Zaragoza,
17 de abril a las 19:15…
-
¡Sara!
Al fin te encuentro.-Grita Pablo a la vez que se dirige hacia ella y la abraza.-Me tenías muy
preocupado en serio. No vuelvas a hacerme esto.-dice mientras la estruja contra
su cuerpo.
-
Lo
siento Pablo, siento mucho haber estropeado nuestra quedada, pero hoy
necesitaba estar un momento a solas.-responde Sara con la cara todavía mojada
por las lágrimas derramadas.
-
No
pasa nada y ahora explícame; ¿qué ha hecho que la sonrisa que había en tu cara
desapareciera?-pregunta Pablo mientras se despega de sus brazos y le mira a los
ojos.
-
La
realidad.-responde la chica apartándole la mirada. Hoy no puede mirarle a los
ojos, se siente demasiado avergonzada para mirarle.
-
Y con
la realidad te refieres a Lucas ¿no?
-
Sí. Nos
hemos vuelto a besar y esta vez casi llegamos a más.
-
¿Lo
habéis hecho?-pregunta Pablo boquiabierto. No puede creer que su amiga haya
estado a punto de hacer el amor con ese chico y más sabiendo que tiene novia.
-
No.
<<La guarra de su novia ha llegado para interrumpirnos
desafortunadamente>>. Su novia ha llegado a tiempo afortunadamente.
-
¿Afortunadamente?
-
Desafortunadamente.
-
Ya
decía yo.-se echa a reír al igual que su amiga. Se abrazan y el chico le ofrece
un pañuelo para secarse las lágrimas- Oye, los demás te están buscando.
Deberíamos llamarles, decirles dónde te encuentras y explicarles que estás
bien.
-
Tienes
razón, pero no quiero que me vean llorar.
-
En
ese caso llamaré a Paula para decirle que está aquí y así mientras llamo a los
demás hablas un poco con ella.
-
¿Has
venido a buscarme con Paula?-pregunta sorprendida Sara.
-
Nos
dividimos por grupos; uno éramos Paula y yo y el otro Pilar y ese chico con el
que iba acompañada.
-
Sí
que os habéis preocupado por mi desaparición.
-
No
sabes cuánto.-dice Pablo mientras le dedica una de esas sonrisas de felicidad.
Coge
el móvil y marca el número de Paula. Le da unas cuantas indicaciones y cuelga
el teléfono. A los pocos minutos aparece su amiga entre los arbustos. Se dirige
rápidamente hacia Sara y le da un abrazo mientras le pregunta qué le ha pasado.
Esta vez no da tantos detalles y lo único que le dice es que había discutido
con Lucas.
Pablo
aprovecha para ir hacia la entrada del parque y buscar a Pilar y Nacho para
indicarles dónde estaba Sara.
Cuando
llega ve a dos chicas muy familiares en una situación un tanto comprometida…
Zaragoza,
17 de abril a las 19.25…
-
Vaya
vaya… mira quién está aquí.-dice Diana con un tono de sorna.- ¿A qué has
venido? ¿A jorobarme la tarde también?
-
No he
venido a jorobarte nada. Ni siquiera sabía que estabas aquí.- responde María
mientras se gira. La mira a los ojos serenamente. No quiere parecer que tiene
miedo, aunque por dentro esté echa un manojo de nervios.
-
Ya
claro. Últimamente nos vemos demasiadas veces “casualmente”. Un poco raro
¿no?-Diana le dirige una mirada asesina, a la vez que sonríe maliciosamente.
Sabe que su rival no está bien. Se le nota en la mirada. Hace mucho que ya no
hablaban y cree que ha llegado el momento de ver si aquello que le dijo Sergio
era verdad o no.
-
Es
normal que nos veamos, vamos al mismo colegio, al mismo curso, tenemos… bueno
teníamos amigos en común. Lo raro sería que no nos viéramos nunca.
-
Lo
que tú digas. Yo lo único que sé es que desde que nos peleamos me sigues a
todas partes; te encuentro por el colegio, a la salida, a la entrada, ¡hasta te
encuentro en un lugar que no tiene ni relación contigo ni conmigo!-Exclama
mientras mira hacia el cielo esperando algún tipo de respuesta afirmativa que
no llega.
-
En
eso te equivocas, yo puedo ir perfectamente por cualquier lugar de Zaragoza,
puesto que es mi cuidad, y si te fastidia verme; te aguantas. Ya estoy muy
harta de todo y sé que me odias, pero eso no me va a impedir seguir viviendo mi
vida. Si te molesta verme a todas horas, no me mires. Vete con tu vida a otra
parte que yo haré lo mismo. –Levanta la cabeza y le mira fijamente a los ojos.
Le gusta la expresión de su cara. Muestra sorpresa, está claro que no se lo
esperaba. Cuando ve que ya no va a decir nada más, gira la vista dispuesta a
dar por zanjada la conversación y seguir la búsqueda de sus amigos. Pero Diana
no quiere acabar, no le gusta perder…
-
Qué
curioso, ahora la mosquita muerta se nos hace valiente. No le basta con
quitarme el novio, que ahora viene y se me pone chula. Para que lo sepas, no
tienes ni idea de lo que puedo llegar a hacer si alguien me cabrea ¿entiendes?
Así que ten cuidado por dónde pisas, porque el día menos pensado, cuando no te
des cuenta, ahí estaré yo, dispuesta a hacer lo que sea necesario para hacerte
sentir lo que tú hiciste conmigo.
María
le mira preocupada. No sabe muy bien lo que ha querido decir. << ¿Hacerme
sentir lo mismo que yo a ella? Pero si no tengo novio. >>
Diana
le mira maliciosamente. Se ríe con maldad y se marcha por dónde ha venido. Se
sienta en un banco y le hace un gesto que le indica que la está observando. No
va a dejarla tranquila, no va a permitir que sea feliz aunque le cueste la vida
en ello. El odio que ha ido generando hacia ella, se ha convertido en un
huracán hambriento de sangre, no una sangre física, sino una sangre
sentimental.
María
la mira por última vez y se dirige rápidamente hacia dentro del parque, para
que no pueda verle nadie. Tiene miedo, pero no puede permitir que su antigua
amiga la vea así, sería como darle la razón, darle la victoria y no lo va a
permitir.
Observa
que no haya nadie a su alrededor y se echa a llorar. No puedes más. Los
problemas van a acabar con ella. Si tenía suficiente con sus padres, imaginad
con la amenaza de Diana. Sabe que hablaba muy enserio, se le notaba en la
mirada. Todavía no comprende qué ha querido decir con eso, pero está claro que
algún día verá a que se refería y ese día está muy cerca…
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