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jueves, 17 de octubre de 2013

Capítulo 23

Zaragoza, 17 de abril a las 21:30…
Hace ya media hora que llegó a casa. Tuvo que estar toda la tarde soportando a Begoña, hasta que al fin la llamó su padre porque tenía que hablar con ella. Le acompañó hasta casa y se marchó caminando hacia la suya.  No pudo evitar pensar toda la tarde en Sara. No se ha quitado de la cabeza lo que estuvo a punta de pasar, sus sentimientos, sus reacciones, sus instintos, su necesidad de estar tan cerca de ella que el viento no pudiera tocarles.
Le ha vuelto a pedir perdón por otra interrupción de su novia, le ha preguntado si le parecía bien que él asistiese a la fiesta y ella ha contestado que no le importaba. Se siente mejor al comprobar que le parece bien, pero hay algo que no le ha gustado de su respuesta. Es como si le diera igual. No quiere pensar en eso, solo necesita recordar esos besos para saber que los sentimientos siguen siendo los mismos que aquella vez, o tal vez incluso sean más intensos.
No sabe si llamarla o no, tiene ganas de oír su voz, de sentir su respiración a través del teléfono, de notar como sus latidos aumentan y descienden con sólo oír pronunciar las palabras. Pero decide no hacerlo. No se atreve a que rechace su llamada. Ya tendrán tiempo para hablar mañana o puede que de algo más…

Zaragoza, 17 de abril a las 21:40…
-          ¿En qué piensas?-pregunta Pilar mientras posa su mirada en sus perfectos labios.
-          Pensaba que hoy estás muy guapa a la luz de la luna.-sonríe enseñando sus perfectos dientes. Le acaricia la mejilla con los dedos y baja suavemente hacia sus labios. Los toca superficialmente mientras la chica cierra los ojos.
-          Eres demasiado zalamero.-responde Pilar mientras intenta ocultar su deseo de chocar los labios con los de él.
-          Yo solo digo la verdad.
-          ¿Eres real?-Abre los ojos y le mira intensamente.
-          No te entiendo.-responde con incredulidad.
-          No puedo entender cómo alguien como tú esté aquí conmigo, acariciándome, diciéndome piropos, haciendo aflorar mis deseos más ocultos. No puedo creer que seas real.
-          No soy perfecto. Tengo mis defectos, como todo el mundo.
-          Pues yo no conozco ni uno solo tuyo.
-          No hace mucho que nos conocemos.
-          Hace poco me dijiste que se puede conocer a las personas a través de la mirada, bueno pues yo  no veo ni un defecto, solo veo perfección.
-          Sí que tengo defectos.
-          Dime uno solo tuyo.
-          ¿De verdad lo quieres saber?
-          No soporto la idea de estar al lado de alguien tan perfecto, siendo yo tan imperfecta.
-          Soy demasiado enamoradizo
-          Eso no es malo.-le dice mirándole cada vez más intrigada.
-          Lo es si no es correspondido, aunque tengo la sensación de que ahora lo es.
-          ¿Te gusta una chica?-pregunta sorprendida. Hay algo en su interior que hace que su corazón lata a mil por hora.
-          Sí y creo que yo a ella también.
-          ¿Puedo saber quién es?
-          No. De momento no.
-          ¿Por qué?
-          No quiero fastidiarte la sorpresa.

Y seguidamente se marcha calle adelante, dejando un aroma que hace que a Pilar se le tambaleen las piernas y tenga que caer al suelo envenenada de amor.

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