Translate

viernes, 20 de junio de 2014

Epílogo.

Zaragoza, 21 de septiembre a las 23:30…
- Te quiero
- ¿Hasta cuándo?
-Hasta siempre.
- Eso nunca suele ser verdad. La gente dice esa frase muy a menudo y pocas veces se cumple. Necesito algo más creíble.
- Entonces te querré hasta que todas las estrellas del cielo dejen de brillar. ¿Y sabes lo bonito de esa promesa? Que por cada estrella que muera y deje de brillar, muchas otras nacerán y brillarán con mucha más intensidad, por lo que nuestro amor será inmortal
- ¿De verdad?
- Yo nunca podría mentirte.
Los dos se miran fijamente. Sobran más palabras. Ella le adora, jamás ha querido tanto a nadie como le ha querido a él.
Han pasado ya varios meses desde aquella noche y todavía la recuerda como si fuera ayer. Revive en su cabeza cada beso, cada suspiro, cada grito, cada gemido… Lo ama, más que a nadie en el mundo.
Él le abraza suavemente y la estrecha entre sus brazos. Siente cómo si debiera protegerla a cada minuto. Ella se siente bien junto a él, le ve como a un héroe; su héroe.
Los dos vuelven a mirarse y sonríen al instante, ella se abalanza sobre él provocando que el chico quede tirado en el suelo.
Sus labios se funden a la vez que sus manos recorren cada parte de sus  cuerpos.
-          Estás preciosa cuándo sonríes.
-          Entonces contigo estoy preciosa siempre.
-          Eso no es porque sonrías, sino porque lo eres, sin más.
-          Si quieres que te vuelva a besar dímelo, no hace falta que me piropees.-le saca la lengua y poco después le vuelve a besar.
Es una preciosa noche de finales de verano. Las estrellas son su única luz, los únicos testigos de esos besos.
-          Y dime, pronto será tu cumpleaños, ¿cómo lo quieres celebrar? –le abraza por la cintura y le acaricia sus mejillas. Le encanta esta chica.
-          Con pasar el día junto a ti me conformo.-se acurruca en su pecho y cierra los ojos. Imagina que el tiempo se detiene para poder estar eternamente junto a él.
Esa escena se ha repetido varias veces durante los últimos meses, pero le encantaría permanecer así por siempre.
-          Los demás también querrán felicitarte, no puedo otorgarme el privilegio de tenerte sólo para mí en un día tan especial.
-          Yo siempre seré tuya.-le vuelve a besar.
-          Y yo tuyo.-más besos, uno detrás de otro hasta que acaban desnudos el uno junto al otro.
-          Te quiero Nacho.-dice ella casi gimiendo.
-          Te quiero Pilar.-pronuncia él antes de besarla apasionadamente.


Zaragoza, 22 de septiembre a las 17:30…
-          ¡Feliz cumpleaños Pilar!-gritan todos saliendo de sus escondites.
La cumpleañera acaba de llegar y todos se dirigen para abrazarla y felicitarla.
Ella está admirada, por un momento creyó que todos habían olvidado su cumple, pero él se encargó de prepararlo todo.
Pasó el día junto a ella después de esa noche tan maravillosa en la que se dejaron llevar nuevamente. Le invitó a comer en un restaurante elegantísimo mientras sus amigos se encargaban de prepararlo todo para su llegada y luego no tuvo más que decirle de pasear por el parque para que se los encontrara de “casualidad”.
Es curioso que todo acabé en el lugar dónde empezó.
-          ¡Felicidades!-le abraza efusivamente.-Dieciséis años ya, que vieja.-sonríe.
-          Pues los mismos que tú.-le saca la lengua.
-          Pili feliz cumple.-grita otro chico.
-          Gracias Lucas.- el joven le abraza y luego le da la mano a la chica que antes le ha felicitado.
Los tres se miran y sonríen. Recuerdan esa noche en la que empezó todo. Pilar se alegra de ver al fin a Sara y Lucas juntos. Hacen muy buena pareja y aunque las cosas no hayan ido bien del todo se han apoyado mutuamente siempre.
También se alegra de que ella y Sara sigan siendo tan amigas como antes, que los demás problemas del grupo no hayan afectado a su amistad.
-          Felicidades guapísima.-grita otra chica.
-          Gracias Paula.-le da dos besos.- me alegra que ya estés mejor.
-          Sí bueno, ya era hora de olvidarle.-hace una mueca sin ser del todo una sonrisa.
Sabe que todavía sigue pillada por Pablo, al igual que María.
Las cosas se enturbiaron mucho desde aquella noche, esa en la que salieron a la luz los amores y celos más ocultos en los corazones de cada uno.
-          Hola chicos, perdón por llegar tarde, estaba esperando a un amigo.-sonríe avergonzada.-Por cierto, felicidades Pilar.-le abraza.
-          Muchas gracias María.-sonríe.- ¿No nos vas a presentar?
-          Sí, perdona. Este es Fran.
El aludido saluda a todos los del grupo.
Hace ya unas semanas que se conocieron. Ella todavía seguía destrozada por lo de Pablo, pero este chico consiguió que poco a poco le olvidara. Pasaron muy buenos momentos juntos y ella empezó a sentir algo, al igual que él. Hasta podría decirse que están empezando algo.
-          Encantado de conoceros a todos, María me ha hablado muy bien de vosotros.
-          Igualmente.-contestan los demás.
-          ¿Y Diana? ¿sabéis algo de ella?-pregunta Pilar.
Los demás niegan.
-          No he vuelto a hablar con ella desde esa noche.-afirma Sara.
-          Yo tampoco, ni quiero.-responde tajante Paula que todavía sigue dolida por ese beso que su amiga robó al chico que tanto le gustaba.
-          Ni yo.-contesta Lucas.-Le he enviado un mensaje por si quería venir o algo pero no me ha contestado. Su última conexión fue hace varios meses, creo que se ha cambiado de número. 
-          Entiendo.-contesta Pilar apesadumbrada. Le duele que su amistad haya acabado de esa manera, pero lo que más le hace daño es que desapareciera sin dejar rastro.
Ha intentado localizarla varias veces, llamó a su casa, a su móvil, hasta llamó a sus padres; pero ninguno le contestaba. Fue también a su casa alguna vez hasta que un día se enteró de que se había mudado sin despedirse.
-          No es momento de melancolías.-dice Nacho que ve como su novia está a punto de llorar una vez más por el mismo tema.-Bailemos.
Cada chico invita a bailar a cada joven de la fiesta. Están felices. Parece que la tormenta ha pasado al fin.
Lucas le ofrece la mano a Sara y ésta la acepta. Bailan pegados.  Ella apoya su cabeza en su hombro para así poder oler más detenidamente su aroma, ese que desde el primer momento le hipnotizó.
-          Es increíble como al final conseguiste lo que querías.-le mira con devoción.
-          Te quería a ti. Nada más.-arruga la nariz y le besa.
-          Pensé que lo nuestro era imposible.
-          No hay nada imposible, si verdaderamente quieres algo tienes que luchar hasta conseguirlo.
-          Te quiero Lucas, siempre te he querido. Eres el protagonista de mi historia, siempre lo fuiste.
-          Di mejor nuestra historia. Aún nos queda mucho por contar.
-          Nuestra historia.-sonríe.
-          Sin título.-añade.
Y bajo una brisa de final de verano, mientras se oye de fondo aquella canción que marcó el inicio de su relación, se funden en uno de esos besos propios de película con la diferencia de que esto sí es real; es su historia, una que no tuvo principio y que jamás tendrá final. Una historia indefinible, indescriptible. Una historia sin título.


martes, 20 de mayo de 2014

Capítulo 39

Zaragoza, 19 de abril a las 00:15…          
-          ¿Por qué? ¿Por qué lo has hecho? ¿Tan difícil era aguantarte un poquito por una vez?-la tristeza y el enfado se puede apreciar al mismo tiempo en sus ojos.-Respóndeme.
-          No tengo por qué explicarte nada. Lo he hecho porque he querido. –contesta sin apenas mirarle a los ojos.
-          ¿¡Pero cómo se puede ser tan cínica!? Tú sabías que me gustaba y aun así tienes el descaro de besarle en mis narices, tú no eres ni una amiga ni nada.-se seca una pequeña lágrima que aparece en su cara.
-          No lo hice por ti.
-          Me da igual. La cuestión es que le besaste y te importó un comino mis sentimientos.
-          Me trae al pairo lo que pienses.
-          Vete a la mierda.
-          Ya tengo suficiente mierda encima, no me importa qué más pueda pasar.
-          Yo he intentado ayudarte lo mejor que he podido y así me lo pagas… No te mereces nada.-le mira por última vez a los ojos con mirada desafiante y se aleja de ella.
Diana se queda sola.
Mira a su alrededor. Sus amigos están cómo hasta hace un rato; Rubén y los demás chicos piropean a unas jóvenes que están sentadas en la barra, María y Paula acaban de juntarse y la miran con recelo, Lucas y Sara siguen sin aparecer en la pista y por último ahí está él; con ella.
Agacha la cabeza otra vez y cierra los ojos. Presiona fuerte los párpados contra su piel para evitar que las lágrimas salgan.
Se deja embaucar por el sonido de la música. La canción es la misma que sonó hace un rato, es cómo si el destino haya decidido poner esa música cada vez que le mira.
Cada nota se clava en sus tímpanos. No desea llorar, tan solo quiere bailar, bailar hasta pisotear cada una de sus lágrimas.

 “I just wanna hold ya. I just wanna kiss ya. Wrap my arms around you. Cuz loving you is so true. I just wanna hold ya. I just wanna kiss ya. Wrap my arms around you. Cuz loving you is so true. I just wanna hold ya. I just wanna hold ya.”

<< Bailaré hasta quedarme sin fuerzas. Cantaré hasta quedarme sin voz. Saltaré hasta salir de este mundo. Sonreiré hasta que mi sonrisa sea de verdad. Taconearé hasta que se me desgasten los zapatos. Gritaré hasta dejar al mundo entero sin oído. Subiré el volumen hasta romperme los tímpanos. Agitaré mi brazo hasta tocar el cielo. Me moveré hasta hacer temblar el suelo. Cerraré los ojos hasta quedarme ciega. Haré cualquier cosa antes que verte sonreír. >>


-          ¿Te gusta la canción?
Diana sigue saltando cuándo un chico de unos 17 años le mira. Parece un poco desaliñado y nervioso. Aun así tiene algo enigmático que hace temblar a la chica.
-          Sí. Es muy bailable y me viene muy bien para desfogarme.
-          Exacto. Es lo mejor de esta canción.-le sonríe.-Se llama “I just wanna”. Es mi canción favorita.
-          ¿Por qué?-pregunta curiosa.
-          Porque expresa lo que más siento en este momento; solo quiero tenerte ya.-le sonríe pícaro. Ella le corresponde.
-          Una contestación muy ingeniosa, ¿se lo has dicho a todas las tías que has entrado esta noche?
-          Puede, pero solo a ti te lo he dicho en serio.
-          Seguro que eres el típico ligón de turno que va por ahí piropeando a las chicas para ver cuál cae antes y en cuanto las tienes a punto de caramelo las dejas tiradas. Todos sois iguales.-le mira con asco. Algo en sus palabras le ha recordado a Nacho.
-          ¡Cómo te cambia el carácter! Va a ser verdad que las tías son tan bipolares cómo dicen.-sonríe con sarcasmo.
-          Vete a tomar por culo.-le saca el dedo corazón.
-          Eh eh, relaja monada.  Solo quería conversar un rato contigo pero ya veo que estás amargada.
-          ¡No estoy amargada! Simplemente no quiero hablar con un tío tan capullo cómo tú.
-          ¿Sabes? Yo tengo un buen remedio para la tristeza. -se mete la mano en el bolsillo y saca una especie de cigarro pero de un material distinto.
-          ¿Eso es un porro?-pregunta incrédula.
-          Veo que la amargada es también inteligente.-le aplaude irónicamente.
-          ¡Que no estoy amargada!-grita con furia.
-          Tu mala leche no dice lo mismo.-se ríe. Ella le mira con odio.-Va ¿quieres?-le ofrece el porro.
-          Yo no me drogo.
-          Esto no es drogarse, es pasarlo bien. Te ayudará a ser un poquito más feliz.
-          Yo soy feliz tal y como estoy.
-          ¿Seguro? Entonces ¿por qué no paras de mirar a aquel chico de allí y te secas las lágrimas cada vez que te vuelves a girar? ¿por qué estás hablando con un capullo como yo si lo que de verdad quieres es estar con él? ¿por qué estás bailando sola si darías lo que fuera por hacerlo con él?-le mira con desdén.
Diana está cabizbaja. Le duele lo que ese chico le acaba de decir. Tiene razón, ella no es feliz ni nunca lo será si no está con Nacho. Pero, ¿habrá alguna otra forma de serlo también?
-          Está bien. Solo una calada.
-          No te arrepentirás. Por cierto; ¿cómo te llamas?-le ofrece el porro y ésta lo acepta.
-          Diana. ¿Y tú?

-          Marcos.

viernes, 2 de mayo de 2014

Capítulo 38

Zaragoza, 19 de abril a las 00:30…
Las doce y media. Sábado. El viernes llegó a su fin llevándose con él lo más valioso que cualquier mujer pudiera tener.
No recuerda muy bien cómo acabó la cosa. En su cabeza aturdida por el alcohol se suceden imágenes que se entremezclan unas con otras. En una aparece él agarrándola fuerte y apretándola junto a él, en otra ella le desabrocha furiosamente la camisa y toda esa tela que separan sus cuerpos calientes. En las siguientes solo puede distinguir algún que otro gemido o quejido. Recuerda un dolor; minúsculo si lo comparamos con el placer de estar enteramente juntos; cómo siempre soñaron. Nunca se atrevieron a dar ese paso, por eso ambos decidieron beber más de la cuenta. Lo necesitaban, debían desfogarse ya, antes de que ese deseo se volviera en su contra.
-          ¿Te encuentras más despierta?-le acaricia suavemente el pelo.
-          Todavía me mareo un poco.-le mira unas décimas de segundo y vuelve a agachar la cabeza. Aunque el alcohol todavía le está afectando, no puede evitar sentirse avergonzada de lo que han hecho.
-          No te preocupes, descansa.-le agacha la cabeza y la apoya entre sus piernas.
Tumbada en el suelo, con la cabeza sobre sus largas y esbeltas piernas, mientras él le acaricia para relajarla, hablando pausadamente para no producirle ningún dolor de cabeza propio del día de después. Sería una escena de película si el lugar en el que se encontraran no fuese un baño de discoteca.
Después de haber terminado los dos se sentían mareados y no querían salir al exterior para tener que enfrentarse a las miles de preguntas que sus amigos les harían pidiendo una explicación por su desaparición.
Decidieron quedarse los dos juntos, sentados el uno con el otro. No hablaron mucho hasta entonces, pero ambos sabían que en sus cabezas rondaba el mismo pensamiento.
-          ¿Te ha gustado?-pregunta él para romper el hielo.
-          ¿El qué?- le mira indecisa.
-          Ya sabes…-responde avergonzado.
-          No sé… ¿por qué lo preguntas?
-          Es lo que se pregunta en estos casos ¿no?-sonríe. Ella también.
“En estos casos” ¿Será esto otro caso más? ¿Otro polvo que unos adolescentes echaron fruto del alcohol?
Se horroriza al pensarlo. Nunca se imaginó que su primera vez iba a ser de esta forma. No había sido planeada ni tampoco deseada. Bueno, quizás sí, aunque ellos no lo supieran del todo.
De todas formas le ha gustado, demasiado diría yo. Se ha sentido libre por primera vez, cómo si necesitara hacerlo para estar en paz consigo misma. Pero enseguida vuelven los problemas. Piensa en Begoña. Igual con ella también lo ha hecho y por eso él ha sido el que ha tomado la iniciativa. Quizás él era más “experto” de lo que parecía.
Al pensar eso unas lágrimas aparecen por su rostro.  El chico se percata enseguida.
-          ¿Qué ocurre?-Le quita las lágrimas de su cara.
-          Lo de siempre Lucas. Estoy harta de no poder tener  ni un único momento de felicidad plena contigo, siempre hay algo que acaba destruyéndolo todo.-Se encoje de piernas y llora una vez más.
-          Escúchame Sara,-le pone justo delante de sus ojos y sigue.-haré lo que haga falta por estar juntos. Lo juro.
-          ¿Por qué mientes?-le mira con tristeza. En sus ojos puede verse todos los pensamientos que rondan por su mente.
-          No miento.
-          Sí lo haces. Lo has hecho siempre. Dijiste que sólo me querías a mí y luego descubrí que tenías novia. Dijiste que me ibas a proteger siempre y tu novia estuvo a punto de pegarme. Dijiste que había una razón lógica por la que no estamos juntos y sin embargo nunca llegaste a explicármela. Dijiste que contigo nada malo me pasaría y mira lo que acabamos de hacer…
-          ¿Consideras que esto ha sido un mal acto?-pregunta perplejo. Le ha hecho daño eso.
-          No, pero una chica de quince años es demasiado joven todavía para haber perdido la virginidad.
-          Yo no te he obligado a nada.
-          Lo sé, pero hay una parte de mí que desearía haber esperado un poco más.
-          ¿Por qué?
-          Porque toda chica sueña con hacerlo con su primer amor, con alguien que la respete y del que esté segura que no le va a utilizar. Alguien con quien ya esté de novia formal ¿entiendes? Nosotros no somos nada ni nunca lo seremos, sencillamente porque ya tienes novia y si de verdad me quisieras todo lo que tú dices la dejarías y te irías conmigo lejos, al fin del mundo.
Lucas la mira admirado. Parece más serena que nunca. Es como si tuviera todo este discurso preparado para ahora. Sus ojos no se separan de los suyos. Ve su pelo desaliñado, su maquillaje corrido, sus lágrimas resbalando por esa piel color marfil, su vestido mal puesto dejando al descubierto una parte de ese canalillo por el que antes sus labios se deslizaron. Aun así sigue estando preciosa.
-          Te quiero.
-          ¿Y de qué me vale a mí todo eso? ¿Para qué quiero saberlo ahora? ¿Para maldecir cada segundo que me rayé por saber si sentías lo mismo? ¿Para llorar una vez más por no poder estar contigo? ¿Para mandar todo a la mierda e irme por dónde he venido? No Lucas, es demasiado tarde. Hagas lo que hagas no volveremos a estar juntos.
-          ¿Significa esto que no volveremos a ser...? ya sabes.
-          ¿El qué? Nunca fuimos nada ¿recuerdas? No tengo porque darte explicaciones de nada de lo que haga. No necesito pedirte permiso para poder liarme con cualquier tío que me guste o si me siento atraída por otro. No tengo porque entregarme a ti única y exclusivamente, al igual que tampoco tengo que comprometerme con alguien que jamás lo hará conmigo.-le mira decisiva.
-          ¿Es esto un adiós?
-          Me temo que sí.-agacha la cabeza.
-          ¿Qué se supone que harás? ¿Evitarme?-dos lágrimas se dejan ver bajo un rostro lleno de preocupación.
-          En un principio sí, hasta que logre olvidarte.
-          Pero Sara…-se pone de pie y le agarra la cintura- sé que es difícil de comprender, sé que te he fallado varias veces pero créeme cuándo te digo que eres la única persona a la que he amado de verdad.
-          Eso deberías decírselo a tu novia, no a mí.-le mira con dureza- y ahora déjame.-se gira a la vez que se libera de sus manos y camina hacia la puerta de salida. Lucas está ansioso, no sabe muy bien qué hacer. No quiere que Sara piense que es un mujeriego, un hombre cuya única diversión es utilizar a las chicas.
Cada paso por el que se aleja de él es un puñal directo a su corazón.
-          ¡Pero yo a Begoña no la quiero!-grita con todas sus fuerzas. Sara se para en seco. Nunca le oyó decir eso. Lucas le mira inquieto; ¿está preparada para oír la verdad?
-          Mientes.-agita la cabeza como señal de que ha vuelto a desengañarse.- Mientes una vez más. Si no la quieres ¿por qué estás con ella? ¿por Rubén? Eso no es creíble.
Parece que ha llegado el momento.
-          Tienes razón, no es creíble.-Sara se sobresalta. No se esperaba esa afirmación.
-          ¿Entonces? Cuéntame de una vez aquello tan importante que nos impide estar juntos.-el tono de ironía se puede observar en cada una de sus palabras.
-          Prométeme que te quedarás hasta que termine toda la historia y no me interrumpirás.-le mira fijamente.
-          Te lo prometo.-dice inquieta.
-          Conocí a Begoña por casualidad. Yo paseaba haciendo un poco de ejercicio, quería ponerme en forma para gustarte más. Me gustaba salir a correr porque podía sentir cómo el invierno daba su fin dejando paso a mi estación favorita; la primavera.-sonríe-Un día oí a una chica llorar y me acerqué para ver si le ocurría algo. No me contó gran cosa pero acabó diciéndome su nombre y su número de teléfono. Era Begoña. Parecía una chica afable, simpática y sincera. Nunca sospeché que fuera quién es realmente. A lo largo de los días hablamos más y más hasta que ella empezó a sentir algo más por mí. Cuándo me lo confesó quedé perplejo; no me imaginaba nada. Yo estaba muy enamorado de ti y no tenía ojos para otra chica así que le dije que no quería nada con ella. Sin embargo Begoña no se lo tomó muy bien, estaba empeñada en que mi corazón era de otra y en eso no se equivocaba, pero nunca se lo llegué a confesar. Con el tiempo me enteré que su padre compró un negocio de esos de bares que casualmente era en el que trabajaba tu madre. A Begoña no le costó mucho averiguarlo al igual que adivinó todo lo que sentía por ti. Nunca supe cómo lo hizo. Me chantajeó con despedir a tu madre si no salía con ella. Yo en un primer momento fui egoísta y le dije que me daba igual, pero tú me contaste entonces todo lo mal que ibais de dinero y se me paralizó el corazón. Sabía que si despedían a tu madre probablemente os iríais con tu padre con que no te volvería a ver y eso era lo que más me dolía en el mundo; no poder volver a tocarte nunca más; no poder oír tu respiración agitada a causa de algo atrevido que haya dicho, no poder sentir el calor de tu piel cuándo mis dedos rozan tu cuerpo…
-          ¿Estás diciendo que Begoña es la culpable de que traten tan mal a mi madre en el trabajo?-Le mira con furia. Odiaba a esa niña antes de saber todo esto pero ahora la odia más que nunca. 
-          Seguramente.-afirma con la cabeza.-Me hizo prometerle que si yo salía con ella su padre no despediría a tu madre y así al menos podía verte cada día aunque jamás pudiera tocarte cómo quisiera.
-          ¿Es todo esto verdad? ¿Permitiste que te chantajeara solo por tenerme cerca?-otra lágrima aparece en su rostro. Se ha quedado de piedra al oír esa historia y no está segura de sí es verdad del todo.
-          Te lo dije; haría cualquier cosa por estar junto a ti y si para ello tengo que salir con una loca ten por seguro que lo haré.
En ese momento sobran las palabras, ya se han dicho suficiente. Sara se abalanza hacia él y le besa. Esta vez sí que es un beso de amor, un beso de “daría lo que fuera por volver a estar juntos, como hace media hora”, o tal vez un beso de “hazme tuya una vez más”.
Lucas le hace caso y la agarra fuertemente contra su pecho. Le coloca contra la pared y le vuelve a quitar el vestido hasta quedar completamente desnuda. El joven recorre todo su cuerpo con sus labios provocando unos dulces gemidos a la chica. Ella se siente hiperactiva, no puede parar. Le besa mientras le estruja contra su cuerpo. El chico baja los labios hasta los pechos de la joven dónde vuelve a dejar su huella y ella se limita a acariciar ese torso que tanto tiempo soñó con acariciar.
Durante unos segundos se miran decisivos y finalmente la vuelve a hacer suya. Ella grita muy fuerte, muy alto, como nunca hizo. Esos grititos excitan aún más al chico, que se siente otro completamente distinto.
-          Si…gu..e-consigue pronunciar Sara.
Y sigue, y no para, y consigue elevarla hasta el cielo…
La música no consigue acallar los gemidos de los jóvenes, pero no se detienen. Ambos están en otro mundo, un mundo completamente nuevo; el mundo del placer.

Tell me everything, everything you feel. Cause I need to know if this love is real. I'm waiting for an answer baby, an answer from you. I'm looking for a reason baby, the reason to do, to do. Things that fill me up inside, I'm feeling so blue, without you.
I just want you by my side”


<<Sólo una vez más. Sólo vuelve a besarme hasta el final. Sólo deja que nuestros sentimientos vuelvan a salir a la luz. Sólo permíteme rozar tu cuerpo hasta que se quede grabado en mi memoria. Sólo desliza tus dedos hasta que los sienta parte de mi piel. Sólo siénteme dentro de ti hasta que mis gemidos sean comparables con nuestro amor. Sólo hazme chillar hasta que el resto del mundo sea sordo. Sólo poséeme hasta que el amor deje de significar amor. Sólo elévame hacia el cielo hasta que no quiera bajar nunca más de ahí. Tan sólo vuelve a hacerme tuya. Tan sólo deja que nuestros cuerpos hablen. Tan sólo permíteme ser tuya hasta que el infinito nos atrape>>

jueves, 1 de mayo de 2014

Capítulo 37

Zaragoza, 18 de abril a las 23:15…
-          ¿No está un poco alta la música?-le grita Nacho a Pilar.
-          Pues claro, estamos en una discoteca. ¿Cómo quieres que esté la música?-se ríe la chica.
-          Podrían ponerla más baja.-le hace una mueca.
-          ¡Mira que eres clásico!-le saca la lengua.
-          Me gusta que mis tímpanos no sufran.
-          Anda cállate y vamos a bailar.-le agarra de la mano y le lleva hasta la pista de baile. Nacho le sigue sin poner objeción.
Cada uno mira al otro fijamente. Ella le sonríe con amor, él le mira con devoción.
De fondo se oye “I just wanna” de Voxis. La chica empieza a saltar al ritmo de la música. Él se queda inmóvil, sin poder mover una sola articulación de su cuerpo.
No deja de fijarse en cada movimiento que ella hace ante él. La chica no para de bailar sensualmente para perdición de él. Él nunca ha sido de bailar, pero algo en su interior se despierta, le pide que baile, que se mueva sin control, que la agarre sin ningún tapujo, que salten juntos; con sus cuerpos en contacto.
Sobran las palabras, faltan los gemidos.
Decide posar sus manos en esas caderas que tanto le tientan. Los dos cierran los ojos al mismo tiempo, quizás para comprobar si esto en verdad es un sueño; su sueño hecho realidad.
El corazón de Nacho comienza a latir al mismo ritmo que las notas de esa música acompañante de todos sus movimientos. Ella de vez en cuando le mira para comprobar que no se ha esfumado; como acostumbra a hacer en sus fantasías.
Le sonríe pícara; esta vez es ella quien tiene el control.
Él siente un sudor frío. Una extraña sensación recorre todo su cuerpo. Pero le gusta, le gusta sentirse suyo, le gusta esa chica que hasta entonces no había aparecido. Está muy sexy; demasiado para que un hombre al contacto con su cuerpo esté en sus cabales.
Aprovecha que la chica tiene los ojos cerrados para susurrarle al oído algo.
-          Créeme cuándo te digo que eres perfecta.-vuelve a su posición original. Esta vez es él el que baila y ella la que permanece inmóvil.
-          ¿Por qué dices eso?-le ha extrañado lo que le ha dicho, pero le ha encantado.-Nunca me habían dicho que era perfecta.
-          Deberían hacerlo.-le sonríe.
-          ¿Por qué?-se para en seco. Ha vuelto a ser esa niña ingenua y pequeña que era antes de comenzar la noche.
-          Porque basta un solo movimiento de tu cuerpo para que yo pierda el control.
Le brillan los ojos a la chica. Él sigue bailando.
-          En ese caso haré que lo pierdas del todo.-comienza a bailar como nunca antes lo hizo. Él la contempla con deseo. Se queda prendado de su cuerpo. Ese que desea tener entre sus brazos hasta el final de los días.

“I just wanna hold ya. I just wanna kiss ya. Wrap my arms around you. Cuz loving you is so true. “

-          Te echo de menos.-le susurra él.
-          ¿Me echas de menos?-pregunta extrañada. Cada frase que le dice le sorprende aún más.
-          Sí.-responde tajante él.
-          ¡Pero si estoy aquí!-grita frustrante ella. Él niega con la cabeza.
-          No me has entendido.-le mira a los ojos y le para en seco.-Mis labios echan de menos el roce de tu cuerpo.
Y sin más preámbulos Nacho le roba ese beso con el que ella tanto soñó.
Ella no sabe muy bien que hacer. Le encanta el tacto de su boca. Posa sus brazos en sus hombros y se deja llevar. Los mandos han cambiado. Ahora él tiene el control.
Los sentimientos afloran en un abrir y cerrar de ojos. La música sigue sonando mientras ellos se funden en ese beso interminable, por decirlo de algún modo.
Él baja suavemente las manos por su espalda hasta llegar a su trasero. La chica siente un cosquilleo, pero no hace nada, no se lo impide. Él la agarra fuertemente y la coge en brazos a la vez que ella se cuelga como un mono de él.
Luego él baja sus labios por su cuello haciendo que Pilar emita un suave gemido. Nunca se había sentido así con un chico. Nunca había conocido a nadie como él; alguien capaz de sacar su lado más salvaje.
-          Al fin lo hiciste. Al fin comprendiste todo lo que sentía.
-          Lo sabía desde hace tiempo.
-          ¿Y por qué no lo hiciste antes?
-          Porque quería hacerlo como un sueño; algo mágico. Quería que no pareciera del todo real, porque así es como te siento cuándo te miro; perfectamente irreal.

Zaragoza, 18 de abril a las 23:45…
¿Está viendo bien? ¿Seguro que son ellos? No. Por favor él no. Se frota los ojos por quinta vez y se pellizca por décima vez para corroborar que todo esto no es sueño o mejor dicho una pesadilla.
Parece que no lo es.
<< ¿Por qué a ella? ¿Por qué la tiene que querer a ella? Yo le conocí antes; tengo preferencia. >>
Se siente impotente.  Sabía que esto ocurriría tarde o temprano pero empezaba a tener la esperanza de que hoy al final no lo hicieran. No ha podido hablar con él en toda la noche, más bien no ha hablado con casi nadie en toda la noche. Ha estado sola casi todo el tiempo. No quería aguantar las estúpidas vidas felices de los demás, ni siquiera la de él.
Pero ahora lo ha visto claramente, ha visto esa mirada en sus ojos que nunca tuvo con ella. La quiere, de una forma que nunca podrá querer a ella.
Baja la vista al suelo y nota como la primera lágrima cae de sus ojos. Siente un pinchazo en el corazón que le obliga a caer rendida al suelo. Se tapa la cara con las manos; aquellas que un día lograron alcanzar su piel.
Empieza a notar cómo el aire no puede entrar en sus pulmones. Las lágrimas tapan todos los orificios de salida.
 La gente que hay a su alrededor la mira sin mucho entusiasmo, cómo si ya estuvieran acostumbrados a presenciar escenas semejantes a ésta.
Ella llora y llora. No puede evitarlo, no quiere evitarlo. Ahora mismo le dan igual los demás, sólo quiere estar junto a él; una vez más. La última.
En su cabeza no dejan de pasar las últimas imágenes vistas de él. Revive ese beso que se dio con Pilar y con ella no. Recuerda ese roce poco disimulado que entre sus cuerpos surgió.  Conmemora la cogida entre sus brazos que a ella nunca dará.
Y llora una vez más. Maldice no ser ella la que esté entre sus brazos. La ira se apodera de su cuerpo. No hay tristeza, tan solo rabia, dolor, destrucción, ira, desamor.
Ese sentimiento hace que se levante de golpe. Ya no llora, tan solo mira desafiante.  Quiere ir hasta ellos, dejarle bien claro que es un auténtico estúpido por querer a otra en lugar de a ella, pero no puede. Sus pies no le dejan moverse en esa dirección. Algo en ella la debilita. No tiene todavía la suficiente fuerza cómo para enfrentarse a su mirada; esa que siempre fue su predilección. Esos ojos azules que nunca dejaran de embelesarla.
No.
No puede.
Es demasiado débil para enfrentarse a sus ojos.
A lo lejos oye a otros tres chicos. Son su mejor amiga, el chico con el que hace un rato acaba de mantener una conversación un tanto inquietante y su “enemiga” por designarla con una palabra.
Se le encienden los ojos al comprobar que su “enemiga” es feliz. Se siente estúpida.
<<Yo soy la que debería estar riendo no tú; zorra. Tú deberías llorar por todo lo que hiciste. Tú tendrías que estar sufriendo mal de amores y no yo. Tú y solo tú tienes la culpa de todo. Si no te hubieras entrometido en mi relación yo jamás me hubiera enamorado de Nacho y ahora mismo sería feliz. ¡Qué injusta es la vida! Pero no te preocupes, yo haré que sea justa>>
Entonces lo ve. Observa cómo vuelve a sonreír por una tontería que ha dicho su amigo; el cual hace unos minutos acaba de confesarle que está enamorado de ella.
Sonríe de una forma tan frívola que haría temblar al mismísimo Conde Drácula.
Sus pies empiezan a caminar hacia ellos tres. Las chicas no se dan cuenta pero él sí. Él ha sabido perfectamente todo lo que su amada ha estado haciendo a cada minuto. Conoce sus llantos, sus lágrimas, su dolor. Todo por alguien que no es él. Todo por alguien que nunca la valorará tanto como él.
La chica se acerca lentamente. Las otras dos siguen riendo y él la sigue con la mirada. Recorre todo su cuerpo con sus ojos. Le tiemblan las piernas al verla a unos escasos centímetros de él. Ahora mismo nota como si todo a su alrededor desapareciese, como si solo existieran ella y él. Sabe que su amor no es correspondido, sabe que no le ama ni nunca lo hará, sin embargo le da igual ya todo. Tan solo quiere rozar sus labios una vez más.
Ella llega al fin. Las otras dos siguen riéndose como dos tontas enamoradas.

Estúpido amor que tan ciegos nos vuelve. Somos hojas movidas por un juego; un juego llamado sus ojos.

Le mira desafiante, cómo si le estuviera ordenando que se deje llevar. Durante unas milésimas de segundo fija su vista en su “enemiga”. Sonríe. Sabe que en unos segundos la desarmará completamente y se siente poderosa. Se siente fuerte.
Le vuelve a mirar al chico. Se relame la comisura de los labios con la lengua y en ese mismo momento se abalanza hacia él. No es un beso de amor; es de rabia, de ira, de deseo, de dolor. Ambos lo saben.
Las otras dos chicas quedan inmóviles, perplejas completamente. La que se encuentra en la derecha del chico no puede ni pestañear. No se acaba de creer nada. La otra sin embargo no se sorprende tanto, pero le duele; le duele que su mejor amiga se esté liando con el chico que tanto quiere.
-          ¡¡¡Diana!!!-grita la que está a su izquierda.- ¿Se puede saber qué coño estás haciendo?


lunes, 14 de abril de 2014

Capítulo 36

Zaragoza, 18 de abril a las 22:00…
-          Parece que han dejado sola a Sara.-comenta uno de los del grupo que está con Lucas.
-          O tal vez no.-se ríe al observar cómo se acerca un chico hacia ella. Los otros chicos miran a Lucas esperando algún tipo de respuesta. Él prefiere ignorarles.
Los demás continúan hablando sobre alguna otra chica que pasa delante suyo.
Lucas no puede dejar de mirarla. Está preciosa, mucho más que aquella vez; aquel cinco de marzo en el que empezó toda esta historia.
Ese cuerpo que sube y baja al ritmo de la música está pidiendo a gritos sus caricias. Necesita sentirla entre sus brazos. Necesita que los milímetros dejen de existir entre ellos. Necesita acariciar cada parte de su cuerpo sin ningún reparo. Necesita que sean uno.
Observa cada movimiento que hace, cada sonrisa que al otro chico le regala, cada mirada de efusividad que aparece en sus ojos, cada roce entre sus labios…
No puede aguantar. Algo en él le ordena que vaya en su búsqueda. Se pone de pie decisivo y marcha hacia ella. Sus amigos le miran incrédulos; no parece él. Es como si no tuviera control sobre sí mismo.
Lucas da pasos con más fuerza. La gente que hay entre él y Sara se aparta, pero el chico que acompaña a la susodicha no. Lucas le mira con odio y le aparta bruscamente de ella. Él da un respingo dispuesto a pegarle. La chica se sobresalta y enseguida lo aparta de él.
-          ¡Cómo te vuelva a ver cerca de ella te parto las piernas!-le grita fuera de sí al otro.
-          ¿Pero de qué vas? Yo haré lo que me pida ella y la chica no me ha puesto ningún impedimento.-le mira a Sara con mirada juguetona. Lucas se gira hacia ella, pero no dice  nada.
Está muy enfadado pero no lo va a pagar con ella. En el fondo se merece todo esto. Aprieta fuertemente el puño y lo levanta chocando “casualmente” con la cara del otro chico provocándole una hemorragia nasal.
-          ¿Te lo tengo que repetir otra vez o te ha quedado claro?- levanta el puño otra vez como amenaza. Sara se ha quedado atónita y enseguida va a socorrer al otro chico. Las demás personas que han visto la pelea hacen un corro. Algunas ofrecen pañuelos al chico herido y las otras se limitan a comentar lo que ha sucedido.
-          ¡Te vas a enterar de lo que es bueno!-aparta a los demás bruscamente y le pega una patada a Lucas en la espinilla. Cuando éste se agacha preso del dolor, el otro aprovecha y le da con el codo en su espalda haciendo que Lucas quede en el suelo.
Sara no sabe qué hacer. Se siente responsable de que ellos dos se estén peleando.
Lucas no puede casi moverse. Le ha dejado casi tocado y hundido. Abre y cierra los ojos rápidamente y ve al otro regodeándose  al lado de ella; le coge de la cintura y le susurra algo que hace abrumar a Sara. Ella se limita a sonreír.
Esa sonrisa que no es para él, esa atención que no se está llevando él, esa felicidad que él no ha provocado, esa mirada que no ha sido hacia el chico que ahora mismo sería capaz de hacer la mayor locura solo por oír nuevamente su voz; hace que Lucas se levante y velozmente vuelva a pegarle otro puñetazo al otro chico.
La sorpresa le deja inmóvil, en el suelo. Lucas no se detiene. Está furioso y fuera de sí. Le pega patadas por todo el cuerpo y no para a pesar de las súplicas que Sara le hace.
Un camarero que ha oído algunos comentarios de los otros jóvenes se acerca y separa a Lucas del chico que ahora está tumbado y casi sin vida.  Ayuda al otro a ponerse en pie y le acompaña a un asiento mientras señala a Lucas la salida. Otros camareros piden que hagan como que no ha pasado nada y que siga la fiesta.
Los otros miembros del grupo parecen no haberse enterado, pues la disco es bastante grande y están demasiado ocupados en sus cosas.
Lucas aprieta los puños con fuerza, todavía siente rabia en su cuerpo. Sara observa cómo se llevan al otro chico. Está bastante grave. Baja la cabeza al suelo y corre hacia el baño. No quiere seguir ahí.
Lucas le sigue, no va a dejarla así. Se ha enfrentado a ese tío solamente por ella. Ha sido la primera pelea que ha tenido en su vida y no estaba planeada. Se siente extraño. No puede creerse que haya sido capaz de enfrentarse a alguien tan solo porque estaba con Sara, pero es que ella es la única que consigue sacar lo mejor y peor de él al mismo tiempo. Por ella haría cualquier cosa, hasta pelearse con un tío que no conoce de nada y si hace falta, dejarlo inmóvil.
Abre bruscamente la puerta sin importarle que sea el aseo de las mujeres. Todavía se puede oír la música que pincha el dj perfectamente
Sara se gira y le mira fijamente. Quizás sea la mirada más penetrante que le haya dado nunca.  Sabe que no debe quererle, que tiene que olvidarle. Sabe que le quiere, que está celoso. Sabe que esto no es amor, que es obsesión. Sabe que le necesita, que sin él no puede ser ella. Sabe lo que va a ocurrir y sin embargo no le importa.
Lentamente se van acercando el uno al otro hasta que sus cuerpos los separan unos escasos centímetros. Él le mira con deseo. Ella le mira con emoción. El chico le acaricia la boca mientras ella cierra los ojos y se deja llevar. Los dedos bajan suavemente por cada contorno de su piel hasta llegar al pecho. Lo toca superficialmente, pero lo suficiente como para excitarse aún más. Esas caricias despiertan algo en ella. Sus manos se deslizan por la espalda del chico pidiéndole que se quite la camiseta. Él le complace y la tira al suelo. Su torso está desnudo. Pueden verse unos músculos definidos a causa de unos meses de gimnasio. Ella lo mira con admiración al mismo tiempo que lo acaricia. Se relame los labios al pensar que puede ser suyo aunque sólo sea una noche.
La música parece ser el único testigo de esos sentimientos que están a punto de manifestarse. Ellos solo pueden oír las notas de la canción “Hurricane” de Antonia.
Sara canta cada nota a la vez que toca cada parte de él. Él la coge en brazos y se detiene. Sus cabezas no dejan de repetir una y otra vez que se dejen llevar. Sus deseos más ocultos se incrementan cada vez que el otro le acaricia.
-          Hazlo.-le pide Sara.- Hazlo ya.
Él la mira. Nota como los sudores se apoderan de él. Siente cómo sus instintos primarios ganan la batalla. Ya no es Lucas, ahora es otro.
Se acerca a su boca. Oye claramente los latidos de su corazón. Le ordenan que lo haga ya, que acabe con esta historia, que ejecute lo que tanto tiempo llevan evitando.
Finalmente es ella la que lo hace presa del deseo. Sus labios se fusionan en un beso interminable. Las ropas vuelan por la habitación hasta quedar el uno en contacto con el otro. Están emocionados, pues nunca habían estado tan cerca. Él la postra contra la pared al mismo tiempo que sus brazos están bajo sus piernas. Su boca se desliza por cada poro de su piel.
Una vez más han vuelto a caer. La música les acompaña a cada rozamiento entre sus cuerpos. Ella es el único testigo de su amor prohibido, un amor que desde el principio de esta historia les volvió locos, dependientes el uno del otro. Después de muchos suspiros, de todos los deseos escondidos bajo una sonrisa serena, de todas las miradas de reojo que siempre recibían, de todos los “te quiero” que en silencio callaron, de todas las caricias que les hacían sacar la parte más peligrosa de cada uno, de todas las noches que pasaron mirando al cielo pero en lugares distintos, después de todo; por fin han consumado ese amor; la historia de un gran amor reflejado en un instante de felicidad.

“Our love is like a hurricane, got it swirling round in my brain. Feels like every day’s a Saturday. Right now I need a simple day. Cause love is like a hurricane. Call me up and just stop this feeling. I’ll fight for you every single day. Our love is like a hurricane”


<< Nuestro amor es como un huracán. Una bomba atómica capaz de explotar cuándo estamos juntos. Somos fuego cuándo estamos en contacto. Somos ira cuándo nos encontramos lejos. Somos deseo cuándo nos acariciamos. Somos furia cuándo no somos protagonistas de la sonrisa del otro. Somos anhelo cuándo no nos hablamos. Somos felicidad en estado puro cuándo nos miramos. Somos excitación cuándo nos besamos. Somos todo y nada al mismo tiempo>>

martes, 8 de abril de 2014

Capítulo 35

Zaragoza, 18 de abril a las 21:45…
-          ¿Qué tal está?
-          Delicioso-se relame los labios.- ¿Quieres?- le extiende el brazo ofreciéndole el vodka que lleva en la mano.
-          No, gracias. Ya tengo bastante con el mío.-le enseña su bebida.
-          Bueno, ¿qué tal te lo estás pasando?-pregunta el chico para seguir con la conversación.
-          Bien, parece que no ha habido ningún problema con Diana.-dice aliviada.
-          Eso está bien.-le sonríe.
-          Aunque tampoco nos hemos reconciliado todas.-fija la vista al suelo.
-          Eso tiene fácil solución. –se levanta del asiento y se encamina hacia una chica. María le ve y se levanta bruscamente.
-          ¿Dónde vas?
-          Es una sorpresa.-le grita desde la otra punta. María no deja de mirarle y a los pocos segundos Pablo regresa con alguien más. – Aquí la tienes.-le guiña el ojo.
-          Hola.-saluda María.
-          Hola.-saluda Paula.
-          Bueno chicas, ya lleváis bastante tiempo enfadadas y es hora de que lo arregléis.
-          Pero las que están enfadadas son ella y Diana, no yo.-responde Paula que ha aceptado venir tan solo porque se lo ha pedido él. No puede negarle nada; nunca ha podido.
-          Lo sé, pero un primer paso para solucionarlo del todo es que habléis vosotras y al menos os volváis a llevar bien.-le mira pidiéndole que lo intente.-Va chicas, por favor.-les mira fijamente. Las dos se quedan prendidas de esa mirada que desde el primer día las dejó cautivadas. Sonríen casi al unísono y se sientan. – Perfecto.-sonríe satisfecho.-Ahora os dejaré un rato a solas y así habláis tranquilamente.- se gira y empieza a caminar hacia la barra dejando solas a las dos muchachas cuya única razón por la que han accedido hablar es él.
Coge su cubata y le da un sorbo. Observa a cada persona que está en la disco. Ve a unos jóvenes bailando sensualmente que luego acaban besándose. Se fija en un par de amigas que están consolando a una chica, la cual parece haber bebido más de la cuenta. Luego torna la vista hacia unos chicos ligando de una forma realmente patética con dos chicas. Se ríe al ver las estupideces que puede llegar a hacer la gente con tal de liarse con alguien. Se gira hacia el otro lado de la disco buscando a una persona en concreto. Finalmente la encuentra. Está bailando con una amiga. Sonríe al verle bailar de esa forma que tan loco le vuelve. Le encanta cada parte de ella y si por él fuera, la habría hecho suya hace mucho tiempo. La chica se agacha lentamente y él no puede evitar mirarla con más deseo aún. Se queda prendido de sus curvas y algo en él empieza a arder. Nota ese calor subiendo por todo su cuerpo y decide hacerlo ya. Fija la vista hacia el frente y se encamina hacia su encuentro. Cada vez está más cerca. Cada vez nota más su respiración. Cada vez huele más su aroma. Cada vez siente más su contacto. Cada vez puede observar más detenidamente lo preciosa que es. 
La chica le ve y le sonríe. Pablo le coge la mano mientras le susurra al oído que tienen que hablar. Su amiga se percata y le guiña el ojo, señal de que tiene el camino libre. La pareja se aleja de la pista dejando atrás a una chica con ganas de bailar y no parar hasta que los tacones se rompan.
Una vez que están lo suficientemente alejados de la muchedumbre, se sientan en un sofá. La chica parece asombrada, no sabe exactamente qué es lo que le va a decir. Él parece ansioso, el calor todavía no ha bajado y teme que dentro de poco pierda el control.
-          ¿De qué quieres hablar?-pregunta ella.
-          De nosotros.-sonríe al mismo tiempo que se fija en su canalillo. Rápidamente sube la vista.
-          ¿De nosotros?-pregunta mientras se sube un poco el vestido. Se ha dado cuenta de que le ha visto un poco de su canalillo.
-          Sí.-contesta después de fijar la vista hacia el suelo. Se siente avergonzado de todos los pensamientos que están recorriendo su cabeza en este mismo momento.
-          ¿Qué quieres decir? ¿Estás enfadado o algo?-pregunta cada vez más sorprendida. Teme lo que va a ocurrir.
-          No.-niega con la cabeza.- Verás, a mí no se me da muy bien expresar mis sentimientos. Siempre he sido un negado en ese tema. Por eso lo mejor será que te lo demuestre.-le mira de una forma tan penetrante que hace temblar a la chica. Se acerca lentamente hacia ella y acaba besándola. Ella abre los ojos atónita. Acaba de descubrir quién era ese admirador del que hablaba Sara.
A los pocos segundos él acaba separando los labios de los de ella. Diana sigue inmóvil, no se puede creer lo que acaba de pasar. Él se da cuenta y se hunde al comprobar que ella no siente lo mismo.
-          Pablo…-titubea- Lo siento…-apoya su brazo en su hombro.
-          No te preocupes.-le mira a los ojos con lágrimas en los ojos.-Es normal.-se pone en pie y se aleja dejando atrás a una chica que se le acaba de venir el mundo encima.



sábado, 15 de febrero de 2014

Capítulo 34

Zaragoza, 18 de abril a las 20:30…
<< Muchas veces me he preguntado qué fue lo que me enamoró de ti. Muchas veces he reflexionado sobre si a lo que sentía por ti se le podía llamar amor. Muchas veces he intentado comprender por qué no puedes salir de mi cabeza. Muchas veces he tenido miedo de volver a caer en ese juego que la gente llama “enamoramiento”. Muchas veces me he esforzado por no quererte. Es en vano, no lo conseguiré nunca. Después de todos esos días, ahora; al verte, he averiguado la respuesta y lo más curioso es que no hay respuesta para explicar todo eso. Quizás, si la hubiera, no sería del todo amor. El caso es que te necesito y solo espero, que mis sueños se hagan realidad por una vez. Sólo deseo estar junto a ti. Siempre. >>

-          Habéis llegado tarde.-le sonríe cuándo termina de darle dos besos.
-          Diana y Paula han tardado un poco.- se disculpa y señala a las dos aludidas. Paula saluda a la chica con la mano. Diana opta por apartarle la mirada. No le ha hecho mucha gracia que María viniese también, pero está demasiado preocupada por otros temas que le da igual lo que haga la otra.
-          La culpa siempre es de los demás.-se ríe al mismo tiempo que le da un toque en el brazo.
-          Por supuesto.-le sigue la broma.-Yo nunca hago nada malo, soy un ángel.-le saca la lengua.
-          Mira que eres tonto.-le da un pequeño cachete.
-          Puede.-sonríe. Se les ve felices. A María le ha encantado que el primer abrazo de la noche de Pablo haya sido para ella. Disfruta entre sus brazos, aunque solo sean unos segundos; unos segundos de eterna felicidad. A unos metros de ellos se encuentra Paula. Les mira con recelo. Le da miedo que pueda tener otra “rival”, por llamarlo de alguna manera. En el fondo sabe que nunca serán nada más que unos simples amigos, pero no puede soportar verle con otra.
-          ¿Habéis comprado ya las bebidas?- pregunta Pablo a Sara. Ella se limita a asentir con la cabeza. En cuanto ha visto a Lucas, ha sido como si un tornado haya arrasado a su corazón. Le quiere tanto que le duele, pero parece que tendrá que aguantar esta noche. Tendrá que permanecer quieta mientras su corazón no para de gritarle que vaya en su búsqueda. Tendrá que evitar mirarle cuándo sus ojos se encuentren causalmente con los suyos. Tendrá que sonreír a la vez que las lágrimas quieran aparecer.
-          Genial.-le hace un gesto de ok y se gira hacia los demás.-Entonces entremos.
-          ¿Pero cómo hacemos para beber? Dentro no nos dejarán.-pregunta uno de los chicos que va con ellos cuyo nombre no tiene importancia en esta historia.
-          Tranquilos.-sonríe pícaro.- uno de los camareros es amigo mío, no nos dirá nada. Está todo hablado. A cambio tendremos que darle un euro cada uno.
-          Ah bueno. –ríen todos.
Pablo les hace un gesto para que le sigan a la vez que abre la puerta.  María le hace caso y se dirige hacia él. Pilar y Nacho son los siguientes que entran junto con los otros chicos del grupo. Paula y Diana van unos segundos después dejando solos a Sara y Lucas. La chica se gira y le mira fijamente. Él no dice nada pero le trasmite todo con su mirada. Le pide perdón por todo, le suplica que confíe en él, le repite que la quiere más que a nadie. Ella nota cómo las lágrimas están a punto de aparecer y opta por cerrar los ojos para contenerlas. Pone la vista hacia el frente y se encamina hacia la entrada. Lucas la sigue con los ojos; no quiere forzarla, ya habrá otro momento para volver a hablar, aunque en este caso los únicos que han hablado han sido sus ojos.


Zaragoza, 18 de abril a las 21:15…
Con un cubata en la mano y mil pensamientos en la cabeza, Diana observa cómo Nacho y Pilar sonríen. Sabe perfectamente lo que va a pasar. Sabe qué van a hacer. Sabe qué es lo que están deseando y sabe cómo se va a sentir en el momento en que sus labios se rocen. No puede permitirlo, no puede dejar que ella se lleve a la persona que tanto quiere y que nunca ha dejado de estar en su cabeza desde el instante en que le sonrío.
Aparta la mirada por unos segundos y se fija en María y Pablo. Sus sospechas se están confirmando. Sonríe maliciosa. Poco después, por casualidad del destino, Pablo se encuentra con su mirada. Le saluda y le hace una señal para que vaya junto a él. Ella niega con la cabeza y señala con la mirada a María. Él la entiende y sigue charlando con la otra chica.
Sus ojos buscan otro objetivo. Esta vez es Sara. Ella también está sola, en otro asiento. Le gustaría sentarse con ella, pero siente que no debe. Parece preferir estar sola. Ya lleva algunos cubatas bebidos y se encuentra mareada. No parece muy feliz. Quizás el culpable sea Lucas, como siempre.  Él sin embargo parece estar normal. Charla animadamente con otros chicos del grupo. A los pocos segundos, por otra casualidad del destino, Lucas busca la mirada de Sara. No la encuentra, pero se fija en ella. La ve triste y le duele; se le ve en la cara. Mira al suelo y decide continuar con su conversación.
Diana lo ha visto todo y esta vez decide juntarse con Sara. Se levanta, agarra el cubata y se dirige hacia Sara.
-          ¿Qué tal estás?-pregunta Diana.
-          Me encuentro un poco mareada.-balbucea Sara.
-          Has bebido ya bastante.-se sienta a su lado.
-          Me da igual.-mira hacia el suelo.
-          A mí no y a los demás tampoco. No puedes ponerte mal por él.-le abraza.
-          ¿Cómo sabes que es por Lucas?-le mira a los ojos pero pronto aparta la mirada. Le pesan mucho los párpados.
-          No hace falta ser un genio para averiguarlo.-sonríe a la vez que le coge el cubata que tiene en su mano.-Te lo cojo para que no bebas más.
-          Vale, pero no te lo bebas tú. –se ríe por reír. En realidad no le apetece nada sonreír.
-          ¿Por qué me lo debería beber yo?-pregunta extrañada.
-          No te hagas la tonta.-se gira hacia ella con los ojos cerrados. No puede abrirlos. – Sé que tú también estás mal y sé que es por Nacho.- apoya la cabeza en sus piernas a la vez que encoje las suyas.
-          ¿Cómo lo sabes?-abre los ojos de par en par.
-          No me acuerdo.-sonríe tontamente.- No te preocupes Diana, tarde o temprano encontraras a alguien que te quiera de verdad.-se pone seria al pronunciar esas palabras. Parece sincera.
-          ¿Quién?-cada vez está más atónita. No sabe si lo que dice es real o puede ser causa del alcohol.
-          Hay a una persona que le gustas y probablemente lo sepas esta noche. Pero por favor, no me preguntes más porque seguramente te  acabaré diciéndotelo y no quiero traicionarle.-Se levanta y se pone de pie. Le invita a hacerlo con ella.
Las dos chicas se dirigen hacia la pista de baile. Suena de fondo just another night  de Manian y Floorfilla. Bailan cada nota de esa canción sin miedo a nada.
Cada una canta el estribillo para sí mismas:

“Oh give just another night with you. I know my feeling is true for you. Oh give just another night”


Al repetir esas palabras las dos se acuerdan de dos personas distintas. Ambas han sufrido por un chico, pero esta noche no quieren lloran más. Solo quieren saltar, bailar y beber. Lo que tenga que pasar pasará.