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jueves, 26 de diciembre de 2013

Capítulo 30


Zaragoza, 18 de abril a las 14:30…
-          <<Mierda, las dos y media y todavía no le he visto. ¿Dónde se ha metido este chico?>>
Mira alrededor de la calle sin éxito. Otro lugar en el que no está. Lleva ya casi una hora buscándole, pero no lo encuentra.
Echa un último vistazo por si acaso se ha pasado algo por alto y continúa calle abajo. Está agotada. No ha parado de correr alrededor del barrio en su busca. Ha ido a su casa, al parque que hay al lado del instituto, a algún bar y cafetería y ni rastro de él.
Decide sentarse unos minutos, en un banco cerca de casa de Lucas. No está muy lejos del instituto, así que si por algún causal, ha ido ahí, podrá llegar en un par de minutos.
Revisa su móvil por si le ha mandado algún mensaje. Nada. No da señales de vida desde las ocho y diez; su última conexión. Es como si se le hubiera tragado la tierra, en este caso como si se le hubiera tragado una hiena con sed de venganza…
Lee los mensajes que le han dejado otras personas. Pilar le pregunta si ha encontrado a Lucas. Pablo le saluda para ver que tal está. María tiene curiosidad por saber lo que le ha pasado y el grupo que fue creado ayer para lo de esta tarde; está lleno de mensajes que luego leerá.
Recoge su móvil, no sin antes echar una última llamada a Lucas, el cual sigue sin contestarle.
Se levanta del banco dispuesta  a seguir en su búsqueda, cuando de repente oye una voz familiar; su voz. Pero no está solo, a su lado se encuentra ella. La chica que hace unas horas parecía que le iba a matar, ahora la está abrazando.
Se esconde detrás de unos arbustos, para evitar que vea el dolor que su cara está mostrando en este momento. Afortunadamente nadie se ha dado cuenta de su presencia. Ellos dos siguen tan acaramelados como antes. Se abrazan todo el rato, se gastan bromas, se besan apasionadamente… es como si nada de esta mañana hubiese sido real. Como si Lucas y Sara jamás se hubieran besado. Como si Begoña nunca les hubiese descubierto. Como si Lucas estuviese verdaderamente enamorado de su novia. Como si todo hubiese sido un sueño…
Una vez que la pareja pasa de largo, Sara decide marcharse a su casa corriendo. No quiere saber nada más de ellos dos. Ya ha visto bastante. Se ha preocupado por alguien que ni si quiera ha pensado en el mal que le estaba haciendo a ella.
Corre calle abajo hasta que llega a su portal. Abre la puerta y rápidamente sube las escaleras para llegar por fin a su casa. Ese lugar dónde se  ha pasado los últimos días llorando, pero dónde nada malo le puede ocurrir.
Se quita la ropa, se pone un pijama, deja su mochila sobre el escritorio, abre la cama y se echa a dormir. No tiene sueño, pero necesita olvidar estas últimas horas y para ello, lo mejor es dormir, soñar, creer que todo esto es un sueño, una horrible pesadilla de la que algún día despertará…

Zaragoza, 18 de abril a las 16:00…

-          ¿Entonces vas a venir?-pregunta Pablo.
-          Creo que sí, pero tengo miedo.-contesta María un poco asustada.
-          No pasará nada, yo estaré ahí para que Diana no te diga nada ¿vale?-responde al otro lado del teléfono.
Pablo se ha enterado de que María igual venía y ha decidido llamarla para terminar de convencerla. Le gustaría mucho que viniese, ya que hay algunas cosas que tiene que hablar con ella. Entre los exámenes y otros líos, hace mucho que no queda con ella y le encantaría volverle a ver.
-          ¿Seguro?-pregunta María con admiración. Le encanta que él la proteja. Se siente tan segura en sus brazos, que nunca se despegaría de ellos.
-          Claro. Para eso están los amigos.-sonríe por la otra línea.
-          Sí, amigos…-dice María un poco decepcionada. Pero no va a ponerse mal. Hoy no.-Muchas gracias de verdad.
-          No tienes que darme las gracias. Lo hago encantado.
-          Eres un encanto.-se muerde el labio.
-          Y tú una zalamera.-se ríe. Ella también.-Bueno te tengo que dejar. Tengo que hacer deberes antes de quedar.
-          Sí, yo también.
-          Recuerda, a las ocho en la parada del veintitrés. Así bajaremos todos juntos.
-          Ahí estaré.
-          Sé puntual.-le advierte.
-          Lo seré. Yo no soy como Sara.-se ríe.
-          Lo sé.-sonríe.-Adiós. Un beso.
-          Un beso.-cuelgan a la vez.
Deja el teléfono al otro lado de la cama y se queda pensativa en la última conversación que ha tenido con Pablo. Cada día le encanta más, sobre todo cuando se pone protector como antes.
Hoy ha decidido no estar triste. Hoy quiere reír de felicidad aunque la vida se lo impida. Hoy quiere saltar y bailar todo el rato. Hoy quiere lanzarse, quiere declararse de una vez. Hoy solo le quiere a él. Hoy simplemente quiere ser feliz, pero a veces las cosas no son tan fáciles…



miércoles, 18 de diciembre de 2013

Capítulo 29

Zaragoza, 18 de abril a las 14:15…

<< Hoy no estás. Hoy no te he visto. Hoy mi corazón no para de pronunciar tu nombre. Hoy necesito estar contigo. Hoy quiero que me abraces hasta el fin. Hoy mi cabeza se ha fugado contigo. Hoy mis palabras no salen si no eres tú el que las escucha. Hoy deseo volver a estar en ese baño; tú y yo solos, sin nadie más. Hoy simplemente ansío el momento de estar junto a ti. >>

<<Piiiiiiiiii>>
La alarma suena y en ese instante, una manada de alumnos deseosos de salir del colegio, corren como si les fuera la vida en ello. Otras chicas salen de clase tranquilamente esperando a sus amigas para volver a casa, otros alumnos se quedan copiando los últimos apuntes que ha dictado el profesor, otros tantos salen ya por la puerta contentos de que ya es viernes y tienen todo un fin de semana por delante. Los profesores, por su parte, también están contestos de que se haya acabado la semana y puedan regresar a sus casas con su familia.
Paula siempre suele ser de las últimas. Sale cuando ya casi nadie queda en el instituto. Pilar se frustra mucho porque no tiene mucha paciencia y siempre la incita a que corra un poco más, pero ésta no le hace caso nunca:
-          Siempre igual maña, algún día nos quedaremos encerradas en el colegio por tu culpa.-se echa a reír mientras le ayuda a meter los libros.
-          No seas exagerada. No pueden encerrarnos aquí dentro todo el fin de semana. –mete el último libro y se coloca la mochila sobre los hombros.
-          Con lo lenta que eres no me extrañaría.-le saca la lengua.
-          Pero si son sólo y veinte.-le muestra la hora de su reloj de pulsera.-eres muy impaciente Pilar.
-          Y tú muy lenta. Venga vamos que éstas fijo que se van sin nosotras.-le agarra del brazo y le lleva hasta la puerta de salida. Hay varios chicos dándose codazos por salir.- parecen cavernícolas-le susurra al oído.
-          Siempre actúan así.-afirma con la cabeza.
-          Pues espero que no nos den a nosotras.
-          No creo, y si no le pegamos.-sonríe.
Tras varios minutos, consiguen salir por la puerta y se dirigen hacia el lugar dónde quedan con el resto de la pandilla. Están todos como siempre; los chicos hablando sobre sus temas y las chicas cotilleando chismes. Las muchachas llegan y saludan cariñosamente a todos.
-          Hola chicos.-levantan  la mano y saluda.
-          Hola.-responden al unísono todos.
Paula ve a Diana en silencio yd decide sentarse con ella. Sabe lo que le pasa ahora mismo por la cabeza, pero no se lo pregunta, simplemente se limita a abrazarla. Pilar por el contrario se queda de pie. Echa un vistazo general al instituto para ver si Nacho se encuentra cerca. No hay rastro de él. Se desilusiona, pero eso solo es hasta que él aparece por sorpresa…
-          ¿Quién soy?-le tapa los ojos a Pilar. Ella sonríe como una enana
-          El chico más idiota del mundo.-se ríe divertida.
-          Creo que te confundes de persona.-le baja las manos y le gira para mirarle. Está preciosa.-Soy yo; Nacho.-se ríe.
-          Sabía que eras tú, por eso he dicho eso.-sonríe con más intensidad.
-          Tonta.-le agarra y le abraza. Diana les observa con mucha envidia. Le gustaría ser ella. Le gustaría que la persona a la que llamase tonta fuese ella. Le gustaría que la persona que está abrazando fuese ella. Le gustaría que la persona que ocupa su corazón fuese ella…
Nacho se acerca a Pilar y le susurra algo al oído. Ella sonríe como una tonta enamorada y se dirige hacia sus amigos.
-          Oye chicos, nosotros nos vamos yendo. Si hay algún cambio con lo de esta tarde decirlo por el grupo ¿vale?
Los demás asienten y se despiden. Algún murmullo sobre que entre Nacho y Pilar hay algo, llega a oídos de Diana, lo que hace que ésta se vaya corriendo con las lágrimas derramándose. Paula se despide del resto y la sigue. Sabe perfectamente lo que le pasa, ella también lo ha escuchado.
Diana se sienta en un banco cerca del parque que hay al lado de la salida del instituto. Paula la acompaña. Le abraza y la consuela. Como siempre ha hecho.
-          Dianius, no puedes seguir martirizándote por ellos dos. Tienes que pasar página.
-          No es tan fácil y lo es aún menos cuándo tu amiga está tonteando todo el rato con él. -se seca unas lágrimas que han salido de sus ojos.
-          Lo sé, pero tienes que centrarte en otras cosas.-posa su brazo sobre su hombro y le acaricia.
-          ¿En qué?-pregunta con curiosidad.
-          En tus amigos, en algún otro tío… no sé. En algo que te haga olvidarle.
-          Sólo le quiero a él Paula, solo él hace que yo sea feliz.
-          Pero te está haciendo daño Diana. No puedes decirme que él te ayuda cuándo te hace pasarlo tan mal.
-          Él es el único mal que me hace bien.-le mira a los ojos y se echa a llorar. Paula calla y reflexiona sobre la última frase. Ha sido una respuesta bastante acertada, pero no se lo va a decir.
-          Me da igual Diana. No voy a permitir que estés así. Hoy, tú y yo vamos a buscar a algún chico con el que nos divertiremos y olvidaremos a todos los que nos han hecho daño ¿entendido? -le coge de los hombros y hace que le mire. Quiere ver que lo que va a responder es verdad.
-          No puedo.-niega con la cabeza.
-          Si puedes. Fijo que hay algún tío detrás de ti Diana calla y reflexiona. Parece como si Paula supiera todo cuándo no tiene ni idea de quien habla. Decide afirmar con la cabeza y pasar por alto la última frase que sus labios han pronunciado. Al fin y al cabo, esto  es algo que sólo ella puede saber.


sábado, 7 de diciembre de 2013

Capítulo 28

Zaragoza, 18 de abril a las 13:30…
-          Sara, ¿has visto a Lucas? Lleva sin aparecer toda la mañana.-pregunta Pilar a su amiga.- En su clase dicen que no le han visto.
-          ¿¡Cómo!? ¿No ha venido?-le mira preocupada. Pensando todo el rato en lo de esta mañana y ayer por la tarde, ni se ha percatado que no estaba.
-          ¿Qué pasa Sara?-le mira preocupada por la posición que acaba de adoptar.
-          Le he visto esta mañana, pero no ha podido entrar conmigo al colegio.
-          ¿Por qué? –le abraza y le invita a seguir.
-          Me lo encontré de camino al instituto. No sabía que me estaba esperando. Estuvimos hablando cerca de la entrada y claramente volvimos a besarnos.
-          ¿Otra vez? Tía tenéis que salir ya-dice sonriendo.
-          Eso ahora no es el tema.-dice tajante.- Luego nos pilló su novia.
-          ¿Begoña?- la interrumpe.
-          Sí. Parece que la controladora también le persigue cuando va al instituto.-dice con sorna.-La cuestión es que  se enfadó muchísimo y me amenazó. Yo me fui y ya no he vuelto a saber nada más de él.-dice preocupada y con unas lágrimas en los ojos.
-          ¿Le dejaste con Begoña? ¡haberte quedado!-dice levantando la voz más de lo normal.
-          Yo que me sabía Pilar. Era su novia. Yo no pintaba nada. Además, si hubieses escuchado todo lo que me dijo… también te hubieras asustado.
-          Perdona, no sabía que te había afectado tanto.-le mira a los ojos y le vuelve a abrazar. Sara derrama unas pocas lágrimas que rápidamente desaparecen.
-          Esa chica está mal de la cabeza. Se ha puesto como una energúmena al vernos juntos. Parece como si ya supiera que entre Lucas y yo hay algo.-le dice susurrándole al oído.
-          Se ve claramente que os queréis. Lo que no entiendo es que hace saliendo con ella.-se queda pensativa.
-          Quizás porque esté jugando con las dos.-contesta con dureza.
-          ¡No digas tonterías Sara! Te quiere. Lo sé.-le abraza y afirma con la cabeza.
-          Pero tengo miedo de lo que esa loca le pueda hacer. ¿Y si le ha pasado algo?-le mira preocupada.-No puedo quedarme aquí sabiendo que no ha venido a clase por culpa de la niña esa.
-          No creo que le haya pasado nada. Lucas ya es mayorcito para cuidarse solo.-la tranquiliza.
-          No puedo relajarme Pilar, no puedo. Él hace que me altere y sin embargo sólo él puede calmarme. Le necesito y no soportaría la idea de que le pudiese haber pasado algo y yo no haber hecho nada por ayudarlo.-las lágrimas vuelven a aparecer en su rostro.-Tengo que encontrarle.-entra a clase para coger la mochila y sale lanzada hacia el pasillo. Pilar la coge del brazo y la detiene.
-          ¿Se puede saber dónde vas?-le grita asustada.
-          A por él y no intentes impedírmelo. Te llamaré si ocurre algo nuevo.
-          Pero no te dejarán salir.-niega con la cabeza.
-          Yo me las apañaré.-le suelta el brazo y corre hacia la puerta de salida guiada tan solo por su corazón.


Zaragoza, 18 de abril a las 13:45…

<< Guardo tu recuerdo en mi habitación. Necesito acordarme de ese momento para sonreír. Solo tú haces que yo siga adelante. Puede que la realidad no haya permitido hacer mis sueños realidad, pero yo seguiré deseando el momento en el que nuestros labios se junten. Una vez más no he podido dejar de pensar en ti. Te has aferrado a mi corazón. No puedo sacarte de él. Sin embargo a mí no me importa, sólo quiero verte para poder ser feliz. >>

-          Oye ¿sabes dónde está Sara?- pregunta un compañero a María.
-          No, no la he visto desde la anterior hora.-se vuelve a girar para intentar volver a sus pensamientos anteriores. No le apetece hablar con mucha gente, pues la amenaza de Diana la tiene en un sin vivir. Pero hoy no quiere pensar en eso, lo único que le importa es que hoy puede volver a ver a Pablo. No sabe muy bien como ingeniárselas para aparecer en la discoteca y no saltar las alarmas de sus antiguas amigas, pero Sara le ha ofrecido ir y aunque no le apetecía mucho, en cuanto ha oído pronunciar el nombre del chico que la vuelve loca, ha aceptado sin más predilección.
-          Igual se ha puesto mala.-la invita a seguir la conversación.
-          Puede ser.-responde sin mucho entusiasmo.
-          ¿Te apetecería tomar algo esta tarde?-le pregunta titubeando. Le encantaría que esa chica quedase con él. Es la más guapa de entre las guapas y aunque no hayan hablado mucho, le gustaría acercase más.
-          No puedo. Tengo planes.-le responde tajante. El chico vuelve a su posición habitual y sigue atendiendo a la insoportable explicación que “El Rudolf “da sobre los logaritmos.

Recuerdo la explicación de ese curioso mote. Fue un día de invierno en esos que todo el mundo está con tos y mocos y por supuesto nuestro querido profesor también. Tenía la nariz rojísima y a algún graciosillo de clase se le ocurrió llamarle como ese reno tan simpático de Santa Claus. Desde entonces, todo el mundo (incluido algún profesor) le llama así. Volviendo al tema…


Mira a la pizarra y pone la vista fija a un número. Quiere perderse en su mundo, en ese dónde nadie le hará daño nunca y en el cual; hay sitio de lujo para su querido Pablo. Sonríe al pensar en lo que algún día, si él lograra darse cuenta de todo lo que le necesita, podrían ser. Pero no pasa nada, hoy toca sonreír. Hoy toca demostrarle al mundo quien puede ser esa muchacha dulce e inocente. Hoy toca callar la boca de Diana y dejarse llevar por su corazón. Pero a veces el destino da demasiadas vueltas, vueltas que acaban en una gran tormenta de sentimientos…

sábado, 16 de noviembre de 2013

Capítulo 27

Zaragoza, 18 de abril a las 10:45…

<<Hola mi querido príncipe. ¿Qué hay de nuevo? Supongo que todo te irá bien, al contrario que a mí. No he dejado de pensar en ti ni un micro segundo.  Estás aquí, a mi lado, sentado junto a mí, lo noto y sin embargo estás lejos; lejos de ser lo que quiero que seas conmigo, lejos de ser ese valiente príncipe azul que me protege de cualquier tirano; en este caso de la realidad. Maldeciré todos esos momentos que no los compartas conmigo y rezaré porque algún día tú y yo formemos una historia, una en la que el “fueron felices y comieron perdices” signifique que jamás se acabará. Pero es inútil, yo siempre seré la que no pueda vivir sin ti y tú el que lo haga sin mí…>>

-          ¿Alguien tiene alguna duda?-se gira hacia el resto de la clase y observa las caras de aburrimiento que tienen sus alumnos.-Perfecto, entonces seguiré con más ejemplos.-Los alumnos protestan y miran la hora. Unos deciden abandonar la explicación para centrarse en algún tipo de chiste que ha contado alguno, otros directamente lanzan papelitos a diestro y siniestro para gastar bromas, las chicas comentan sobre los chicos más guapos de su instituto (incluido el que vino nuevo hace un mes), pero hay una chica que no le apetece cotillear sobre nada. Normalmente se hubiera unido por no quedarse sola, pero hoy no tiene ganas de aguantar como piropean al chico del que está profundamente enamorada y que jamás será suyo.
Le mira de reojo cada vez que puede. Es uno de los pocos que están atendiendo a “la Hitler”. En otras circunstancias quizás ella también, pero hoy no. Hoy no es día para escuchar a nadie.
Es tercera hora ya y sin embargo no ha cruzado palabra con Nacho. El chico ha intentado iniciar conversación, pero ella no estaba por la labor. A él también le preocupa que le pase algo, se imagina lo que le ocurre; quizás no fue buena idea quedarse con Pilar y los demás.
Diana finge coger algo de la mochila para mirarle ese perfil tan hermoso que tiene. Se emboba por unos segundos y regresa a su posición inicial. Nacho se ha dado cuenta de su pequeña estrategia, así que decide volverle a hablar:
-          ¿Cuánto falta para el recreo?- se gira hacia ella y la observa detenidamente. Está guapísima; como siempre, aunque el pelo lo tenga un poco despeinado y las ojeras bastante marcadas. No hay duda de que Diana, esté como esté; siempre será guapa.
-          ¿No llevas reloj?-señala el reloj de pulsera que lleva en la mano izquierda. Fin del plan. Le ha descubierto.
-          Sí, pero quería hablar contigo. Como esas veces que tú me preguntas la hora siendo que también llevas reloj.-sonríe con un tono burlón.
-          Pues hoy no me apetece hablar, así que déjame en paz.-contesta tajante. Todavía no sabe porque le ha respondido de esa manera, pero no lo ha podido evitar.
-          Diana-le coge del brazo y le mira fijamente a los ojos- ¿te pasa algo?
-          No.-quita el brazo y le indica que calle. Él no se quiere dar por vencido.
-          Si es algo que he hecho y te ha molestado, perdóname por favor. No quiero que estés mal, eres una buena amiga.
-          <<Amiga… interesante palabra para definir que jamás seré algo más para ti>> Que no es nada nacho. Déjame.
-          Está bien, pero si necesitas algo, cualquier cosa, no dudes en pedírmelo.-Diana afirma con seriedad mientras Nacho se coloca bien otra vez.
Quedan cinco minutos para que la clase acabe. Los alumnos se van preparando para el sonido de la campana que anunciará la libertad durante 30 minutos. Los chicos siguen riéndose a la par que recogen sus apuntes. Las chicas siguen chismorreando sobre quién está más bueno. Nacho sigue tomando apuntes y Diana sigue pensando en esa breve descripción que le ha dado el chico de sus sueños, sobre lo que son en realidad… nada más que una triste amiga para él.


domingo, 10 de noviembre de 2013

Capítulo 26

Zaragoza, 18 de abril a las 7:45…
<< Hola mi príncipe. He vuelto a soñar contigo. Sigues igual de precioso que siempre. Me estoy acostumbrando a que aparezcas en mis sueños, en esos en los que te paseas desplegando tu aroma que me vuelve loca. Tengo miedo de que algún día te des cuenta de que no te merezco, de que eres demasiado perfecto para mí, a pesar de que te empeñas en que no lo eres. Contigo soy otra persona distinta. Contigo soy yo misma. Tú me haces especial y sólo tú haces que me sienta única  en un mundo donde todos somos iguales. >>

-          Cariño, ¿Has hecho la cama ya?-pregunta a lo lejos.
-          Sí mamá. Hace unos minutos. Ahora estoy desayunando.-coge una galleta y le pega un bocado. Hoy ha dormido muy bien. Ha soñado otra vez con él. Le decía que le quería y que la necesitaba. Ella simplemente sonreía, como siempre cuándo él le habla.
-          Pues termina ya y ve a cambiarte. A este paso vas a llegar tarde.-Entra al salón y le mira fijamente. La chica parece que está en otro mundo. No le contesta. Se le ve rara.- ¿Estás bien?-Pilar vuelve a la realidad al percatarse de la presencia de su madre.
-          Perdón mamá. Estaba dormida.-miente. En realidad estaba soñando, pero despierta.
-          Eso espero. –hace una breve pausa. –y ahora vete a cambiar o sino no llegarás a tiempo.-le hace una señal.
-          Ok mamá. –Pilar se levanta de la silla y se dirige hacia su habitación. Se tumba en la cama recién hecha y piensa nuevamente en él. Recuerda el encuentro de ayer, las últimas palabras que se dijeron, las miradas que se dedicaron el uno al otro y no puede evitar suspirar al aire.
Abre el armario y escoge una camiseta sencilla y unos pantalones vaqueros largos. Se desnuda y se coloca bien la ropa elegida. Seguidamente abre la mochila y pone los libros de las asignaturas que le tocan hoy. No le gusta mucho el horario de este día, pero al menos ya es viernes y lo mejor es que esta tarde; ella, su grupo y por supuesto él; se van de fiesta. Tiene ganas de ir ya, de poder bailar con él, en la oscuridad de la disco, dónde cualquier cosa podría pasar.
Sonríe al imaginarse con él bailando agarrados. En su cabeza suena una de esas canciones propias de fiesta, que acompaña cada movimiento que entrelazan poco a poco sus cuerpos.
Su madre entra en su habitación, la observa detenidamente y se preocupa una vez más.
-          ¡Pilar! ¿¡en qué estás pensando!?-la coge del brazo y la gira hacia ella. Pilar se sobresalta y se vuelve bruscamente.
-          Perdona, tengo todavía mucho sueño mamá.-miente.
-          No creo que sea solo sueño. Algo más hay por tu cabeza.-le mira con preocupación.
-          No mamá.-niega con la cabeza. Es la verdad.-guarda silencio durante unos segundos.- Bueno me voy a ir yendo que si no llegaré tarde, como tú dices.- Cierra la mochila, coge el almuerzo, agarra las llaves y el móvil y se dirige rápidamente hacia la calle, seguida bajo la mirada de preocupación de una madre que nota como su hija está entrando en otros mundos de amor y chicos…

Zaragoza 18 de abril a las 8:00…
<<Has vuelto a aparecer otra vez. Te estás convirtiendo en una obsesión; en mi dulce obsesión. Cada día pienso más y más en ti. No puedo evitarlo. Soy dependiente de ti, de tus miradas, de tus respuestas, de tus “te quiero”, de tus besos… Eres mi droga, mi eterno veneno. Tu amor me envenena. Hace que no sea yo. Soy capaz de cometer la mayor locura a tu lado y sin embargo no me importa. Solo quiero estar junto a ti y si para ello tengo que hacer alguna tontería, da por hecho que lo hare…>>

-          <<Maldito despertador>>- otra vez le ha vuelto a fallar.
Se levanta de la cama rápidamente, recorre todo el pasillo en busca del baño. Entra, se asea y vuelve a su habitación. Hace la cama de malas maneras. Abre el armario y se pone lo primero que pilla. Mira el reloj; las ocho y cinco. Esta vez no llega ni de broma. Está harta de llegar siempre tarde y es que ayer le costó bastante conciliar el sueño. Estuvo toda la noche pensando en él; como de costumbre.
Se mira al espejo que hay al lado de su armario, se peina y va hacia la cocina. No tiene mucha hambre, así que decide no coger nada. Va al salón, dónde encuentra una nota de su madre. Le dice que ha tenido que entrar hoy muy pronto y que ayer llegó tarde a causa de un trabajo de última hora. La lee por encima y la deposita en el lugar dónde la encontró. Coge las llaves y se marcha velozmente hacia la calle.
Ojea a la gente que se encuentra fuera; varios escolares que llegan tarde como ella, algunos adultos dispuestos a empezar su jornada laboral, unos pocos ancianos sentados en los bancos y unos conductores conduciendo a la velocidad del viento.
Ella hace lo mismo. Corre calle abajo. Se salta los semáforos en rojo. Saluda a algunos conocidos que se encuentra por la calle. Gira hacia la derecha unas cuantas veces y de repente algo le hace parar en seco, algo llamado Lucas.
-          Sabía que llegarías tarde.-le mira sonriéndole con desdén. Ella se limita a asentir y callar. No tiene muy claro por qué está aquí, pero no puede evitar apartarle la mirada al recordar lo que estuvo a punto de pasar ayer.- ¿No me vas a saludar?
-          ¿Me estabas esperando?-le pregunta con ironía. No entiende por qué él está tan tranquilo después de todo. Ayer ella casi no pudo pegar ojo y sin embargo el parece más que calmado. Le da rabia volver a caer en la misma trampa que siempre; dejarse embaucar por él.
-          Claro. ¿Te crees que no iba a hablar contigo sobre lo que de ayer?-le mira con una mirada tan penetrante que hace que los colores de la chica se suban.
-          ¿Y qué me vas a decir? ¿Qué lamentas mucho que Begoña nos interrumpiera? ¿O quizás fue todo esto también una artimaña para dejarme otra vez como una estúpida? Porque yo ya no sé ni qué pensar. Cada vez queda más claro que soy una idiota por seguirte el juego, ese juego que lleva en nuestras vidas demasiado tiempo y seguramente siga así hasta que me quede la suficiente memoria como para recordarlo.-mira el reloj. Llega tarde, pero sus piernas no responden; están inmóviles. Necesitan algo que las haga responder, algo como él…
-          Sabes perfectamente todo lo que siento por ti. No puedo mostrártelo mejor de lo que te lo mostré ayer. Sé que me necesitas, al igual que yo te necesito a ti.-la coge del brazo y le acerca hacia él. Los centímetros que los separaban se han convertido en milímetros. Los dos oyen el latido de los corazones; laten al mismo ritmo. No escuchan nada más. El mundo ha dejado de existir en el momento en que él le ha acercado a su cuerpo; ese cuerpo con el que sueña acariciar el resto de su vida.
-          Nunca dejarás de hacerme sentir tan vulnerable.-le brillan los ojos.
-          Nunca dejarás de embelesarme con tus labios.-le arde la mirada.
-          No podemos hacerlo Lucas. No quiero volver a caer.-baja la mirada intentando separarse de él, pero no puede.
-          Hemos caído en el momento en que nos vimos aquella vez. Desde entonces tenemos la necesidad de caer una y otra vez hasta que por fin seamos uno. Te quiero Sara. Te quiero desde el primer día que te vi y eso nadie lo podrá cambiar. Si supieras todo lo que he hecho para que puedas ser feliz… pero me resignaré a estos momentos a tu lado, en los cuales tú y yo seamos los únicos protagonistas, los personajes de nuestra historia, una que no tuvo principio, una que empezó de la nada y jamás acabará; nuestra historia sin título…- y sin más preámbulos, el chico le besa bajo esa brisa mañanera propia de finales de abril.
Los pájaros cantan, los coches pitan, los niños gritan; pero ellos no los oyen. Ellos están sordos para el resto del mundo. Ellos solo se escuchan el uno al otro. Ellos disfrutan de ese beso, el cual les pasará más de una factura…
-          ¡Eh tú, aparta de mi novio cacho zorra!-coge del brazo a la chica y la empuja contra el suelo.-Sabía que me mentías cuándo decías que ya no sentías nada por ella.-mira a Lucas con mirada desafiante.
-          ¡¡Begoña!! ¿Qué haces aquí?-pregunta con la cara desconcertada y muriéndose de vergüenza. No quiere que Sara salga perjudicada por esto. Ha sido culpa suya. Begoña es muy peligrosa.
-          ¿¡¡Que Qué hago yo aquí!!?? ¡¡Será que qué haces tú aquí!! Y con esta guarra que lo único que ha querido es quitarme a mi novio.-señala a la joven que todavía sigue en el suelo inmovilizada. No se puede creer que otra vez haya aparecido en el momento más inoportuno. Parece sacado de una novela.- Se puede saber que miras.-se acerca hacia Sara.-Si tú, la que se ha liado con ¡mi novio!, que narices te crees que haces metiéndote en medio de nuestra relación. Sabía desde el primer momento que eras un mal bicho, que no pararías hasta hacerlo tuyo. Más te vale correr y lárgate. Pero antes recuerda; la próxima vez no será una simple amenaza, eso está claro.

Sara se levanta de inmediato. Les mira una última vez y se adentra en el instituto dejando atrás al chico con el que desearía pasar el resto de su vida; en manos de una loca desenfrenada…

viernes, 1 de noviembre de 2013

Capítulo 25

Zaragoza, 17 de abril a las 23:47…
Ya son cerca de las doce pero todavía no tiene ganas de dormir. Lleva toda la noche dándole vueltas a un único pensamiento; él. Ha tenido que discutir otra vez con su madre. Afortunadamente no se ha dado cuenta de su pequeña desaparición, pero en cuanto la ha vuelto a ver, a los pocos segundos estaban ya de gresca otra vez. No quiere volverle a ver hoy al menos por esa noche. Esta vez necesita estar sola con sus pensamientos. La idea de que el amor que ella siente hacia él, no sea el mismo que el que pueda sentir el susodicho, hace que su corazón se encoja hasta tal punto de dejar de latir.
No ha hablado con mucha gente por mensaje, tampoco le apetecía. Ha apagado el móvil hace unas horas. Hoy no quería escuchar a nadie. Mañana; antes de ir al colegio, leerá esas conversaciones que se está perdiendo en este momento. Pero ahora no quiere, ahora necesita sentirse lejos de la realidad, lejos de esta pesadilla; de esta asquerosa pesadilla que es la vida. Le duele que Nacho pueda sentir algo por Pilar. Le duele que la mire de esa manera y a ella no. Le duele que la acaricie con esa suavidad y a ella no. Le duele que le dedique cientos de sonrisas suyas y a ella no. Le duele no ser ella la que reina en su corazón. Definitivamente, le duele que Nacho no sea suyo.
En ese momento odia con todas su fuerzas a Pilar, a esa amiga que siempre le ha ayudado y apoyado cuando necesitaba cualquier cosa, a esa chica que siempre ha estado a su lado, sobre todo después de lo que pasó con María. Sin embargo, todo ese cariño se difumina en lo más profundo de su corazón y es sustituido por una envidia matadora. La detesta. Odia esos ojos que  embelesaron a Nacho, odia esa sonrisa que le enamoró, odia esa melena que le cegó, odia esos labios que le tientan, odia esa asquerosa perfección que posee y ella no.
Los celos se apoderan de ella. No deja que ese cariño que siempre ha tenido por Pilar gane la batalla. Los ojos se le nublan, la mirada de tristeza desaparece y es sustituida por la mirada propia del mismo diablo. Le arden las manos. Tiene ganas de aporrear algo y lo único que encuentra a su alcance es una almohada de color rojo; el que representa al amor. Las mejillas se le enrojecen, las orejas le queman, los ojos parecen llamas marrones que aumentan cuanto más piensa en esa chica que enamoró al hombre de sus sueños.
No puede más. Está harta de todo. Coge el cojín y lo tira fuera de la cama. Le da varios puñetazos hasta que visualiza varias hojas en las que está escrito ese nombre, que desde el primer día que lo oyó de sus labios; le hipnotizó.  Las mira decisiva. No sabe muy bien si hacerlo o no, pero ahora mismo, el mal de amores gana la batalla y eso la hace muy peligrosa. Las rompe en pedazos, sin ningún miramiento. Los tira al suelo como si de confetis se trataran. Los pisa para asegurarse de que nunca más se volverán a unir, y de este modo no verá su nombre.
Sigue enfadada. No se ha desahogado del todo. Necesita gritar, pero sus padres están durmiendo y no quiere despertarlos, porque eso significaría tenerlos que ver otra vez.
Abre la ventana con todas sus fuerzas y chilla. Chilla de rabia, de celos, de envidia, de amor, de tristeza, de desamor…
Después de gritar, se queda en silencio. No le quedan fuerzas. Está sola. No hay nadie en la calle que la pueda ver y eso en el fondo le duele. Algo en su interior necesita que la escuchen, pero no es el momento.

Ya son las doce y diez pasadas. Tiene sueño y hoy ha sido un día muy largo. Recoge los papeles que tirado a causa de su enfado, coloca el cojín medio rasgado en la silla de su escritorio, abre las sábanas de la cama y se tumba. Apaga la luz pero no cierra los ojos. La oscuridad reina en su cuarto, al igual que en su corazón. Aquella chica sonriente y picarona está desapareciendo. Ya no queda rastro de lo que fue. Ahora es otra persona completamente distinta y lo malo es que esto aumenta cada vez que se va dando cuenta de lo dura que puede llegar a ser la vida…

viernes, 18 de octubre de 2013

Capítulo 24

Zaragoza 17 de abril a las 22:30…
-          Hola cariño, ya estoy en casa.-cierra la puerta y deja las llaves en la mesilla de la entrada.
-          Has tardado mucho papá.-le mira desafiándole y finalmente le da un abrazo.
-          Lo sé cielo. He tenido que estar con una camarera hasta tarde porque no había hecho bien su trabajo y debía cumplir su horario correctamente. Ya me entiendes.-le giña el ojo.
-          Gracias papá. Para mí esto significa mucho.-Coge un pañuelo y se seca alguna lágrima que ha aparecido.
-          Yo por ti haría lo que fuera.-le acaricia la mejilla y le da un beso en la frente.-Espero que todo esto sea por algo provechoso.
-          Lo es papá. Él sabe lo que se hace.-sonrisa maliciosa en el rostro de la joven.
-          Eso espero. Me voy a cambiar, luego hablamos.
-          Vale papá.-le da un beso y vuelve al salón. El padre va hacia la habitación y se desviste pensando si hace bien o no al ayudar a su hija en esta situación…

Zaragoza, 17 de abril a las 23:00…
-          ¿Ahora entiendes por qué estaba así de mal?-pregunta Sara resignada.
-          ¡Qué fuerte! ¡Has estado a punto de tirártelo! Me has dejado atónita tía.-responde Pilar asombrándose cada vez más al otro lado del teléfono. No ha podido pestañear en los cinco minutos que ha durado la narración del suceso.
-          Ya lo sé y una parte de mí se arrepiente de no haber llegado hasta el final.
-          Pero eso ha sido por culpa de la entrometida de su novia.-Dice medio enfurecida.
-          Cada día aguanto menos estar así con él. Cada día odio estar en esta situación de no saber si estamos saliendo o no; porque en realidad nos queremos, nos besamos, nos echamos de menos, nos gastamos bromas; como una pareja cualquiera, salvo que nosotros ni siquiera sabemos qué somos.-Deja el teléfono en la cama y se echa a llorar en silencio. Pilar se percata e intenta hacerle reír.
-          Si esa guarra te vuelve a interrumpir, me llamas y le partimos las piernas ¿vale?-sonríe y se echa a reír. Sara ríe junto a ella y le sigue el juego.
-          Pero será mejor que llamemos a un par de matones para que hagan la faena, sino nos echarán las culpas a nosotras.-Vuelve a reír.
-          Pero matones guapos.-pone voz melosa y se echa a reír también. A las dos se les ha pasado la pena pero Pilar piensa en la última palabra.-<< ¿Guapos? ¡Pero qué digo! Yo ya tengo suficiente guapura con él. Los demás sobran>>
-          Por cierto.-corta la risa Sara.-Tú a mí me tienes que contar algo.
-          ¿A qué te refieres?-pregunta desconcertada, creyendo que le ha leído el pensamiento.
-          No te hagas la tonta que sabes de lo que te hablo. Es sobre el chico con el que has quedado hoy. Te gusta mucho ¿verdad?
-          ¿Tanto se nota?-pregunta preocupada. Le da miedo que alguien más se haya dado cuenta también, incluido él. Todavía no sabe seguro si ella podría ser la chica que está en su corazón, pero si no fuera el caso, enterarse de que ella siente algo por él sería lo peor.
-          Tranquila, eso solo lo notamos las mejores amigas.-sonríe al otro lado del teléfono.
-          Buff.-suspira aliviada.- Pues sí, me gusta mucho, es más; yo diría que hasta me estoy enamorando de él.
-          ¿Y por qué no me lo has dicho antes?
-          Tenía miedo.
-          ¿De qué?
-          De Diana.-responde decisiva.
-          ¿De Diana?-pregunta confusa.
-          Sí. Creo que ella también siente algo por él y no sabía si te lo había contado. No quería meterte en un compromiso otra vez.
-          No me ha dicho nada. Además ese compromiso no tiene nada que ver con esto. Todos sabíamos que eso no acabaría bien, sin embargo, esto no es culpa tuya.
-          ¿Tú crees que se liarán?-pregunta temblorosa por la idea de que ellos dos acaben juntos.
-          ¿Quién? ¿Diana y Nacho? Por cómo te mira yo creo que la única con la que podría estar es contigo.
-          ¿Tú crees?-pregunta con la cara iluminada.
-          Está claro que está pillado por ti. No tienes más que ver la forma en la que te protege, te habla te acaricia, te mira… tarde o temprano acabareis juntos, y sino al tiempo.-sonríe. Le encanta la idea de que su amiga encuentre el amor. Ese chico parece un buen tipo, alguien que puede hacerle muy feliz. Sin embargo le preocupa la idea de que Diana también sienta algo por él. No quiere que vuelva a haber una pelea en su grupo, por ello intentará hablar mañana con ella para saber si todo eso es verdad o no.-Bueno cielo me voy a dormir ya que tengo sueño. Mañana nos vemos ¿vale?
-          Vale. Buenas noches. Descansa.
-          Igualmente.-le da un beso a distancia y cuelga el teléfono. Desdobla las sábanas de su cama y se tumba sabiendo que esta noche poco va a dormir, pero lo poco que sueñe; él estará en sus pensamientos…


jueves, 17 de octubre de 2013

Capítulo 23

Zaragoza, 17 de abril a las 21:30…
Hace ya media hora que llegó a casa. Tuvo que estar toda la tarde soportando a Begoña, hasta que al fin la llamó su padre porque tenía que hablar con ella. Le acompañó hasta casa y se marchó caminando hacia la suya.  No pudo evitar pensar toda la tarde en Sara. No se ha quitado de la cabeza lo que estuvo a punta de pasar, sus sentimientos, sus reacciones, sus instintos, su necesidad de estar tan cerca de ella que el viento no pudiera tocarles.
Le ha vuelto a pedir perdón por otra interrupción de su novia, le ha preguntado si le parecía bien que él asistiese a la fiesta y ella ha contestado que no le importaba. Se siente mejor al comprobar que le parece bien, pero hay algo que no le ha gustado de su respuesta. Es como si le diera igual. No quiere pensar en eso, solo necesita recordar esos besos para saber que los sentimientos siguen siendo los mismos que aquella vez, o tal vez incluso sean más intensos.
No sabe si llamarla o no, tiene ganas de oír su voz, de sentir su respiración a través del teléfono, de notar como sus latidos aumentan y descienden con sólo oír pronunciar las palabras. Pero decide no hacerlo. No se atreve a que rechace su llamada. Ya tendrán tiempo para hablar mañana o puede que de algo más…

Zaragoza, 17 de abril a las 21:40…
-          ¿En qué piensas?-pregunta Pilar mientras posa su mirada en sus perfectos labios.
-          Pensaba que hoy estás muy guapa a la luz de la luna.-sonríe enseñando sus perfectos dientes. Le acaricia la mejilla con los dedos y baja suavemente hacia sus labios. Los toca superficialmente mientras la chica cierra los ojos.
-          Eres demasiado zalamero.-responde Pilar mientras intenta ocultar su deseo de chocar los labios con los de él.
-          Yo solo digo la verdad.
-          ¿Eres real?-Abre los ojos y le mira intensamente.
-          No te entiendo.-responde con incredulidad.
-          No puedo entender cómo alguien como tú esté aquí conmigo, acariciándome, diciéndome piropos, haciendo aflorar mis deseos más ocultos. No puedo creer que seas real.
-          No soy perfecto. Tengo mis defectos, como todo el mundo.
-          Pues yo no conozco ni uno solo tuyo.
-          No hace mucho que nos conocemos.
-          Hace poco me dijiste que se puede conocer a las personas a través de la mirada, bueno pues yo  no veo ni un defecto, solo veo perfección.
-          Sí que tengo defectos.
-          Dime uno solo tuyo.
-          ¿De verdad lo quieres saber?
-          No soporto la idea de estar al lado de alguien tan perfecto, siendo yo tan imperfecta.
-          Soy demasiado enamoradizo
-          Eso no es malo.-le dice mirándole cada vez más intrigada.
-          Lo es si no es correspondido, aunque tengo la sensación de que ahora lo es.
-          ¿Te gusta una chica?-pregunta sorprendida. Hay algo en su interior que hace que su corazón lata a mil por hora.
-          Sí y creo que yo a ella también.
-          ¿Puedo saber quién es?
-          No. De momento no.
-          ¿Por qué?
-          No quiero fastidiarte la sorpresa.

Y seguidamente se marcha calle adelante, dejando un aroma que hace que a Pilar se le tambaleen las piernas y tenga que caer al suelo envenenada de amor.

martes, 15 de octubre de 2013

Capítulo 22

Zaragoza, 17 de abril a las 20:45…
Hace un rato que ya ha llegado a casa. Su madre estaba en la cocina esperándola. Le ha dado los huevos y los helados, le ha explicado que se ha entretenido en el supermercado y se ha metido en su habitación. Lleva más de media hora tirada en la cama. No le apetece hacer nada. Su cabeza no para de darle vueltas a la conversación anterior con Diana. Le ha dado miedo, pavor, terror. No le gusta ni un pelo lo que puede estar tramando. Sabe que Diana es capaz de cualquier cosa con tal de conseguir lo que se propone y eso la convierte en una enemiga muy peligrosa.
Se estremece al pensar en la palabra “enemiga”. Le duele que las cosas hayan acabado de aquella manera, pero no puede hacer nada por evitarlo. Diana se ha convertido en una persona mezquina y muy rencorosa y ahora mismo María, es la persona a la que va a destruir.
Se levanta de la cama y enciende el ordenador. Teclea la contraseña y abre la pestañita de Google. Se conecta a sus redes sociales para comprobar cómo le va al resto del mundo y por último vuelve a entrar en ese blog que tanto consigue que se identifique con ella.


Echa un vistazo para ver algunas entradas nuevas y las lee. Hay una que le llama la atención, una que hace que sus recuerdos mejor enterrados resuciten..

Otro día más pensando en ti. Otra noche más soñando contigo. Otro mensaje que no es tuyo. Otra sonrisa tuya que no es por mi causa. Otro "te quiero" que no es para mí. Otra risa que no es por mí. Otro suspiro del que no soy protagonista. Otro corazón dibujado en la arena en el que no están nuestros nombres. Otro cuaderno que no has rellenado con nuestros recuerdos. Otra lágrima que no es por no poder estar a mi lado. Otro "para siempre" que no escucho de tus labios...
Y a pesar de todo te sigo esperando, sigo esperando que vengas a por mí, que me mandes un mensaje diciendo que me echas de menos, que me dediques una de esas sonrisas que antes me dabas, que tus labios pronuncien ese "te quiero" que tanto me gusta oír, que esa risa sea por alguna estupidez que haya dicho, que  suspires cada vez que piensas en mí, que dibujes todos esos corazones que un día borraste, que unas lágrimas aparezcan en tu rostro cada vez que nos separamos y que cuando me beses desaparezcan. En definitiva; quiero estar contigo una vez más, enmendar todo lo que un día hicimos mal, volver a disfrutar de tu aroma, de tu mirada, de tu perfecta sonrisa, de tus brillantes ojos, de tu boca. Quiero volver a quererte más que a nadie, quiero que me quieras como antes, quiero que seas mi príncipe y yo tu princesa, quiero vivir ese cuento de hadas que un día dejamos atrás, quiero recordar cara poro de tu piel, quiero acariciarte hasta el fin de mis días, quiero que el tiempo se pare cada vez que pronuncies mi nombre, quiero estremecerme al notar tus labios sobre mi cuerpo, quiero estar junto a ti hasta que el infinito nos atrape; tú y yo, juntos, caminando de la mano a pasitos de tortuga. Solos tú y yo, nadie más.

Otra vez ha vuelto a pensar en él, otra vez no le ha hablado a ella, otra vez ha vuelto a llorar por él, otra vez le duele que su amor no sea correspondido, otra vez recuerda una conversación que tuvieron hace tiempo, otra vez el nombre de la chica se repite en su cabeza, otra vez la vuelve a envidiar, otra vez desearía ser como ella, otra vez…


Zaragoza, 17 de abril a las 21:15…
-          Muchas gracias por acompañarme a casa Pablo.-se sube a la escalera de su portal y le da un abrazo de despedida.-Eres un buen amigo.
-          No hace falta que me des las gracias.-se separa y le coge la mano.-Haría lo que fuera necesario por ti.
-          Sabes que siempre estaré para todo lo que necesites ¿no?
-          Claro que lo sé, al igual que yo también estaré ahí para lo que haga falta.
-          Por eso eres mi mejor amigo.
-          Y tú la mía.
Sonríen y se abrazan otra vez. Es curioso que en unos pocos meses se hayan hecho tan buenos amigos. Confían el uno en el otro y se quieren mucho. Harían lo que hiciese falta el uno por el otro.
Sara abre el portal después de haberle dado dos besos, y sube a su casa. Hoy ha sido un día muy intenso y necesita desconectar. Todavía se acuerda de esa conversación con Lucas y de los actos que han estado a punto de hacer. Todavía se emociona al recordar todo lo que se dijeron. Todavía llora no haber estado más cerca de él. Todavía maldice que su corazón haya elegido a una persona con la que nunca podrá estar.
Recorre toda la casa en busca su madre sin éxito. Parece que otra vez tiene que trabajar hasta tarde, justo hoy, justo cuando necesita hablar con ella para no volver a pensar en lo de esta tarde. Es curioso pero siempre que sucede algo con Lucas, ella no puede estar para consolarla. Pero no la culpa, sabe que le encantaría consolarla, pero el trabajo se lo impide.
Se cambia la ropa por un pijama cómodo y va hacia la cocina a prepararse algo de cenar. Elije un pequeño bocadillo de mortadela y vuelve al salón a ver un poco la tele. Coge el móvil, lo desbloquea y mira los último mensajes que le han enviado: uno de Pilar diciéndole que le llame cuando pueda, otro de Pablo preguntándole si se encuentra mejor, otros tantos del grupo que acaban de crear para la fiesta de mañana y por último uno que no se esperaba, uno procedente de esa persona que ha visto hoy unos pocos minutos y la cual no ha salido de su cabeza en todo el día.
Le pide perdón por lo de esta tarde y le pregunta si no le importa que vaya mañana con ellos. Sara se queda pensativa; cada vez que lo ve, cada vez que habla con él le duele. Le duele que no pueda ser suyo, pero todo eso se acaba cuando él le besa; como esta tarde. No le importa para nada que venga, es más, lo desea con todas sus fuerzas, pero no quiere ponérselo tan fácil, esta vez no.


martes, 1 de octubre de 2013

Capítulo 21

Zaragoza, 17 de abril a las 20:00…
-          No vuelvas a hacerme esto. ¡No vuelvas a darme estos sustos!-le susurra Pilar, mientras da un abrazo a Sara.
-          Lo siento. Te prometo que no volverá a pasar y siento mucho haberos preocupado. No quería hacerlo.-se levanta y mira a cada uno de los presentes.
-          No pasa nada, te comprendemos.-dice Paula a la vez que se une al abrazo.
-          Muchas gracias chicas.-las abraza cada vez más fuerte. Mira a Diana y le hace un signo para que vaya.-Solo faltas tú Diana. ¡Únete!
Diana mira a Sara. No pensaba quedarse con ellos, pero cuándo vio a Nacho todo cambió, como aquel día en que se conocieron, aquel día en que se dignó a pedirle su nombre, aquel día que le saludo con una de sus sonrisas, aquel día que se enamoró perdidamente de él… Finalmente opta por unirse, aunque no le apetezca mucho.
Las cuatro chicas se funden en un abrazo, como en los viejos tiempos, pero esta vez no están todas unidas; hay muchos problemas en el aire que pronto se manifestarán y provocará demasiados desastres entre ellas…
Pablo y Nacho las miran, aunque en realidad solo miran a dos personas. Pablo a una y Nacho a otra. Les divierte ver cómo se llevan; tienen problemas, como todos, pero luego los acaban solucionando y eso es lo importante; que la amistad nunca acabe.
Las chicas se separan y miran a los chicos. Sonríen.  Cada una por un motivo propio; Sara por haberse dado cuenta de que les importa mucho, Pilar porque su mirada está siendo correspondida por la de Nacho, Paula por recordar la escena anterior que vivió con Pablo en el baño de la heladería y Diana… Diana sonríe por no llorar.
-          ¿Os apetece ir a algún lugar a tomar algo?-pregunta Pablo sin dejar de apartar la mirada de una chica en especial. Le gusta cuándo sonría, cuando se ruboriza e incluso cuando necesita ayuda y su orgullo le impide decirlo.
-          Por mi bien. Tengo mucha hambre.-contesta Sara relamiéndose los labios al pensar en comer.
-          Por mí también.-afirma Pilar mirando  Sara. Se alegra mucho de que ya esté bien y aunque no le ha podido explicar del todo qué le ocurría, le ha prometido que la llamaría luego y hablarían a solas. Tiene ganas de conocer al culpable de su estado de ánimos, aunque tiene una idea de quién puede ser.
-          Perfecto. Entonces vamos a ese bar que hay justo enfrente del parque.-señala al bar.
-          Yo me tengo que ir a casa, mi madre me ha dicho que no me entretenga mucho.-interviene Diana.-Ya quedaremos mañana ¿no?
-          Claro. Por cierto ¿qué vamos a hacer?-pregunta Sara a la vez que se coloca al lado de Diana y le coge del brazo para que se quede un poco más.
-          A mí me gustaría ir a alguna discoteca. Podríamos ir a la nueve.-sugiere Pilar mirando a Diana para que acepte su propuesta. Le apetece mucho bailar, pero sobretodo le apetece estar con él; a oscuras, con unas copas de más y dejarse llevar por los instintos más ocultos.
-          Genial, pues mañana iremos a la nueve. ¿Os parece bien a todos?-pregunta Sara observando a cada uno. Los demás se limitan a asentir y sonreír. Cada uno tiene su propio plan, su propio objetivo, su propio deseo para que esa noche sea la más especial de todas sus vidas.
-          Podríamos decírselo también a algún chico del grupo ¿no? –plantea Paula.
-          Claro. Habría que decírselo a Rubén, a Lucas…-se queda callada Pilar al pronunciar el último nombre. Observa a Sara. Su expresión ha cambiado completamente al oírle pronunciar su nombre, ese nombre que no para de sonar en su cabeza una y otra vez, pero no esperaba escuchar en voz alta. Hoy no.
-          Será mejor que creemos un grupo por el Whatsapp y lo hablemos ahí todos.-propone Pablo.- Lo creo yo esta noche, aunque no tengo tu numero Nacho.-se dirige hacia el aludido. Este niega con la cabeza.
-          No hace falta, a mí ya me informará Pilar. Además tampoco sé muy bien si iré.-contesta Nacho mientras posa su mirada en la chica que no ha parado de mirar en todo el rato.
-          Como quieras.-dice Pablo tajante.
-          Bueno chicos yo me voy ya.-interviene Diana. Se acerca a cada uno y le da dos besos. Al llegar a Nacho se para y se queda prendida en su mirada, una vez más. Es éste el que inicia el paso de darle dos besos y después se marcha junto a Paula, que tiene la necesidad de hablar con Diana. Siente que algo no va bien. Lo nota en su forma de hablar, en su mirada, en sus gestos. Ha pasado algo y lo va a averiguar.
Caminan hacia la salida del parque en silencio. Ambas saben que no es el lugar idóneo para hablar sobre ese tema.  Salen de ese lugar y e adentran en las calles de Zaragoza. Pasan cerca de un supermercado y se compran un paquete de patatas para compartir. Se sientan en un banco que hay a una calle de su casa y empiezan a hablar.
-          ¿Me vas a decir ya qué es lo que te pasa?-pregunta Paula dirigiéndose a su amiga, la cual da un mordisco a su patata.
-          Lo de siempre Paula.-dice Diana con un tono cansado.- Estoy harta de esa cría.
-          ¿Qué ha pasado ahora con María?
-          Nos hemos encontrado en el parque, un poco antes de haberos visto a vosotros y hemos tenido una pequeña discusión.
-          ¿Qué os habéis dicho?-coge una patata y se la come.
-          No gran cosa, pero lo que me ha sorprendido es su tono de voz. Parecía contenta, como si ya no se arrepintiera de lo que hizo. Había algo en ella que había cambiado y no sé muy bien que era.-contesta Diana quedándose pensativa. Tiene ligera idea de qué (o quién) puede ser el causante de ese cambio, pero hasta que no esté segura no lo va a decir. No lo hará si quiere ganar esta partida, ahora no puede confiar en nadie, ni siquiera en su mejor amiga.
-          Entiendo.-coge un puñado de patatas y se las come poco a poco.
-          Si  lo llego a saber no me hubiera escapado de casa.-afirma Diana.
-          ¿¿¡¡Te has escapado!!??-chilla Paula totalmente sorprendida. No se esperaba eso.
-          Solo por un rato. No me entraba nada en la cabeza y mi madre no quería dejarme. Además, seguro que no se entera. En unos minutos iré a casa y haré como si nada de esto hubiera sucedido.-responde tajante Diana.
-          Diana, a veces te pasas un poco con tu madre.-dice suavemente Paula. No quiere ofenderla pero tiene que hacerle ver que eso no está bien.-Si te pilla igual no te deja salir mañana a la disco.
-          Ahora mismo me da igual Paula. Cierto que va a esta Nacho, pero no va a estar conmigo ¿entiendes?, solo va a bailar con ella, solo la va a mirar a ella, solo la va a besar a ella y a mí me tendrá como su amiga, esa amiga tonta que sufre tanto y no se come ni un colín.
-          ¿Quién es la otra? ¿Pilar?-pregunta Paula mientras coge otro puñado de patatas.
-          ¿Lo dudabas? No tienes más que ver cómo se miran para saber que solo necesitan pasar unos ratos solos, a oscuras, bailando, con alguna copa de más para liarse. Yo no quiero ver esa escena, yo no quiero ver como se quieren mientras mi corazón se rompe por dentro, yo no quiero ser testigo de sus líos siendo que yo jamás podré soportar que estén juntos.
-          Pero no puedes quedarte en casa por ellos. Si él no te quiere, no sabe lo que se pierde. Tú te mereces a alguien que te quiera tal y como eres y si él no lo hace es porque no sabe lo que tiene delante.-le mira a los ojos y espera algún tipo de respuesta afirmativa. Pero no la consigue.
-          No es tan fácil. No puedo ir ahí tan tranquila y ver cómo me vuelven a robar al chico del que estoy perdidamente enamorada. Siempre igual. Siempre.-mira al cielo y se queda en silencio.

-          Pues si mañana no puedes soportar verles juntos; líate con alguien. Así no te irás con las manos vacías a casa.-le giña el ojo y se ríe. Diana también se ríe. No sabe muy bien que va a pasar mañana, pero hay algo en ella que la incita a ir.