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martes, 15 de octubre de 2013

Capítulo 22

Zaragoza, 17 de abril a las 20:45…
Hace un rato que ya ha llegado a casa. Su madre estaba en la cocina esperándola. Le ha dado los huevos y los helados, le ha explicado que se ha entretenido en el supermercado y se ha metido en su habitación. Lleva más de media hora tirada en la cama. No le apetece hacer nada. Su cabeza no para de darle vueltas a la conversación anterior con Diana. Le ha dado miedo, pavor, terror. No le gusta ni un pelo lo que puede estar tramando. Sabe que Diana es capaz de cualquier cosa con tal de conseguir lo que se propone y eso la convierte en una enemiga muy peligrosa.
Se estremece al pensar en la palabra “enemiga”. Le duele que las cosas hayan acabado de aquella manera, pero no puede hacer nada por evitarlo. Diana se ha convertido en una persona mezquina y muy rencorosa y ahora mismo María, es la persona a la que va a destruir.
Se levanta de la cama y enciende el ordenador. Teclea la contraseña y abre la pestañita de Google. Se conecta a sus redes sociales para comprobar cómo le va al resto del mundo y por último vuelve a entrar en ese blog que tanto consigue que se identifique con ella.


Echa un vistazo para ver algunas entradas nuevas y las lee. Hay una que le llama la atención, una que hace que sus recuerdos mejor enterrados resuciten..

Otro día más pensando en ti. Otra noche más soñando contigo. Otro mensaje que no es tuyo. Otra sonrisa tuya que no es por mi causa. Otro "te quiero" que no es para mí. Otra risa que no es por mí. Otro suspiro del que no soy protagonista. Otro corazón dibujado en la arena en el que no están nuestros nombres. Otro cuaderno que no has rellenado con nuestros recuerdos. Otra lágrima que no es por no poder estar a mi lado. Otro "para siempre" que no escucho de tus labios...
Y a pesar de todo te sigo esperando, sigo esperando que vengas a por mí, que me mandes un mensaje diciendo que me echas de menos, que me dediques una de esas sonrisas que antes me dabas, que tus labios pronuncien ese "te quiero" que tanto me gusta oír, que esa risa sea por alguna estupidez que haya dicho, que  suspires cada vez que piensas en mí, que dibujes todos esos corazones que un día borraste, que unas lágrimas aparezcan en tu rostro cada vez que nos separamos y que cuando me beses desaparezcan. En definitiva; quiero estar contigo una vez más, enmendar todo lo que un día hicimos mal, volver a disfrutar de tu aroma, de tu mirada, de tu perfecta sonrisa, de tus brillantes ojos, de tu boca. Quiero volver a quererte más que a nadie, quiero que me quieras como antes, quiero que seas mi príncipe y yo tu princesa, quiero vivir ese cuento de hadas que un día dejamos atrás, quiero recordar cara poro de tu piel, quiero acariciarte hasta el fin de mis días, quiero que el tiempo se pare cada vez que pronuncies mi nombre, quiero estremecerme al notar tus labios sobre mi cuerpo, quiero estar junto a ti hasta que el infinito nos atrape; tú y yo, juntos, caminando de la mano a pasitos de tortuga. Solos tú y yo, nadie más.

Otra vez ha vuelto a pensar en él, otra vez no le ha hablado a ella, otra vez ha vuelto a llorar por él, otra vez le duele que su amor no sea correspondido, otra vez recuerda una conversación que tuvieron hace tiempo, otra vez el nombre de la chica se repite en su cabeza, otra vez la vuelve a envidiar, otra vez desearía ser como ella, otra vez…


Zaragoza, 17 de abril a las 21:15…
-          Muchas gracias por acompañarme a casa Pablo.-se sube a la escalera de su portal y le da un abrazo de despedida.-Eres un buen amigo.
-          No hace falta que me des las gracias.-se separa y le coge la mano.-Haría lo que fuera necesario por ti.
-          Sabes que siempre estaré para todo lo que necesites ¿no?
-          Claro que lo sé, al igual que yo también estaré ahí para lo que haga falta.
-          Por eso eres mi mejor amigo.
-          Y tú la mía.
Sonríen y se abrazan otra vez. Es curioso que en unos pocos meses se hayan hecho tan buenos amigos. Confían el uno en el otro y se quieren mucho. Harían lo que hiciese falta el uno por el otro.
Sara abre el portal después de haberle dado dos besos, y sube a su casa. Hoy ha sido un día muy intenso y necesita desconectar. Todavía se acuerda de esa conversación con Lucas y de los actos que han estado a punto de hacer. Todavía se emociona al recordar todo lo que se dijeron. Todavía llora no haber estado más cerca de él. Todavía maldice que su corazón haya elegido a una persona con la que nunca podrá estar.
Recorre toda la casa en busca su madre sin éxito. Parece que otra vez tiene que trabajar hasta tarde, justo hoy, justo cuando necesita hablar con ella para no volver a pensar en lo de esta tarde. Es curioso pero siempre que sucede algo con Lucas, ella no puede estar para consolarla. Pero no la culpa, sabe que le encantaría consolarla, pero el trabajo se lo impide.
Se cambia la ropa por un pijama cómodo y va hacia la cocina a prepararse algo de cenar. Elije un pequeño bocadillo de mortadela y vuelve al salón a ver un poco la tele. Coge el móvil, lo desbloquea y mira los último mensajes que le han enviado: uno de Pilar diciéndole que le llame cuando pueda, otro de Pablo preguntándole si se encuentra mejor, otros tantos del grupo que acaban de crear para la fiesta de mañana y por último uno que no se esperaba, uno procedente de esa persona que ha visto hoy unos pocos minutos y la cual no ha salido de su cabeza en todo el día.
Le pide perdón por lo de esta tarde y le pregunta si no le importa que vaya mañana con ellos. Sara se queda pensativa; cada vez que lo ve, cada vez que habla con él le duele. Le duele que no pueda ser suyo, pero todo eso se acaba cuando él le besa; como esta tarde. No le importa para nada que venga, es más, lo desea con todas sus fuerzas, pero no quiere ponérselo tan fácil, esta vez no.


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