que no me importa, pero si mi amiga se enfada recuerda que será culpa tuya.
-          No creo que se enfade si le explicas que has ido conmigo
-          ¿Y eso que tiene que ver?
-          Tú ya sabes el motivo.
-          A veces das miedo.
-          Espero que sea broma
-          Lo es.
-          Adiós Pilar.
-          Adiós Nacho.


No hay comentarios:

Publicar un comentario